Este 5 de noviembre queremos compartir con ustedes una reseña del Coronel de Marina Leonardo Rosales y porqué nuestro Partido lleva su nombre.
Al formarse entre los vecinos más destacados de Punta Alta la última Comisión Pro Autonomía Comunal, en agosto de 1944, con el objetivo de emanciparse de la tutela de Bahía Blanca y constituir un nuevo partido, uno de sus miembros, el profesor y escritor Carlos Vázquez, propuso que el nombre del partido a crear se sea el de “Coronel de Marina Leonardo Rosales”.
Era un homenaje a la Base Naval de Puerto Belgrano, tan unida a nuestros orígenes y nuestro presente mismo, y por consiguiente a la Armada Nacional. La moción fue aprobada por unanimidad.
El coronel Rosales, integrante de la gloriosa trilogía de la historia naval Brown-Espora-Rosales, nació en la ciudad de Buenos Aires el 5 de noviembre de 1792, siendo el undécimo de los quince hijos del matrimonio conformado por don Manuel Antonio Rosales, español, y doña María del Tránsito Catalán, porteña.
Estudió en el Real Colegio de San Carlos y tempranamente se inició en las actividades de su padre, que era comerciante tercerista, adquiriendo las primeras experiencias en la navegación, en este caso, de cabotaje.
En 1814, y con 22 años de edad, Rosales se alistó en la primera escuadra naval argentina, formada por el almirante Guillermo Brown con el objetivo de hacer frente a las pretensiones realistas españolas y en la batalla de Arroyo de la China tuvo su bautismo de fuego, a bordo de la sumaca Santísima Trinidad.
Una vez obtenida la independencia, su gran admiración por Bernardino Rivadavia lo volcó a las filas unitarias. Con grado ya de teniente, en 1818 fue designado comandante de la cañonera Nº 7, con la que se enfrentó a las fuerzas del caudillo entrerriano Francisco Ramírez en varias batallas, logrando ser reconocido como “el hombre más valiente de la marina nacional”, gracias a su destacada y heroica actuación durante el abordaje de su nave por parte de otras tres similares del bando contrario, en donde el propio Rosales debió luchar cuerpo a cuerpo y con arma blanca, logrando dar muerte al comandante enemigo. De lo sucedido en aquella jornada, que le valió el ascenso a capitán, habla elocuentemente el informe de Zapiola, donde dice:
“Recomiendo a V.S. la conducta del teniente Rosales, que de 25 hombres que tenía a bordo sólo 7 quedaron sanos, con los cuales ha dado un día de gloria a la nación y ha muerto él, por sus manos, de un chuzazo, al vil Monteverde” [1]
Al iniciarse la guerra contra el Imperio del Brasil, le fue asignado a Rosales el comando de la cañonera Nº 6, con la que intervino en el primer combate contra la escuadra brasileña, en febrero de 1826.
El almirante G. Brown, viendo las condiciones extraordinarias de Rosales, luego le asignó el comando de la goleta Río de la Plata, navío con el que tuvo destacada actuación, principalmente en los combates de Los Pozos (11 de junio de 1826) y Quilmes (30 de julio de 1826). Finalizada la guerra contra el Brasil se produjo la revolución unitaria encabezada por el General Lavalle, quien derrocó y mandó a ejecutar al gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego, de tendencia federal. Rosales se manifestó partidario de Lavalle y fue designado comandante de la Escuadrilla de Auxilio en la campaña contra las fuerzas federales, ascendiendo al grado de Coronel a principios de 1829.
Al instalarse Juan Manuel de Rosas en el poder, Rosales emigró, como tantos otros, al Uruguay, realizando para ello un acto que refleja cabalmente su temperamento, pues se apoderó al abordaje de la goleta Sarandí y a su bordo emprendió el viaje al otro margen del Río de la Plata.
Por éste hecho, y también por su clara postura a favor de la causa unitaria, fue privado de su grado y borrado de la lista militar. Carente de recursos, se instaló junto a su esposa Dolores de Arrascaeta en un pequeño pueblo llamado Las Vacas, actual ciudad de Carmelo, al frente de una pulpería.
Finalmente, afectado de un cáncer de laringe, falleció el 20 de mayo de 1836, expresando como última voluntad que sus restos descansen en su país. Recién en 1996 pudo concretarse la repatriación de los restos, siendo embarcados, en el puerto de Montevideo, a bordo de la corbeta ARA Rosales, para arribar a Buenos Aires al día siguiente, 2 de octubre.
Por fin, el 5 de noviembre, en conmemoración de los 204 años de su nacimiento, los restos de Leonardo Rosales llegaron a la dársena de Puerto Belgrano. Colocados en una cureña, fueron conducidos en procesión por las calles de la Base Naval y Punta Alta hasta el mausoleo, ubicado en la Parroquia María Auxiliadora, donde descansan en la actualidad.
[1] Citado por VÁZQUEZ, Carlos A.; “Coronel de Marina D. Leonardo Rosales. 1836-20 de Mayo-1945”; Apunte Biográfico; p. 4.
Archivo Histórico Municipal de Punta Alta