El Coronel de Marina Leonardo Rosales fue un hombre típico del Buenos Aires de 1810, del común de sus vecinos, de clase media del inicial pueblo porteño, en donde su Patria era «Buenos Aires».
Vertió su sangre en el logro de la Independencia, enfrentando a fuerzas hispanas. Volvió a combatir tomando parte en las luchas internas; y retomó la reivindicación de los derechos nacionales en la contienda contra el Imperio del Brasil. Se opuso a las armas y, sin suerte en la Confederación, emigró y murió fuera del suelo patrio el 20 de mayo de 1836 en Las Vacas, Carmelo (Uruguay).
Leonardo Rosales había nacido en Buenos Aires el 5 de noviembre de 1792. Estudió en el Real Colegio de San Carlos y luego ingresó como soldado en el Regimiento de Patricios. En 1812 ingresó en el servicio nacional marítimo como Marinero, comenzando su vida naval desde el más bajo cargo existente.
Ya en la campaña sobre Montevideo, Rosales intervino en el duro combate de Arroyo de la China como Marinero y despensero a bordo del bergantín “Santísima Trinidad”, donde ascendió a Cabo de cañón. Estuvo presente en las acciones previas y en el bloqueo que terminara con los realistas del puerto de Montevideo.
En la escuadrilla fluvial prestó funciones en acciones en el río Paraná desde 1815, ascendiendo a Subteniente y luego a Teniente. Fue figura en las luchas civiles entre Buenos Aires y los caudillos del litoral, y en el sangriento combate dado sobre el arroyo Colastiné en 1821, contra la escuadrilla de Ramírez, obtuvo el grado de Capitán.
Varios años de su vida militar pasó como Comandante de Matrículas de la Ensenada de Barragán, hasta que retornó a Buenos Aires avecinándose el latente conflicto con Brasil. Comandó una cañonera, el bergantín “General Belgrano” y la goleta “Río de la Plata”. Presente en la escena de Los Pozos, fue heroica su actuación en Quilmes y activa en el Juncal, siendo elogiada su actuación constantemente por el Almirante Guillermo Brown.
Sus hombres lo siguieron sin claudicaciones, cualesquiera fueran el peligro o el riesgo adonde los condujera, sabedores que los acompañaría siempre primero, encabezándolos en la acción.
Marchó al exilio en la Banda Oriental afincándose en el puerto de Las Vacas, donde hacía salidas menores con lanchones armados. Lo encontró allí la muerte, el 20 de mayo de 1836.
En 1874 la Armada Argentina impuso su nombre a un bergantín goleta y en 1889 a una torpedera de mar. Lo llevó por muchos años un destructor de la Flota de Mar y hoy lo luce una corbeta misilística.
Rosales, hombre con virtudes heroicas y carácter elevado en la epopeya, como tantos marinos que nos precedieron y nos legaron, entre otras cosas, la libertad, dejó su espíritu en la Armada que con sus hazañas ayudó a fundar.
El reconocimiento público de la Patria llegó al constituirse la Nación y sus restos fueron repatriados. El 1 de octubre de 1996 se cumplió en el puerto de Montevideo (Uruguay) la ceremonia de embarco de la urna con sus restos en la corbeta misilística que lleva su nombre y escoltada por la fragata ROU «Uruguay» zarpó hacia el puerto de Buenos Aires, arribando al día siguiente, para reposan definitivamente en la Iglesia matriz de la ciudad bonaerense de Punta Alta, cabecera del Partido que lleva su nombre: Coronel de Marina Leonardo Rosales.
Gaceta Marinera