Darío Soto tiene 42 años y hace 20 que está en la Fuerza. Es Oficial Inspector, Subjefe de la División Brigada de Explosivos en la Policía de Establecimientos Navales de la Armada Argentina, a la que ingresó en el 2000.
De chico no imaginaba que algún día pertenecería a alguna Fuerza Armada o de Seguridad, pero al haberse criado en Punta Alta, ciudad lindante con la Base Naval Puerto Belgrano, decidió hacer carrera en la Armada.
Sus padres, tíos e incluso sus abuelos trabajaron como agentes civiles en el Hospital Naval Puerto Belgrano. Él es el primer policía en su familia. Ligado a la Institución, su primera motivación de ingreso fue la búsqueda laboral pero asegura que, con el tiempo, se convirtió en un genuino sentido de pertenencia.
“Fui adquiriendo la vocación de servicio con el desarrollo de mi carrera y trayectoria; vocación que se afianza año tras año. Hoy es un orgullo portar el uniforme y representar, no solo a la policía, sino a la Armada Argentina”, expresó el Oficial Inspector Darío Soto.
Del ámbito naval rescata el respeto, la disciplina y la calidad humana de todos sus miembros: militares, civiles y policías de la Policía de Establecimientos Navales (PEN). Al definir a la Armada no duda en mencionar a la «gran familia naval»; “literal y personalmente es así, la Armada es como la familia de uno, un ambiente cálido donde todos se cuidan y asesoran para tomar las mejores decisiones”.
Darío fue adquiriendo su vocación de servicio y fueron creciendo sus ganas de profesionalizarse también. Sus primeros años como Agente y el conocimiento progresivo de la PEN y de la Institución lo acercaron a la Brigada de Explosivos.
La División tiene como finalidad la prevención, búsqueda, localización, neutralización y desactivación de artefactos explosivos en jurisdicción naval; e interviene fuera del ámbito naval a requerimiento de las autoridades judiciales.
Contó que la formación de un policía especialista en explosivos lleva años. Debe realizar cursos en la Escuela de Técnicas y Tácticas Navales en Puerto Belgrano, en la Policía Federal Argentina en
Buenos Aires y se va capacitando en distintos puntos del país. “Es un trabajo delicado y, por ello, requiere una alta especialización”, dijo el Inspector Soto.
“Aprendemos a manejar el miedo, pero jamás debemos ser temerarios. La experiencia ayuda pero siempre hay adrenalina, incluso en los ejercicios simulados; el miedo nos hace prudentes y nos mantiene atentos”, reveló.
Darío Soto cursó dos tecnicaturas superiores en Investigaciones: una en Narco-criminalidad y otra en Función Judicial, ambas en el Centro de Altos Estudios de Especialidades Policiales de la Provincia de Buenos Aires, en la ciudad de Bahía Blanca. Además, es subinstructor de tiro.
Este año, finalizó la Licenciatura en Seguridad Pública en la Universidad Nacional del Sur, una excelente herramienta para los efectivos a la hora de afrontar los desafíos cotidianos de la sociedad actual. Junto al Sargento Primero Marcelo Velis, de la División Capacitación de la PEN, se convirtieron en los primeros graduados de la fuerza.
“Para ser un buen profesional es necesario capacitarse. Uno se motiva personalmente porque el sacrificio es propio, pero cuenta con la PEN y con la Armada que respaldan y apoyan las capacitaciones. Incluso yo aliento y estimulo el estudio entre los más jóvenes de la fuerza”, destacó.
Contó que “la carrera es interesante y apunta a una gestión de la Seguridad Pública orientada a una ciudadanía democrática, integral e inclusiva. Un licenciado asesora en políticas públicas para prevenir y disuadir el delito y trabaja en el tratamiento del conflicto, mediación y resolución del mismo. La respuesta ya no está en reprimir, prohibir y criminalizar sino en tratar el contexto de la problemática”, aseguró.
En la Brigada de Explosivos: “Valor y sacrificio por la Patria”
Así reza el lema de la División que el pasado 20 de abril cumplió 40 años de existencia. Los brigadistas se capacitan y también brindan cursos a otros componentes de la Armada y otras Fuerzas del país. “Hay un intercambio permanente de conocimientos y prácticas entre las Fuerzas”, enfatizó.
Capacitan a integrantes de la Infantería de Marina, de la Flota de Mar, personal de Sanidad de la Armada y a personal de Fuerzas de Seguridad de otras provincias –han participado de Santa Cruz,
La Pampa, Río Negro, Buenos Aires, Jujuy, Salta, Mendoza, Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe– así como a representantes del Grupo Halcón y del Servicio Penitenciario.
También la Brigada forma parte del Centro de Operaciones ante la Emergencia Municipal de Punta Alta, dando charlas informativas y de prevención, convocados por Defensa Civil de Coronel Rosales.
Darío Soto es, desde el año pasado, el Subjefe de la División Brigada de Explosivos, relevo directo del Comisario Marco Germán Zandoná. “Como Subjefe soy el relevo directo del Jefe de División, realizando funciones de dirección, conducción y asesoramiento del personal.”
“Mis tareas específicas son planificar actividades de adiestramiento y operativas –confeccionando el Programa General de Actividades y el Plan de Instrucción Semanal de la División–; impartir instrucción en materias específicas; también hago tramitaciones administrativas”, detalló acerca de su labor diaria en la Brigada que en pocos aspectos se ha visto limitada por el contexto de pandemia provocada por el virus COVID-19 y el aislamiento social preventivo y obligatorio.
Darío describió con sus palabras las salidas operativas de la Brigada de Explosivos, con un protocolo de seguridad estricto, acordes a su finalidad: “La División atiende lo relativo a Intimidación Pública como son las amenazas de bomba a instituciones –que ha mermado con la inasistencia de los chicos al colegio–; y actúan en la búsqueda, hallazgo, remoción, y destrucción de municiones o artefactos explosivos en la vía pública”.
“Somos unos pocos en el país los que estamos capacitados en explosivos y el éxito en el trabajo demuestra el alto profesionalismo con el que contamos”, concluyó con orgullo de pertenencia.
Hecho en Punta Alta
Darío es fanático del Club Atlético Sporting y del Club Ateneo; fútbol y básquet, dos deportes que lo apasionan. Juega al fútbol y al paddle por diversión y va al gimnasio a ejercitarse, además de sus prácticas en el Polígono de Tiro de Puerto Belgrano.
Se crió en el barrio Albatros 14 y en la zona céntrica de la ciudad. Cursó toda la escuela primaria y parte del secundario en el Instituto “José Manuel Estrada”, finalizando el secundario en la Escuela Media N°2. Sus mejores recuerdos de la infancia, dice, son de la escuela y los amigos.
Su familia de origen está constituida por su mamá, una hermana y un hermano. Muy joven se casó con Laura, con quien tuvo a Gisella de 25 años y Franco de 21. Gisella siguió los pasos de su papá y es policía de la Provincia de Buenos Aires y le ha dado un nieto, Máximo, de 2 añitos. Confiesa que ser un abuelo joven tiene sus ventajas, ya que le encanta tirarse al piso a jugar con él y pasear a caballo por el campo.
María Silvina Rosas – Gaceta Marinera – Mar Adentro