La estación aérea porteña volverá a tener vuelos regionales. De esta manera, en poco menos de un mes, la gestión del ministro de Transporte, Mario Meoni, volverá atrás con una medida de su antecesor, Guillermo Dietrich, que en abril de 2019 dispuso que ese tipo de rutas se vuelen desde Ezeiza o, en su caso, El Palomar.
Según confirmó una fuente oficial, por estas horas ya se trabaja en la regulación que volverá a traer vuelos a países limítrofes desde el Aeropuerto Jorge Newbery y modificará los permisos actuales que establecen que sólo a Uruguay se puede volar desde la estación.
En principio, aquella decisión de Dietrich tuvo que ver con la impronta de su gestión que se basó en aumentar la cantidad de vuelos de cabotaje. Entonces, los lugares y los horarios del aeropuerto porteño, que como toda aeroestación tiene lugares limitados, se convertirían en el cuello de botella de la operación.
Paralelamente se decidió la apertura del aeropuerto internacional de El Palomar y la medida entregaba algún incentivo a la estación que ya no competía, en algunos vuelos, con Aeroparque y sí con Ezeiza.
Para el momento de la mudanza, Aerolíneas Argentinas tenía aproximadamente el 50% del mercado regional que partía o llegaba a la pista porteña. Entonces, había una regulación invisible de los organismos reguladores que le daban pequeñas ventajas a la operación de la línea aérea de bandera.
Pero claro, el mercado aerocomercial se mueve con convenios de reciprocidad internacionales y eso fue lo que truncó un proyecto más ambicioso que tenía la administración de Mariano Recalde en Aerolíneas: dejar el aeropuerto Jorge Newbery solo para la línea aérea estatal.
No hubo caso. Inmediatamente que se conoció la iniciativa, las empresas amenazaron a tomar medidas similares en plazas donde volaba Aerolíneas. Si las extranjeras no podían competir en la misma estación que la estatal, céntrica y demandada, pues un tratamiento similar tendría ésta en el exterior.
El plan quedó a mitad de camino y se regionalizó la aeroestación. Mientras, la mano regulatoria le daba alguna que otra pequeña ventaja a la estatal. Mejores horarios o mangas en vez de estacionamiento en zonas alejadas eran, por caso, alguna de las distinciones.
Todo se terminó con la decisión de Dietrich. Pero sucede que el mercado, ahora, es distinto. No sólo que están las llamadas low cost sino que hay más vuelos y más frecuencias. Por ahora, las empresas aéreas se entusiasman con el regreso. A todas les seduce operar a otros países desde el Aeroparque. Pero claro, por lo bajo advierten que habrá que ver esa regulación invisible que a veces se tornaba demasiado parcial en favor de una. Desde la localización del check in hasta los horarios, cualquier detalle genera una ventaja en la experiencia de vuelo de unos en contra de otros.
En su momento, Aerolíneas debió mudar de Aeroparque los vuelos a Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Paraguay y Perú. También tuvieron que irse los vuelos regionales de la chilena Latam, la brasileña Gol y la boliviana Amaszonas. Con este movimiento, el aeropuerto metropolitano Jorge Newbery cayó al segundo puesto entre las terminales con mayor flujo de pasajeros del país, lugar que fue ocupado por el aeropuerto internacional Ministro Pistarini (Ezeiza).
Fuente: La Nación