La investigación a cargo del fiscal Gustavo Zorzano por la banda de robacables sigue sacando a la luz datos sorprendentes.
En las últimas horas, como resultado del análisis de teléfonos celulares secuestrados a los detenidos y entrecruzamientos con dispositivos mencionados en otras causas, se establecieron sospechas sobre conexiones entre el subcomisario Martín Ñancucheo, detenido con prisión preventiva, y al menos otros dos integrantes de la fuerza de seguridad.
Como se viene informado, Ñancucheo se autoincriminó en la investigación cuando la noche del lunes 6 de mayo, llegó a la puerta del Hospital Municipal donde había quedado abandonada una camioneta con los cuerpos de cuatro personas electrocutadas.
El rodado ya estaba bajo custodia policial cuando el subcomisario se presentó con la intención de recuperar su handy, que había quedado dentro de la camioneta donde se trasladaron los cadáveres. Después de algunos días, el funcionario fue arrestado acusado de ser “protector” de los ladrones de cables. Sin embargo, un arrepentido fue más allá y lo comprometió seriamente por lo ocurrido la fatídica noche. Jonathan Gutiérrez afirmó, luego de recuperar la libertad, que “el policía me ayudó a cargar los cuerpos”.
La secuencia con resultado trágico se inició en un campo de la Ruta 33, donde cinco hombres fueron alcanzados por una potente descarga eléctrica. Cuatro de ellos fallecieron en el acto y el quinto, sufrió lesiones que obligaron a su internación durante varios días.
La banda de robacables sería capitaneada por Ángel Gallardo, padre de uno de los cuatro muertos y también detenido en relación con el expediente.
El dato más reciente que se desprende de la causa, según pudo saber este viernes LA BRÚJULA 24, es que se podría determinar que no sólo Ñancucheo formaba parte de la “pata policial” que le daba cobertura a la banda de robacables. Esa línea de investigación tiene bajo sospecha a no menos de otros dos integrantes de la misma fuerza de seguridad.
Fuente: La Brújula 24