El 2 de mayo de 1982, a partir de las 16:01, dos torpedos lanzados desde el submarino HMS “Conqueror” impactaron en el crucero ARA “General Belgrano”. Minutos después se hundió en las aguas del Atlántico Sur.
La madrugada del 2 de mayo de 1982 el Grupo de Tareas 79.3, integrado por el “Belgrano” y los destructores ARA “Bouchard” y ARA “Piedrabuena”, se dirigía hacia el noroeste desde la zona del Banco Burdwood, doscientas millas al sur de las Islas Malvinas.
A las cuatro de la tarde, mientras navegaban hacia el oeste a baja velocidad, fuera de la zona de exclusión, el submarino inglés HMS “Conqueror” atacó al crucero con torpedos, dos de los cuales impactaron con segundos de diferencia.
El primero de ellos dio en la sala de máquinas de popa, destruyendo además la central eléctrica y causando la muerte de la casi totalidad de los tripulantes que, por constituir el tercio que estaba libre de guardia o de tareas, descansaba en sus alojamientos en la zona de popa; tal vez unos trescientos veinte hombres. El segundo destruyó la proa, desde la Torre 1 en adelante; la que se desprendió y hundió de inmediato.
Herido de muerte y sin propulsión ni luz, el “Belgrano” se escoró rápidamente, aunque permitiendo que los tripulantes que habían sobrevivido llegaran a la cubierta principal donde, en orden y con una serenidad pasmosa, formaron en sus puestos de siniestro sin que se hubiera dado la orden. Así permanecieron durante media hora mientras los grupos de control de averías trataban de salvar la nave. Pasadas las cuatro y media de la tarde se dio la orden de abandonar el buque.
Ya su borda de babor tocaba el agua, con una escora de más de 30º. Se lanzaron las balsas y se abordaron en una rápida maniobra, ya que pocos minutos después el querido y noble crucero se recostó sobre su banda de babor y con un lento anegamiento de sus escotillas de cubierta, abiertas para dar escape a los tripulantes, se hundió de popa. Suavemente.
La nobleza en la vida de este buque también estuvo presente en ese instante. Esperó que se completara el abandono y cuando las 9.000 toneladas de agua que embarcó en 60 minutos lo tumbaron definitivamente, giró con suavidad hacia las profundidades sin afectar ninguna de las balsas que lo rodeaban.
¡Viva la Patria! ¡Viva el Belgrano! Esas fueron las voces que se escucharon en ese instante en muchas balsas. Allí no había público a quien conmover. Minutos más tarde la noche llegó con una furiosa tempestad, conspirando para impedir un rescate inmediato. Con un mar a temperatura de congelación, más de setecientos hombres iniciaron el peregrinaje de sobrevivir, rogando a Dios y esperando su rescate.
Pasado el mediodía del día siguiente, un avión Neptune de la Escuadrilla Aeronaval de Exploración avistó las balsas, que por la acción del viento habían derivado más de setenta millas al sureste. Otros aviones navales mantuvieron el contacto, entre ellos un Electra L-188 y un Fokker F-28, guiando a los buques hacia los náufragos; para el atardecer ya habían arribado los destructores y a las ocho de la noche, el aviso ARA “Francisco de Gurruchaga”, rescatando a los extenuados náufragos, que estaban en el extremo de su resistencia física. Algunos murieron de frío y agotamiento durante las horas de incertidumbre.
El rescate de los sobrevivientes del “Belgrano” constituyó una hazaña sin precedentes en la historia marítima mundial, ya que se rescató con vida a dos tercios de la tripulación de un buque hundido en invierno, cerca del círculo polar antártico, de noche, después de haber sobrevivido entre 24 y 40 horas en un ambiente gélido y tempestuoso.
El crucero ARA “General Belgrano” se convirtió así en tumba de guerra de 323 argentinos que supieron llevar sus virtudes a grados heroicos cuando el país se los demandó. Defendieron la Patria y la bandera argentina con el mismo heroísmo con el que nuestros próceres nos las legaron.
De los 375 hombres de la Armada Argentina que murieron en el Conflicto del Atlántico Sur, 323 son tripulantes del crucero ARA «General Belgrano». De ellos, solo 23 están enterrados en el continente; los demás quedaron en el buque.
El Congreso de la Nación, mediante la Ley N° 25.546/2001, declaró lugar histórico nacional y tumba de guerra al área donde se encuentran los restos del buque y los tres centenares de tripulantes que allí reposan; y la Nación Argentina, el Congreso de la Nación y la Armada Argentina condecoraron al “Belgrano” con la distinción: “Honor al Valor en Combate”.
Hoy, 41 años después de aquel día, honramos una vez más la memoria de nuestros héroes, y rendimos homenaje a los 323 tripulantes que custodian eternamente nuestras aguas australes y a los 770 que regresaron.
Gaceta Marinera