El trabajo ya no alcanza: casi 1 de cada 5 ocupados sufre inseguridad alimentaria

Un informe de la UCA reveló que casi uno de cada cinco trabajadores enfrenta inseguridad alimentaria, una señal del deterioro del ingreso incluso con empleo.

Un reciente informe de la Encuesta de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA) volvió a encender las alarmas sobre el impacto del deterioro económico incluso entre quienes tienen empleo. Según el relevamiento, en el promedio de los últimos tres años, el 19,6% de los adultos ocupados del país atraviesa algún nivel de inseguridad alimentaria, lo que significa que casi uno de cada cinco trabajadores sufrió restricciones en la cantidad o calidad de alimentos por falta de recursos económicos.

La estadística muestra que, aunque la mayor vulnerabilidad se registra entre trabajadores informales y cuentapropistas, la problemática también afecta a quienes tienen un empleo bajo relación de dependencia. Incluso dentro de ese grupo, considerando únicamente a asalariados registrados, excluyendo el servicio doméstico, la incidencia promedio de la inseguridad alimentaria alcanza al 7,4%, una cifra que, aunque menor que la del total de ocupados, refleja una realidad persistente pese a contar con aportes y estabilidad formal.

Un problema que afecta a los hogares, no solo a los trabajadores
El estudio detalla que la medición surge de un sistema de puntaje basado en respuestas sobre experiencias vinculadas a la alimentación en los últimos doce meses. Se pregunta, por ejemplo, si adultos o niños en el hogar debieron reducir porciones de comida o si padecieron episodios de hambre debido a la falta de dinero. También se indaga la frecuencia con que esa sensación se manifestó, lo que permite diferenciar entre inseguridad alimentaria moderada o severa.

Estas preguntas no solo permiten evaluar la situación individual del trabajador, sino también la de su núcleo familiar. El informe remarca que la vulnerabilidad detectada se extiende a los convivientes de la persona ocupada, evidenciando que el acceso a una alimentación adecuada depende del ingreso total del hogar más que del hecho aislado de tener empleo. En la población ocupada, el 8,1% se encuentra en situación severa y el 11,5% enfrenta dificultades moderadas.

El relevamiento también aporta una lectura etaria del fenómeno entre trabajadores formales: el grupo más afectado es el de personas de 35 a 54 años, en el que el 17,1% experimentó inseguridad alimentaria, mientras que entre quienes cuentan con aportes previsionales esa proporción fue del 8,9%. Según los investigadores, esto se explica por la mayor presión económica que suele enfrentar este segmento, asociado a responsabilidades familiares y a la necesidad de sostener mayores gastos del hogar.

Otro aspecto que se desprende del análisis es la persistente brecha de género en el acceso a una alimentación adecuada dentro del mercado laboral formal. Si bien entre los asalariados en general las diferencias entre varones y mujeres no resultan estadísticamente significativas, la distancia se amplía cuando se observan únicamente trabajadores registrados: la inseguridad alimentaria afecta al 6,6% de los varones con aportes y al 8,5% de las mujeres.

El estudio se realizó en centros urbanos del país con más de 80.000 habitantes e incluyó 2894 personas encuestadas en el último año. Para los especialistas, estos datos reflejan que la problemática del trabajador pobre continúa consolidándose como una característica estructural del mercado laboral argentino y subrayan la necesidad de políticas que no solo impulsen el empleo, sino que garanticen ingresos reales suficientes para acceder a una alimentación digna.

Fuente: InfoCielo