Hallazgo en San Pedro confirma catástrofe narrada por Darwin

Se trata de un centenar de caballos muertos que aparecieron sobre un sector de barrancas del río Arrecifes, en San Pedro. La explicación de los investigadores.

Tras descubrir restos de cientos de caballos muertos en un sector de barrancas sobre la margen izquierda del río Arrecifes, en el partido bonaerense de San Pedro, un equipo de especialistas del museo paleontológico “Fray Manuel de Torres” de esa ciudad pudo confirmar un evento climático catastrófico ocurrido dos siglos atrás, descripto por Charles Darwin en su libro de viaje: la Gran Seca.

Este fenómeno consistió en una gran escasez de agua que afectó a la región pampeana entre el 1827 y el 1832 y causó la muerte de millares de animales que se acercaban desesperados a los ríos y arroyos de la zona. Según describe CTyS-UNLaM, los equinos encontrados a pocos kilómetros de la localidad de Doyle son prueba de este desastre climático.

“Fue sorprendente, porque observamos un sector de unos 130 metros de largo, con un espesor de unos 80 centímetros, donde afloraban cientos de huesos de caballos», relató el director del Museo, José Luis Aguilar, en diálogo con la agencia de divulgación científica. «En esa masa de piezas óseas había ejemplares de diferentes edades y tamaños, unos arriba de los otros, en un espectáculo caótico que revelaba una muerte abrumadora”, agregó.

El investigador aclaró que no se encontró un patrón definido en la disposición de los huesos ni señales de depredación o ataque. «Solo era una enorme cantidad de huesos amontonados a lo largo de decenas de metros en la barranca del río. Como si esos animales se hubieran pisoteado unos a otros en un tremendo frenesí por llegar al río”, describió.

El descubrimiento fue protagonizado por Roberto Steiven, Ricardo Pereyra y Bibiana Ferreyra, quienes cumplen tareas en Estancia “La Paz”, propiedad de la familia Carneiro Andrade. Debido a la gran bajante de estos meses y las pocas lluvias, los dos hombres y la muer divisaron una extraña acumulación de huesos de animales y contactaron al Museo. Rápidamente, un equipo formado por José LuisAguilar, Julio Simonini, Matías Swistun y Walter y Mariano Parra asistió al lugar y se encargó de la recuperación y posterior análisis de los restos.

Una pezuña de oveja y un molar de vaca en las inmediaciones de los restos de caballos llevó a que los investigadores consideraran una antigüedad histórica -no prehistórica- para la muerte de estos animales. “Repensando el tema, dimos con el relato de Darwin y eso nos cambió la mirada hacia aquel desastre climático», explicó Aguilar. Y amplió: «La asociación de animales encontrados y el estado de preservación ubica a estos restos en un período moderno, y la Gran Seca descrita por Darwin es el único acontecimiento natural que nos puede explicar semejante mortandad en un solo lugar».

Según describió el doctor Eduardo Tonni, profesor emérito de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y jefe de la División Paleontología de Vertebrados del Museo de la capital bonaerense, la Gran Seca a la que se refiere Darwin se desarrolló en el marco de la Pequeña Edad de Hielo, que tuvo lugar en la región pampeana durante los siglos XVIII y XIX, con una aridez predominante.

Sin embargo, durante este período también se registraron episodios de grandes inundaciones que alternaron con los eventos secos, muestra del impacto del cambio climático aún desde antes de la era industrial. “Un nuevo cambio climático se está produciendo y deben buscarse formas de adaptación a estas circunstancias”, indicó Tonni. Y analizó: “Contamos con mucha más información y tecnología que nuestros ancestros paraenfrentarlo con responsabilidad y eficiencia”.

En este contexto, desde el Museo planean montar uno de estos caballos en una de las salas «para concientizar sobre el peligro que conlleva el deterioro del ambiente y la indiferencia ante las señales que nos envía el Planeta”, adelantó Aguilar.

El reciente hallazgo en San Pedro, junto a otro realizado en 2008 por científicos del Museo de La Plata en Chascomús, son los dos registros de mayor envergadura detectados hasta hoy que avalan las narraciones escritas por Darwin en su diario de viaje, según aseguran desde CTyS-UNLaM.

El diario de viaje de Darwin
En el año 1833, Charles Darwin plasmó testimonios desoladores de aquel período de sequía al navegar las aguas del Paraná, frente a San Pedro, en su «Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo». «El período comprendido entre los años 1827 y 1832 se llama el Gran seco o la gran sequía. Durante ese tiempo, fue tan escasa la lluvia caída, que no creció ninguna planta, ni siquiera cardos; los arroyos se secaron y todo el país tomó el aspecto de un polvoriento camino carretero”, escribió.

Y continuó: “Así ocurrió especialmente en la parte septentrional de la provincia de Buenos Aires y meridional de Santa Fe. Pereció un gran número de aves, animales silvestres, ganado vacuno y caballar por falta de alimento y agua. Un hombre me dijo que los ciervos solían meterse en su corral a buscar la poza que se vio obligado a cavar para proveer de agua a su familia y que las perdices apenas tenían fuerza para huir volando cuando se las perseguía. El cálculo más bajo supone que se perdieron sólo en la provincia de Buenos Aires un millón de cabezas”.

“Un testigo de vista me refirió que el ganado vacuno, en rebaños de millares, se precipitó en el Paraná y, exhausto por el hambre como estaba, no pudo encaramarse a los bancos de cieno y, así, pereció ahogado. El brazo del río que corre junto a San Pedro estaba tan lleno de cadáveres en putrefacción que, según me dijo el patrón de un barco, el hedor le hacía de todo punto infranqueable. Indudablemente, varios cientos de miles de animales perecieron así en el río”, añadió.

Fuente: InfoCielo