Se trata de una organización criminal dedicada a la trata de personas, lavado de dinero y delitos contra la integridad sexual de menores y adultos.
La Policía Federal informó que luego de varios allanamientos en diversas ciudades del país, dos de ellos en Bahía Blanca, se logró desbaratar el accionar de una organización criminal que, liderada por una mujer conocida como “La Tía Eva” y bajo la pantalla de una comunidad religiosa denominada “Filadelfia”, se dedicaba a la trata de personas, lavado de dinero, delitos contra la integridad sexual de menores y adultos, contra la identidad y contra la vida.
El operativo se desprende de una investigación llevada adelante por la Justicia Bonaerense en el año 2019, que concluyó con varios operativos en nuestra ciudad y otros puntos del país.
Según informó el Ministerio de Seguridad de la Nación, las diligencias se desarrollaron en las provincias de Buenos Aires, Salta, Tucumán, Mendoza, Neuquén y Entre Ríos, con la participación de 250 efectivos de Policía Federal y Gendamería Argentina. El saldo fue de siete detenidos y el rescate de 69 víctimas.
En Bahía Blanca, los procedimientos fueron en la zona de El Resero y avenida Alem, donde se identificó a una persona, secuestraron teléfonos celulares, dinero en efectivo y documentación de interés para la causa, según informaron fuentes de la PFA.
De acuerdo con lo que surge investigación, entre los delitos registrados, las y los miembros de la “comunidad” sustraían menores a sus padres biológicos para inscribirlos luego como hijos de varias mujeres de la organización.
“Esta es nuestra gestión: reforzar la investigación y el análisis criminal e ir hacia el desbaratamiento de grandes organizaciones para no dejar que este tipo de delitos se sigan cometiendo en Argentina”, manifestó la ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic.
La investigación
El grupo, oculto bajo una presunta vocación religiosa, comenzó sus actividades en el país entre 1972 y 1973 y estaba liderado por “la Tía Eva” y dos cómplices a quienes se las acusa, hasta ahora, de dos abusos sexuales (en el marco de acciones “religiosas” con el objetivo de “evitar el pecado”) contra, por lo menos, un menor. Dado su forma de actuar y el modus operandi, este tipo de hechos se fueron reiterando a lo largo de los años.
Con un “templo” principal emplazado en el Gran Buenos Aires y “anexos” en varias provincias y, según se presume y aun se investiga, en Brasil y Paraguay, captaban personas en distintas partes del país. Centralmente, esas captaciones eran realizadas sobre niñas y niños en situaciones de pobreza y vulnerabilidad. Bajo una “persuasión coercitiva” les hacían creer que la líder de la organización era una persona con un poder supraterrenal. Una vez cooptados, eran obligadas y obligados a vivir en condiciones deplorables, carentes de higiene y con una alimentación degradante. Las y los cooptados no se podían comunicar con sus familias, no se les permitía ir a la escuela y quedaban, además, sin su documentación personal. También eran obligados a trabajar en una panificadora que poseía la organización.
Fuente: Prensa Policía Federal Argentina