Creer que hacer mil cosas a la vez es sinónimo de productividad es una trampa cada vez más común. Sin embargo, según la neurociencia, esta práctica no solo es ineficiente, sino que también puede resultar perjudicial para la salud mental. Así lo advierte el neurólogo Matías Alet, quien explica que el multitasking interfiere en funciones clave como la atención, la memoria y el control cognitivo, provocando fatiga, errores y una disminución del rendimiento. “Tu cerebro no es multitasking: hacer mil cosas a la vez, en realidad, te hace rendir menos”, asegura el especialista.
Vivimos en un entorno hiperdemandante, saturado de estímulos, donde tareas como trabajar, revisar notificaciones, responder correos o hacer transferencias bancarias se encadenan sin pausas. Esta sobreestimulación, según Alet, lleva a muchas personas —incluso jóvenes— a consultar por síntomas como olvidos frecuentes, dificultad para concentrarse o fatiga mental, sin que haya una patología neurológica de fondo. La raíz del problema, señala, es un estilo de vida marcado por el exceso de estímulos y la ausencia de pausas verdaderas.
Aunque se use el término multitasking, en realidad lo que hacemos es switching: cambiar rápidamente de una tarea a otra. Este cambio constante tiene un costo cognitivo elevado, conocido como “coste de cambio de tarea”, y afecta negativamente la concentración. Diversos estudios han demostrado que, incluso si el cerebro puede procesar información sensorial en paralelo, existe un “cuello de botella” cuando se trata de tomar decisiones o realizar tareas complejas. El resultado: hacemos las cosas más lento, cometemos más errores y terminamos el día exhaustos.
Alet señala que el uso simultáneo de dispositivos digitales también impacta el rendimiento cognitivo. Estudios recientes han demostrado que personas que interactúan con múltiples pantallas rinden por debajo de la media, especialmente en tareas que requieren atención sostenida. El problema es que perdemos la capacidad de filtrar información irrelevante y de mantenernos enfocados, lo que interfiere con el éxito en nuestras actividades cotidianas.
Para contrarrestar este desgaste, Alet propone algunas estrategias clave: hacer una sola cosa a la vez, agrupar tareas similares en bloques de tiempo, silenciar notificaciones, usar técnicas de mindfulness como la meditación, implementar el “timeboxing” (asignar tiempos concretos a cada tarea), y limitar el uso de pantallas en los momentos de descanso. También recomienda hacer pausas activas —no frente a otra pantalla—, como caminar, respirar profundo o simplemente quedarse en silencio, para renovar la atención y disminuir el estrés.
Finalmente, el neurólogo sugiere “reconectar con el disfrute” a través de pequeñas acciones cotidianas: cocinar sin apuros, leer sin interrupciones, conversar sin mirar el celular o disfrutar un atardecer sin pensar en el trabajo. “Son pequeñas anclas que nos traen de vuelta al presente, estimulan el bienestar mental y emocional, y sobre todo, nos hacen bien”, concluye. Porque sí: la atención es un recurso limitado. Y nuestra salud mental, también.
Fuente: Clarín