Pedro Cahn: “Una epidemia es como un incendio, no sirve el sálvese quien pueda”

El reconocido infectólogo integra el comité de expertos convocado por el Ministerio de Salud para asesorar en la gestión de la epidemia.

-Tenemos una relación pendular con el nuevo coronavirus. Se va desde asimilarlo a un resfrío o una gripe, al pánico y el agotamiento de stock de acohol en gel y barbijos. ¿Hay un punto de equilibrio?

-Hay un dicho en España que dice «ni tan calvo ni con doble peluca». Yo creo que hay una alarma excesiva. Que hay gente que está entrando en pánico, que está haciendo locuras, por ejemplo, la compra masiva de barbijos. Eso es interesante para ver la mentalidad nuestra: se agotaron los barbijos. ¿Pero se ve gente con barbijo en la calle? No. “Compré para tener. No sea cosa que vos, si lo necesitás y lo comprás, después yo no lo puedo comprar”. Es una conducta muy individualista. Muy egoísta. Cuando lo que necesitamos frente a las epidemias es otra cosa. Una epidemia es como un incendio, no sirve el sálvese quién pueda. Es necesario ver cómo salimos de esto juntos.

-Aplica para el dengue también

-Exacto. Vos podés hacer lo que quieras desde el Estado, pero si no sacás los cacharros de tu casa, vas a tener larvas de mosquito y podés tener dengue en tu manzana. De la misma manera, cuando se le dice a la gente que tiene que hacer distanciamiento social 14 días si ha regresado de los 4 países de Asia involucrados (Japón, China, Irán, Corea del Sur), Europa y Estados Unidos, hay que cumplirlo. El DNU vincula esto con el artículo 205 del Código Penal que dice que el que no obedeciera las recomendaciones sanitarias para evitar la propagación de enfermedades podrá ser penado con multas y cárcel. Será una cárcel virtual, nadie va a ir preso por esto, pero recibirán una sanción. Y deben recibir una sanción social. Es muy importante que cumplamos con las medidas dispuestas. No son caprichosas.

-¿Será posible entonces instrumentar sanciones?

-No sé. Nunca estuvimos en una situación así. En la última epidemia de gripe A (H1N1), en el 2009, hubo un momento en el que se tuvieron que suspender espectáculos, las clases. Pero más allá de restringir las grandes congregaciones, no hubo una indicación personalizada como en este caso para las personas que vengan del exterior. Seguramente va a haber algunos casos índices en los cuales se va a cumplir y va a aparecer la foto en la tapa del diario. Tiene que ser una especie de advertencia social para que todos colaboremos en que esto funcione. Pero somos un país difícil: la gente sigue chocando sin cinturón de seguridad puesto, hay quienes andan en moto sin casco.

-Usted integra el comité de expertos convocado desde el Gobierno. ¿En qué situación está Argentina frente a la pandemia?

-Es una situación muy dinámica, cambiante. Estamos en una fase de contención, en la que estamos tratando de evitar que personas que puedan haber regresado de países en los que hay una alta tasa de circulación del virus puedan ser involuntarios vectores de la transmisión. De la fase de contención se pasa a la de mitigación, que es tratar de mitigar el impacto de la epidemia. Pero pueden coexistir ambas fases. Por ahora, tenemos casos sólo en algunas provincias. Entonces probablemente entremos en etapas distintas en diferentes lugares, tratándose de un país tan extenso como Argentina. Iremos viendo día por día. La situación es dinámica.

-¿El sistema sanitario está preparado para cubrir las necesidades de diagnóstico?

-En diagnóstico estamos muy bien porque tenemos al Instituto Malbrán que es modelo y sobrevivió a todas las crisis y ajustes. El decreto que firmó el Presidente disponiendo 1.700 millones es para fortalecer la estructura diagnóstica y los recursos terapéuticos, básicamente referido a contar con equipos de respiración asistida (si es que hicieran falta, ojalá no los necesitemos). El Malbrán está preparando una capacitación para 35 laboratorios de la red pública de influenza (el virus de la gripe), que como ya tienen la técnica es simplemente cambiar el chip de lo que están haciendo. A partir de la semana próxima o la siguiente vamos a tener 35 laboratorios en condiciones de hacer diagnóstico en las 24 provincias del país.

-¿Y en cuanto al tratamiento?

-Por el momento, con el número de pacientes que tenemos, no hay problema. Si esto llegara a tener un crecimiento logarítmico como el que se produjo en Italia, podríamos estar en dificultades. En la reunión que mantuvimos (el martes), el ministro de Defensa Agustín Rossi dijo que se hicieron relevamientos de camas disponibles en las tres fuerzas, que se puede armar un hospital de campaña con carpas. La ministra de Seguridad Sabina Frederic habló de los hospitales policiales. Se está previendo el escenario de máxima para no tener que usarlo ni de mínima, idealmente. Es un ejemplo de cómo los distintos ministerios se van involucrando en este tema.

-¿Cuánto influyó en nuestra situación la crisis que se desmadró en Italia?

-Que estalle la crisis allá fue decisivo. ¿Cuánta gente de Argentina viaja a China o a Japón? Con Italia tenemos dos vuelos directos diarios. Es un país con el que tenemos tradiciones históricas, ligaduras genéticas y tránsito frecuente por razones turísticas, familiares y comerciales.

-¿Qué le pasó a Italia? ¿Por qué se descontroló tan rápido la situación?

-Sería imprudente hacer un diagnóstico definitivo. Pero, a priori, Italia tiene muy debilitado su sistema de salud porque ha sufrido en los últimos 10 años un ajuste muy severo, se han perdido miles de puestos de trabajo. Yo no digo que esa fue la causa, pero estoy seguro de que no ayudó para confrontar la epidemia.

-¿Qué opina de quienes cuestionan el modo en que se está gestionando el control de la epidemia en el país?

-Hay distintas circunstancias. Hay gente que lo hace simplemente por ignorancia y para parecer el más vivo del pueblo y hacer la propuesta más revolucionaria.

-¿Y el resto?

Y están los que lamentablemente hacen de esto una cuestión política y tratan de erosionar al Gobierno sugiriendo que son incompetentes y que no hacen las cosas como corresponde. En esto no se está inventando nada. El Gobierno está haciendo lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud y se van aplicando las medidas en proporción a la magnitud de lo que viene, con un paso adelantado, porque en realidad, algunas de las medidas que se están tomando, alguien podría decir que son un poco exageradas.

-¿Por ejemplo?

El tema de imponer por decreto el aislamiento. Pero no se podía esperar hasta tener circulación local para hacerlo.

-¿En ese último grupo incluye a quienes critican al ministro Ginés González García por decir que no esperaba que el virus llegara tan rápido?

Las primeras noticias del coronavirus fueron a principios de enero. ¿Cómo no va a tomarnos de sorpresa? A todo el mundo lo tomó de sorpresa. Si no, diríamos “nos cayó el coronavirus en Argentina y el resto del mundo está fenómeno”. Y el mundo está hecho bolsa. Lo que se ha hecho desde el Ministerio de Salud fue crear una comisión coordinada por Carla Vizzotti, la secretaria de Acceso a la Salud. Carla llamó a las sociedades científicas y a organizaciones como Fundación Huésped para que en conjunto vayamos elaborando medidas. Y todas las medidas que se tomaron fueron consensuadas con nosotros. Si el ministerio se equivocó, nos equivocamos todos los expertos y las sociedades científicas (la SADI, la SAVE, la SAP, la SAM, el Instituto Malbrán, el Hospital Muñiz, etc.). Si se hizo algo equivocado, el día de mañana, mirando retrospectivamente, asumiré mi parte del error, porque yo fui parte de la elaboración de esas políticas.

-¿Y cómo trabajan para reducir la incertidumbre propia de una pandemia?

Es el día a día. De hecho, nosotros tenemos un grupo de WhatsApp en el que nos comunicamos las novedades, compartimos información que nos transmiten colegas de afuera. Es una comunicación en tiempo real. Nos reunimos una o dos veces por semana para analizar la situación y definir medidas. Estamos escribiendo el libreto sobre el escenario.

-¿Hasta cuándo se endurecerán las medidas? ¿Cuál es la importancia de “achatar la curva”?

En general, lo que pasa con las epidemias, es que cuando aparece un virus nuevo como este, todos somos suceptibles. En la medida que más gente se va infectando, la cantidad de suceptibles va bajando, entonces la curva epidémica, se estabiliza y empieza a bajar. Hoy en China hay menos casos nuevos que los que había hace un mes. Está bajando la curva. ¿Qué pasó? China hizo una política de contención muy fuerte, pero al mismo tiempo se saturó la población. Si acá vamos a tener una curva larga o va a ser en pico, no lo sabemos.

-¿Qué es lo que sabemos del virus hasta ahora?

No conocemos todo, pero sabemos varias cosas. Es de transmisión aérea, que se transmite por el contacto cercano -tose y se ríe, “justo me dio tos”-. Sabemos que es de alta transmisibilidad. El índice de reproducción es de 2,3, eso es que si yo tengo coronavirus y te contagio, vos tenés chances de contagiárselo a entre 2 y 3 personas más. Sabemos que el 80% de los casos son formas leves. Esto es dinámico, puede cambiar, pero por ahora es así. Hay un 20% de casos que pueden tener formas más severas, que pueden requerir internación, y un 6% de ellos son formas graves que pueden terminar en terapia intensiva. También sabemos que no es igual una persona de 30 años que una de 80.

-¿Qué deben hacer los adultos mayores?

Para ponerlo en números: una persona de 30 años que tiene una infección confirmada por COVID-19 tiene una chance de 2 en 1.000 para fallecer. Una persona de 80 años, en cambio, tiene una chance de 150 en 1.000. Por eso decimos que hay que cuidar a los adultos mayores. Particularmente a aquellos que están más frágiles. Yo soy un adulto mayor y sigo trabajando. Entraría en la clasificación que debería quedarse en su casa. Pero no estamos hablando de que todo el mundo tenga que encerrarse, si no particularmente aquellas personas que tienen las comorbilidades que los pueden poner en riesgo (EPOC, enfermedad cardiovascular, pacientes oncológicos en quimioterapia). A esa gente le recomendamos que se quede en su casa, que salga lo mínimo posible. Si tiene que ir a la farmacia porque no tiene quién le compre los remedios, que vaya. Si tienen que ir al supermercado, que vaya. Pero que no vaya a cines, teatros, al centro de jubilados, a grandes reuniones, porque si empieza a circular el virus no queremos que los pesque a ellos. Si agarra a una persona que tiene su situación inmunológica envejecida, puede ser más complicado.

-¿Se sabe por qué afecta menos a los chicos?

No se sabe por qué. Todas las enfermedades infecciosas son el resultado de un balance entre la capacidad agresiva del virus -que uno supone que es la misma para los chicos que para los ancianos- y la capacidad de respuesta del huésped. Es cierto que los chicos en la epidemia de H1N1 se vieron afectados, como las mujeres embarazadas. En este caso no se los ve como grupos vulnerables. Tampoco los obesos, que en la pandemia de gripe eran un grupo especial de riesgo. La enfermedad parece ser más grave en hombres que en mujeres. Parece ser que los estrógenos protegen de alguna manera. Puede que los chicos tengan cierto grado de inmadurez en cuanto a algunos receptores que el virus necesita para pegarse al aparato respiratorio. Es una hipótesis. No lo sabemos y no vamos a saberlo en el corto plazo. Podría llegar a cambiar. No tenemos evidencia de que vaya a ocurrir.

-¿Cómo se puede llegar a complicar en el invierno?

El frío favorece todas las infecciones respiratorias, desde el resfrío, la gripe (para la cual tenemos vacuna). Cuando respiramos, respiramos gérmenes que están en el ambiente. Sin embargo, no nos enfermamos siempre. ¿Por qué? Mientras la piel interior esté sana (el epitelio respiratorio) es difícil -no imposible- contraer una infección. El frío lo que hace es dificultar alguna de las tareas de protección que ejerce ese epitelio respiratorio y es por eso que la gente se resfría y se engripa más.

-Dijo que le preocupaba el panorama de la gripe para este año por lo que se vio en el invierno del hemisferio norte.

En el norte ha habido un brote importante de influenza, un poquito más allá de lo que se vio en años anteriores y hubo casos fatales (en Estados Unidos tuvieron unos 20.000 muertos). De modo que nosotros tenemos que prepararnos y por eso tenemos que vacunar a la población más vulnerable.

El hombre que lucha contra el estigma y para ampliar derechos
El teléfono vibra sobre la mesa cada vez que le entra un mensaje. Sin interrumpir el diálogo, baja la mirada para ver quién lo reclama del otro lado. La casilla de mails está abierta en el monitor de su computadora. Son días agitados para Pedro Cahn, referente nacional e internacional en VIH-Sida, quien integra hoy el comité de expertos convocado por el Ministerio de Salud para asesorar en la gestión de la recientemente declarada pandemia de COVID-19. “Como si algo nos faltaba”, bromea sobre lo poco oportuna aparición del nuevo coronavirus que se propaga por el mundo.

“Argentina tiene 14 provincias con dengue, con cerca de 700 casos y ya hubo muertes. Por otro lado, éramos un país libre de sarampión, hubo unos 40 casos en casi 20 años. Y desde septiembre de 2019 hasta ahora hay casi 150, fruto de haber debilitado los programas de vacunas y en parte de la acción de los antivacunas. Y esto, agregado a otras cuestiones de salud que hay que resolver. El Ministerio de Salud, además del dengue, sarampión y coronavirus, tiene montones de tareas para hacer: tenemos desnutrición infantil, obesidad infantil, otras enfermedades crónicas no transmisibles como hipertensión arterial, cardiopatías, cáncer, que todas requieren atención. Es un momento muy complicado”, analiza.

Por eso, considera exagerado el despliegue que los medios de comunicación le dan a la cobertura de la pandemia. “Prendés la tele y encontrás noticieros dedicados al coronavirus cuando tenemos dengue, sarampión, sífilis congénita, mueren todos los días personas por VIH, por tuberculosis. Pero esos temas no venden, entonces se hace del coronavirus un producto mercantil con el que cual se puede vender y levantar audiencia. Hay que informar, por supuesto. Pero no dedicarle toda la atención. Eso no va a ayudar a contener la epidemia y va a generar más pánico”.

El hombre que atendió los primeros casos de VIH en el país sostiene que grandes riesgos de las epidemias están vinculados al comportamiento social y sobreviven al paso de los siglos. “La ignorancia, el estigma, la discriminación -al enumerar, golpea el nudillo de su dedo índice contra la mesa-. En la historia, la sífilis era el ‘morbo gálico’, la enfermedad de los franceses, como si fueran los únicos que tienen actividad sexual. A la epidemia del 18, se la conoció como ‘gripe española’, como si los españoles exportaran gripe. A esta, algunos querían asociarla a China en el nombre. Hay cierto patrón de conducta y por eso es tan importante no sembrar el pánico”, insiste en su oficina de la Fundación Huésped, situada en el pasaje Ángel Peluffo, un rinconcito de Almagro que se mantiene ajeno al bullicio de Bartolomé Mitre y la avenida Rivadavia que lo encorsetan. La fachada todavía conserva restos de las explosiones de pintura roja que les lanzaron en 2018 por la militancia a favor de la legalización del aborto.

Itinerario
Nació en Buenos Aires, en 1947. En 1971 se recibió de médico en la Universidad de Buenos Aires y se especializó en infectología. En 1982, atendió en el Hospital Fernández los primeros casos de VIH en Argentina. Se convirtió en referente nacional e internacional en investigación y en la atención de personas que viven con el virus. En 1989 fundó la Fundación Huésped, organización que trabaja en favor de la salud sexual y para garantizar el acceso y el respeto de los derechos sexuales y reproductivos, de la que es director científico. Presidió la Sociedad Internacional de Sida (IAS) entre 2006 y 2008. Es uno de los creadores de la terapia doble, que demostró que el uso de dos drogas en lugar de tres en el tratamiento antirretroviral es más simple, económico y con menos efectos colaterales. Actuó como asesor para la Organización Panamericana de la Salud, la Organización Mundial de la Salud y ONUSIDA. Fue nombrado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y recibió la mención de honor “Senador Domingo F. Sarmiento” por parte del Senado de la Nación en 2014. Tiene tres hijos (Leandro, Florencia y Mariana) y cuatro nietos.

Fuente: Clarín