Lo afirmó el ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollán, quien no descartó “tomar medidas drásticas” si casos como el de Villa Azul se replican.
El ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, Daniel Gollán, defendió el aislamiento total en Villa Azul ante la explosión de contagios por coronavirus con una advertencia: “Tenemos poblaciones muy grandes en el conurbano que, si se enferman todas juntas, hacen estallar el sistema”. Mientras que, al igual que el gobernador Axel Kicillof en la víspera, avisó que -frente a un eventual brote viral- “se tendrán que tomar medidas drásticas” en barrios cerrados o edificios.
La cuarentena comunitaria decidida por el gobierno bonaerense en el asentamiento ubicado entre Quilmes y Avellaneda desató una ola de críticas. La más sonada salió de las entrañas del propio Gobierno, cuando Daniel Menéndez, dirigente social y subsecretario del Ministerio de Desarrollo Social, cuestionó como “un error” el extremo de confinar durante 15 días a los 5.000 habitantes de la barriada. “Pareciera que se construyen guetos de pobres -había dicho Menéndez-. Se confina a la gente pensando que con policía y un cerco represivo se puede evitar una situación que tiene que ver con esquema comunitario”.
El cortocircuito entre un sector de la Nación y la Provincia quedaba al descubierto.
Ayer, al acompañar al Presidente a la reapertura de una planta automotriz en Zárate, Kicillof volvió a justificar que lo actuado en Villa Azul es “para cuidar a la gente, no con un fin represivo”.
Pero fue Gollán quien directamente le respondió a Menéndez: “El comentario es desatinado”, dijo en declaraciones radiales, y se explayó: “Escuchar este tipo de cosas nos molesta porque pensamos lo mismo en términos de la dignidad de la gente, pero hoy hay que cuidar ese barrio. Buscamos cortar la cadena de contagios y la manera es evitar que entre y salga gente, cuidar casa por casa, es un criterio de cuarentena colectiva”.
El objetivo, insistió, es impedir que la rápida propagación del virus en el Conurbano derive en un colapso hospitalario. “No podemos detener la evolución de los últimos 20 días. Los casos en la Provincia pasaron de 50 o 60 a 200 por día. Eso no debe pasar. Debemos cuidar el sistema sanitario y evitar que se atosigue, porque si seguimos en la misma proyección podríamos empezar a tener problemas a mediados o fines de junio. No digo problemas de saturación, pero sí poner en tensión fuerte el sistema de salud”.
La advertencia del médico llegó en la mañana del miércoles, cuando los infectados confirmados con COVID-19 en Villa Azul ascendían a 174, sobre 301 testeos, es decir, con un índice de positividad del 57 por ciento.
Desde allí, el ministro de Seguridad, Sergio Berni, visitante asiduo al barrio desde que el virus empezó a manifestarse con presencia ostensible, no ahorró metáforas para explicar la magnitud del problema: “Acá cayó una bomba que nadie esperaba. Esto es peor que una explosión nuclear, porque en una explosión nuclear uno puede medir en tiempo real la radioactividad, pero nosotros estamos siempre 14 días atrasados”, admitió en una improvisada conferencia de prensa montada en uno de los accesos al vecindario.
También, echó mano al lenguaje militar para decir que “estamos generando acción retardante para imposibilitarle al enemigo que avance a ritmo normal”, una estrategia que se prolongará “hasta que se haga una contraofensiva, que en este caso es una vacuna o un tratamiento efectivo. […] O hasta que el enemigo nos sobrepase”, alertó.
Después, Berni apeló a una comparación de ribetes cinematográficos para asegurar que “esto es como el Titanic: tenemos el iceberg enfrente, el choque es inevitable y tenemos que definir dónde lo chocamos. Lo que el Gobernador está haciendo es que ese daño sea el menor posible”, mientras pidió “ayuda” para “transmitir una palabra de aliento, porque lo que se viene es muy complicado”.
Villa Azul es hoy la alarma que más suena. Pero un botón en la muestra de barrios vulnerables, con pasillos angostos, casas estrechas y habitantes -las más de las veces hacinados- que (sobre) viven con ingresos por día. El aislamiento allí es casi imposible; la exposición al contagio, casi segura.
El 14 por ciento de los positivos por coronavirus en la Provincia son habitantes de barrios populares, reconoció Gollán, e indicó que “se está corriendo el problema de una enfermedad que empezó en un sector social que tuvo posibilidad de ir a Europa y volver, a otra gente”.
La diferencia es insoslayable. “Por el hacinamiento y las condiciones edilicias, en los barrios populares el virus circula más rápido, por eso estamos tratando de intervenir lo más rápido posible ante un foco para que no se convierta en incendio”, ilustró el titular de la cartera sanitaria, que describió a Villa Azul como “un barrio chico”, pero “si esto se dispara en barrios más grandes, las estrategias van a ser diferentes”.
Entonces, no dudó al decir que “se tendrán que tomar medidas drásticas” si, por ejemplo, “en un edificio en el que trabajan 2.000 personas encontramos 50 o 60 por ciento de casos positivos, como pasó en Barrio Azul o en Retiro”.
Consultado sobre la posibilidad de extender el cerco a barrios privados -cuestión que genera rechazos en el sector-, Gollán aclaró que “en un country, con la comodidad que vive la gente, no es lo mismo. Pero sí el concepto. Si yo tengo esa situación hay que tomar medidas drásticas para que no se mezcle”. Y zanjó que si se detecta una “explosión de contagios”, se tomarán “todas la medidas necesarias para evitar una bomba viral”.
Fuente: El Día