La comunidad sufre una grave pérdida con el fallecimiento de Natty Petrosino a los 83 años, víctima del Covid 19. La solidaria bahiense estaba internada en el Hospital Municipal al presentar complicaciones luego de contagiarse de coronavirus.
Petrosino había dedicado gran parte de su vida a la acción solidaria entre los más necesitados e internacionalmente como la Embajadora para la Paz por la Federación Universal de la Paz, entre otros múltiples reconocimientos.
«Yo ingreso como embajadora de paz para hablarle a la humanidad sobre la trascendencia para poder pasar al otro plano. Ellos hablan para las futuras generaciones, y yo para que no le tengan miedo a la muerte. Yo volví para eso, la muerte no existe, es un cambio de residencia», dijo poco antes de recibir ese reconocimiento.
Fue creadora del Hogar del Peregrino, que le dio de comer a miles de personas en Bahía Blanca por décadas, luego se trasladó a la selva a colaborar con comunidades indígenas de Mendoza y Formosa.
«Cada día hay más pobres escuché decir hoy en los medios, pero yo diría que cada vez habrá menos porque se están muriendo de hambre en las provincias, y es literal. Acá en Formosa los quieren hacer desaparecer directamente», dijo en una de sus reciente columnas en La Brújula 24, donde cada semana dejaba su mensaje de amor y paz.
Fue candidata el premio Nobel de la Paz y la solían llamar «la Madre Teresa de Argentina».
Una historia de entrega
Natty Petrosino nació en Bahía Blanca, en 1939 y a los 27 años, casada y con dos hijos, estuvo clínicamente muerta durante unos segundos al ser operada de un cáncer en un oído y tuvo una experiencia mística que cambió su vida radicalmente.
Durante años, Petrosino fue creando una red de hogares para ayudar a los más pobres, enfermos y discapacitados en toda Argentina y con el tiempo ha extendido su labor a lugares como Nicaragua, Rusia, Ucrania y Kazajistán.
Luego decidió comenzar de cero y, a bordo de una furgoneta, se dedicó en exclusiva a los pueblos indígenas de Argentina, como los mapuches, los huarpes y los wichis. Construyó escuelas, salas de primeros auxilios y más de medio centenar de casas sin subsidios oficiales, que ella y sus colaboradores rechazaban porque le “atarían” con compromisos adquiridos.
Incluso sorteando las restricciones de la pandemia, a finales del año pasado y hasta recién el mes de junio estuvo en Formosa ayudando a las comunidades.
«Acá no quieren nada regalado, están desesperados por trabajar», comentó en marzo cuando estuvo por penúltima vez en esa zona del país.
En la década de 1960, Natty tenía una carrera exitosa como modelo. Sus expresivos ojos azules, sus cabellos dorados y su singular silueta, la llevaron al triunfo en el mundo de la moda. Hizo parte de las carreras de medicina y sociología en la UBA y trabajó en varias películas. Fue entonces que conoció a un acaudalado empresario de Bahía Blanca, con el que se casó y tuvo 2 hijos.
Su vida transcurría cómodamente en Barrio Palihue, hasta que a la edad de 27 años, enfermó gravemente y tuvo una experiencia que, según relata, le hizo descubrir a Dios y la cambió para siempre. Le dijo a su familia “mi familia terrenal tiene de todo, pero mi familia celestial está en la calle. Yo me voy con mi familia celestial a la calle”; y su vida fácil se trocó en un servicio apostólico hacia los más desamparados de la sociedad.
En 1978 Natty fundó el Hogar Peregrino San Francisco de Asís de Bahía Blanca, el primero de una red destinada a ayudar a pobres y enfermos. En la década del ‘90, Natty decidió dejarlo en manos de la Curia, para comenzar a recorrer la Argentina a lo largo y ancho de su territorio en una casilla rodante, llegando allí en donde más la necesitan.
Natty llevaba una vida extremadamente austera, y a la par de los más carecientes. Su vestimenta es sencilla y no posee bienes, ya que las pocas cosas que utiliza -como su casilla rodante- las recibe en calidad de préstamo pues no acepta donaciones para sí misma.
Consultada alguna vez sobre cómo ella pudo lograr tantas cosas por los pobres, respondió en una ocasión: “No hago discursos con el Evangelio, simplemente lo practico. No tengo ni hago papeles. No soy una burócrata, sino una intérprete de Jesús”.
El 14 de diciembre de 2006, el Concejo Deliberante le otorgó el título de Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Bahía Blanca sobre la base de su reconocida acción solidaria, y en ese mismo mes fue elegida «Mujer del Año» por el concejo regional de Aosta, Italia que año tras año distingue a mujeres del mundo que se destaquen por su labor humanitaria.
En 2013 recibió el Premio Jaime Brunet a la promoción de Derechos Humanos y el mismo Papa Francisco se comunicó con ella y la felicitó por su labor. Petrosino había expresado anteriormente su deseo de conocer al Papa, sin embargo, rechazó la invitación para viajar a la Ciudad del Vaticano expresando que no quería dejar a los pobres y que no quería “ver tanto lujo».
Fuente:La Brujula 24