“Tengo pasión por los aviones y me enamoré de la docencia”

Hace 125 años, la Armada Argentina comenzó a formar suboficiales y, para recordar este aniversario, presentamos la historia de vida del Suboficial Mayor Aeronáutico VGM (RE) Luis Alberto Carballo, instructor en la Escuela de Suboficiales de la Armada.

Luis Alberto Carballo se retiró con la jerarquía de Suboficial Mayor en 2006 y, al año siguiente, comenzó a dar clases de instrucción en la Escuela de Suboficiales de la Armada (ESSA) –instituto educativo que hoy cumple 125 años–, donde dicta tres materias relacionadas con los sistemas eléctricos y los instrumentos de las aeronaves navales.

Nació en Punta Alta hace 66 años. Terminó el colegio primario y realizó parte del secundario en San Genaro, localidad de la provincia de Santa Fe. “Mi padre se retiró como Suboficial Principal Construcciones Navales, tras realizar varias campañas antárticas. En uno de sus traslados fuimos a vivir a Santa Fe y cuando yo iba al secundario, una comisión de la Delegación Naval de Rosario llevó folletos en los que observé aviones y portaaviones. Eso me atrajo mucho y me motivó a ingresar a la Armada y ser Aeronáutico”, expresó.

En 1972, cuando tenía 15 años, ingresó a la Escuela de Suboficiales de la Armada en Buenos Aires, donde se formó durante tres años de su vida y egresó en la especialidad deseada, con la orientación electricista e instrumentalista.

“Cuando egresé de la escuela fui destinado a la Base Aeronaval Comandante Espora, donde formé parte de la Escuadrilla Aeronaval Antisubmarina, en la que estuve durante casi 30 años y en la que siempre hubo compañerismo y amistad”, relató con orgullo, mientras enumera las distintas aeronaves S-2Tracker con las que contó el destino en el que fue mecánico de mantenimiento e integrante del grupo de paracaidistas de búsqueda y rescate.

Cuando volvió de las vacaciones en febrero de 1982 recordó que la actividad fue intensa y que eso no era algo común en esa fecha: “Durante febrero y marzo, por un lado, como paracaidista, comenzamos a hacer lo de todos los años en el inicio del año naval, aunque de manera intensiva, y que implicaba saltos en paracaídas. Por otro lado, como mecánico de mantenimiento en la Escuadrilla, había muchos vuelos y reparaciones”.

El 22 de marzo le avisaron que iban a realizar ejercicios de rutina durante cuatro días. “Nos enteramos que estábamos rumbo al sur y que iniciaba la Operación Rosario porque nos comunicaron sobre la arenga del Almirante Büsser. Durante el Conflicto del Atlántico Sur yo fui asignado a un grupo de mecánicos y tripulaciones con dos aeronaves Tracker S2 para desembarcar en Puerto Argentino”.

“Realicé tareas de mantenimiento aeronáutico en el portaaviones ARA ‘25 de Mayo’, navegando en el Atlántico Sur y operando desde Río Gallegos, hasta el 22 de junio en que retornamos”, describió sobre su participación.

Luis Alberto tiene tres hijas junto a su mujer con la que se casó en 1983. Su vida continuó con normalidad, reparando fallas y supervisando las aeronaves de su Escuadrilla, tras la cantidad de horas de vuelo que éstas tuvieron en Malvinas. Luego estuvo un año destinado en la Base Aeronaval Punta Indio y retornó a su destino en la Base Aeronaval Comandante Espora para seguir con su actividad.

“Cuando me casé, mi esposa ya sabía que yo iba a pasar muchas horas fuera de mi hogar. Me tocó no estar con mi familia en navidades, cumpleaños y recuerdo que cinco días después del nacimiento de una de mis hijas me tuve que ir a Tel Aviv, pero todo ese sacrificio lo hacía por vocación”, describió Carballo haciendo referencia a esos 8 meses entre 1992 y 1993 que estuvo en la capital de Israel.

Allí vivió una experiencia enriquecedora en la que realizó cursos para modificar los sistemas de propulsión y eléctricos de las aeronaves Tracker. Se capacitó y fue parte del Proyecto de Turbinización a Tracker Argentino (TATA).

Su retiro se dio en 2006. “Durante mis 35 años de actividad realicé todas las tareas que se me encomendaron con la pasión que siento por el paracaidismo y los aviones”, concluyó sobre su etapa en la actividad operativa, en la que efectuó más de 1.200 saltos como paracaidista de prueba y rescate.

Inmediatamente después de esa etapa tuvo la oportunidad de formar parte de un grupo de instructores que inició tareas de recuperación de material para el Taller Aeronáutico de la ESSA, que se estaba instalando en Puerto Belgrano. Con la escuela ya establecida, comenzó su carrera como docente, por la que participó en la formación de todas las promociones desde 2007 hasta el día de hoy.

“Doy tres materias relacionadas a sistemas eléctricos e instrumentos de aeronaves, en las que los aspirantes pueden estar en contacto directo con el material didáctico que verán a diario en su futura carrera. Siempre me guardo 10 minutos para hablar de mi experiencia en Malvinas o en la Aviación Naval, es importante para las siguientes generaciones”, remarcó el docente.

“La instrucción es una labor magnífica y es una gran experiencia todo lo que comparto con las distintas promociones. Muchos de mis alumnos ya son suboficiales; lo cierto es que fui parte de la vida de estos profesionales y cuando les va bien a las personas que formé, me siento orgulloso”, narró.

“Cuando tomé la decisión de ser parte del cuerpo de instructores no sabía lo que iba a pasar y me terminé enamorando de la docencia”, reflexionó a modo de conclusión.

Gaceta Marinera – Mar Adentro