La biblioteca es el corazón de cada universidad. Es donde se conserva y se comparte el conocimiento legado generación tras generación. Tras el impacto de la inundación, voluntarios y voluntarias trabajan contrarreloj para recuperar los ejemplares más valiosos y las obras más raras de la colección de la UNS.
Una larga cadena de personas con guantes y barbijos trasladando libros desde el subsuelo hasta el salón de actos de Alem 1253 fue una de las postales de estos días. Allí, en el primer piso, se están preservando de la humedad y el deterioro las obras más solicitadas, los libros más raros y los ejemplares de difícil reposición de la Biblioteca Central de la UNS. Otros, unos 70 mil se calcula, se perdieron producto del agua y los hongos.
Entre las obras rescatadas pueden verse grandes enciclopedias de cirugía de más de 1000 páginas a todo color, cuyo costo de reposición puede rondar varios cientos de dólares. También complejos textos de ingeniería estructural, de cálculo matemático, y muchos otros. “Estos son los libros de alta demanda, los que más piden nuestros estudiantes. Los trasladamos acá en una cadena humana y los estamos secando con luz indirecta y ventilación cruzada, controlando que no suba mucho la temperatura para evitar los hongos”, explicó el director de la Biblioteca, magister Víctor Ferracutti.
En la sala de lectura de la planta baja, en tanto, más de una decena de voluntarios y voluntarias trabajan contrarreloj para preservar las obras más exclusivas que fueron más afectadas por la humedad. “Estamos colocando papel entre las páginas para evitar que se peguen y que funcione como secante. Y lo reemplazamos permanentemente. Estos son los libros más raros, que son muy difíciles de reponer y que estamos tratando de salvar”, explicó la bióloga y docente Paola Germain, una de las voluntarias.
Mientras se mantienen las tareas de limpieza y acondicionamiento de todos los espacios afectados en la Biblioteca ya planifican cómo volver rápidamente a atender consultas. “Algunas colecciones irremplazables se han perdido, como las obras completas de Santo Tomás de Aquino o Centro de Documentación Bibliotecológica creado por el primer director de la misma, Nicolás Matijevic. Otros pudimos salvarlos y los estamos tratando aquí a la espera de organizar rápidamente el funcionamiento, para volver a dar servicio a los estudiantes”, agregó Ferracutti.
La Biblioteca Central no fue el único espacio afectado. Los laboratorios de Ingeniería, Física e Ingeniería Eléctrica quedaron bajo dos metros de agua. Se perdieron equipos de primer nivel, y quedaron inutilizados más de 5000 metros cuadrados de gabinetes y áreas de prácticas docentes y de investigación.
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