“La Armada es el sentimiento de pertenecer a algo mucho más grande que uno”

El Cabo Leguizamón tiene 38 años, es Mecánico de Vuelo y está destinado en Motores de la Escuadrilla Aeronaval Antisubmarina (EA2S) con asiento en la Base Aeronaval “Comandante Espora” (BACE). Su pasión por los aviones, por la historia de Malvinas y la profesión militar, lo acercaron a las filas de la Armada Argentina.

Desde chico, Milton Leguizamón quiso ser militar y pertenecer a las Fuerzas Armadas. “El amor a la Patria y a los más altos ideales de la Nación crecieron conmigo; desde chico amé la profesión y me preparé para ella”, introdujo.

Cuando finalizó el secundario a los 18 años sirvió unos años en el Ejército Argentino, pero en 2006 se decidió finalmente por la Armada Argentina. Todo le indicaba que elegía el camino correcto para su futuro, desde las historias de su abuelo y las experiencias de sus tíos hasta las charlas con los Veteranos de Malvinas en su ciudad natal, y el mar que siempre lo rodeó.

“Mi abuelo me enseñó a querer a la Armada desde chico, él era suboficial maquinista, se llamaba Ernesto. Tengo un tío que falleció en el crucero ARA ‘General Belgrano’, y dos tíos más que me motivaron a pertenecer a la Fuerza”, contó.

Una vez en la Escuela de Suboficiales de la Armada (ESSA), se inclinó por la especialidad Aeronáutica, ya que le encantan los aviones. “Desde chico armo maquetas y siempre me motivaron los aviones”, dijo.

Antes de su ingreso y su actual domicilio al sur de Buenos Aires, vivió en Río Gallegos, en los barrios APAP, El Trencito, y Las 207 Viviendas. Recordó con cariño al Jardín “Merceditas de San Martín”, a su primaria en la escuela “General San Martín” y la Técnica Nº 4 “José Menéndez”, donde finalizó su secundario.

Su familia está constituida por sus padres y dos hermanos: Rubén Leguizamón, Norma Rufanacht, Eric y Malcom. “Soy el mayor de mis hermanos. Mi padre es oriundo de Capital Federal, mi madre de Reconquista, Santa Fe, quien sigue viviendo en Río Gallegos con mi hermano menor, donde yo nací”.

“Papá vive en Olavarría y Eric, en Villa Ventana; ambos en provincia de Buenos Aires” detalló. Por su parte, Milton conformó su propia familia y viven en Punta Alta, ciudad cerca a Puerto Belgrano y a “Espora”, donde se encuentra la Escuadrilla Antisubmarina. Se casó con una puntaltense, Ariana González, y tienen una hija de 6 años, Emma Malena.

Un día en la Armada

Dentro de la Armada se formó en la carrera de suboficial en la ESSA donde aprendió además de su especialidad, sobre camaradería y servicio: “Existe mucho compañerismo en todas las unidades donde te encontrás con personas de distintas partes del país con la idiosincrasia de cada lugar; y eso que te lleva a amar mucho más el suelo patrio”.

“Definir a la Armada con una palabra o frase es complejo, porque es el sentimiento de pertenecer a algo mucho más grande que uno, para servir a otros; desde nuestro lugar, podemos ayudar a la gente y proteger nuestra Nación. Servir a la Patria es el honor más alto que cualquier argentino puede realizar”, enfatizó.

Su destino, la Escuadrilla Aeronaval Antisubmarina, es una unidad de combate que pertenece a la Fuerza Aeronaval N° 2 (FAE2), dependiente del Comando de la Aviación Naval (COAN) con asiento en la BACE.

La misión de la Escuadrilla es procurar el máximo grado de adiestramiento de su personal, a efectos de mantener alistadas las aeronaves y los medios asignados, para ejecutar operaciones aéreas, ofensivas y defensivas -principalmente antisubmarinas-, en apoyo a las que realizan las unidades de la Flota de Mar.

Otras misiones de la EA2S, que se desprenden del cumplimiento de las responsabilidades de la Armada, son las de Búsqueda y Rescate en salvaguarda de la vida en el mar (Operaciones SAR), y las de Control del Espacio y Tráfico Marítimo en la Zona Económica Exclusiva Argentina.

El Cabo Leguizamón relató un día habitual en la Escuadrilla, en el que se dedica al mantenimiento del Turbotracker S2-T y la supervisión del personal a su cargo, designando tareas y brindando instrucción. “En vuelo –ya sean de prueba, adiestramiento y vuelos a la milla 200 — son otras las tareas, me desempeño a bordo de la aeronave como Mecánico de Vuelo. También realizo comisiones a distintas bases en Comodoro Rivadavia, en Trelew (Base Aeronaval ‘Almirante Zar’) en Buenos Aires, (Base Aeronaval ‘Punta Indio’).”.

Milton contó que “durante el desarrollo de la pandemia por el virus Covid-19 la Escuadrilla continuó operando y trabajando normalmente, lo que conlleva largas horas operativas de trabajo. Durante este año, hubo muchos vuelos operativos a la milla 200, tanto solos como en coordinación con unidades de superficie de la Flota de Mar”, agregó.

Describió a los vuelos de control de los espacios marítimos de jurisdicción nacional como “extraordinarios, ya que colaboramos en custodiar nuestros recursos que son muy importantes. Me siento muy orgulloso de poder realizar este tipo de trabajos porque lo considero como la razón más importante de nuestra existencia como marinos”.

Y en cuanto a expectativas futuras espera “continuar realizando ejercicios y cursos conjuntos con otras Fuerzas y seguir mejorando profesionalmente dentro de la Armada”.

Entre sus anécdotas más preciadas, el marino aeronáutico del sur, recordó un viaje antártico a bordo del buque oceanográfico ARA “Puerto Deseado”. “Estando en la ESSA fui destacado a la Antártida junto a otros aspirantes navales, durante un mes navegué mis primeras millas naúticas, y disfruté mucho de la camaradería y la visita a la base Orcadas”.

Además de aeronáutico, Milton contó que es scout hace 23 años en el grupo “María Auxiliadora” de Punta Alta al igual que su esposa Ariana, ámbito donde se conocieron. También dedica tiempo a la filatelia, es coleccionista de militaría, libros sobre Malvinas, y modelista naval.

Agradeció a su familia su apoyo incondicional y mencionó que su esposa escribe poesía y en varias oportunidades dedicó muchos escritos a la profesión de su marido, expresando la emoción y el sentimiento de cuando un ser querido parte en cumplimiento de una misión.

“Ariana y Emma son mi soporte; llevan adelante la tarea de apoyarme para poder cumplir mejor mi servicio en la Armada. Cada vez que vuelo, y que salgo al mar, conlleva un riesgo que es intrínseco en nuestra profesión…”, concluyó.

En Promesa de honor, poema de Ariana, que Milton siempre lleva con él, ella supo resumir un sentir compartido entre marinos: “Miles de días sin tu compañía, horas que no puedo contigo compartirlas; estás pero en otro lugar lejos de tu familia, cumpliendo tu deber ante la Patria que juraste ante la Bandera un día”.

Mar Adentro – Gaceta Marinera