Pablo Cuchán, el salvaje criminal, el domingo saldrá de la carcel

Ese día, el femicida de Luciana Moretti cumplirá con toda la pena de 17 años de prisión que le fijó la Justicia.
El próximo domingo, desde la cárcel que está en Saavedra, saldrá en libertad con la totalidad de la pena cumplida el responsable de uno de los crímenes más escalofriantes de la historia del Departamento Judicial Bahía Blanca.

Ese día, al cumplir la sanción que le fijó la justicia local (aliviada por el Tribunal de Casación bonaerense y confirmada por la Corte de Suprema de la Nación), recuperará el “libre tránsito” Pablo Víctor Cuchán, el femicida de Luciana Jimena Moretti, de 15 años.

Los recortes periodísticos de la época permiten reconstruir un caso conmocionante que tuvo como protagonista a un joven de 25 años que descuartizó e incineró en la parrilla del quincho de su casa de Ingeniero White a la menor.

Los restos desmembrados y calcinados aparecieron en el patio de esa vivienda y en dos descampados de la vecina localidad portuaria.

ENCUENTRO FATAL

Entre la madrugada y las primeras horas de la mañana del 16 de octubre de 2004, Luciana pactó por teléfono un encuentro en la casa de Cuchán. De mínima había una relación de amistad entre ambos.

Durante una semana, el rostro de la joven apareció en las páginas del matutino local y en afiches que familiares y amigos de la chica repartieron en las calles.

No eran tiempos del furor actual de las redes sociales y la posibilidad de una búsqueda masiva e instantánea, era limitada.

Con el paso de las horas crecía la angustia y la incertidumbre.

Nadie imaginó el triste final y, mucho menos, los ribetes de un crimen macabro por donde se lo mire.

SIEMPRE EN DOMINGO

El domingo 24 de octubre de 2004, un lugareño halló circunstancialmente restos humanos quemados en un terraplén del barrio Spurr. Pasados algunos días se confirmó, pericias mediante, que eran de Luciana Moretti.

Casi en simultáneo llegó a oídos de los investigadores un informe de telefonía que confirmaba que dos llamadas que la chica recibió la madrugada del día de su desaparición, provenían de un número de celular a nombre de “un tal Cuchán”. No se conocía demasiado de él: sólo que trabajaba en una ferretería whitense y que era hincha del club Puerto Comercial.

El mismo apellido figuraba como titular de la línea fija de la casa desde donde la adolescente habló con sus familiares para decirles que “estaba bien”, varias horas antes de que se hiciera la denuncia para establecer el paradero de la menor.

Todas las sospechas se direccionaron hacia un domicilio de Juan José Valle al 3000, a dos cuadras de la casa de los Moretti.

LA CASA DEL HORROR

Un chalet con rejas, tejas en el techo, frente de piedra y ventanas de madera.

En esa vivienda ingresó la policía, orden de allanamiento en mano. Lo que parecía ser un típico hogar familiar, se convirtió en “la casa del horror”.

Los jefes policiales salían horrorizados del inmueble: hallaron bolsas con huesos humanos carbonizados, pelos chamuscados y manchas hemáticas. En el patio, a centímetros de una pileta de natación, la tierra removida delató la presencia de más rastros del homicidio. Se hicieron excavaciones que arrojaron resultado positivo.

Caía la tarde en Ingeniero White cuando Cuchán salió esposado y custodiado. Enfrentó a quienes hacíamos la guardia periodística, pero ni una palabra salió de su boca.

“Un crimen que por sus características de salvajismo carece de precedentes en la historia delictiva de Bahía Blanca quedó al descubierto ayer con el arresto del único sospechoso del asesinato de Luciana Moretti (15) y el hallazgo de los restos de la víctima”.

Con esa noticia publicada en la edición papel de La Nueva Provincia, miles de bahienses despertaron el 26 de octubre de 2004.

La cara de la víctima aparecía en la tapa una vez más, pero esta vez junto al nombre de su verdugo.

ESCALOFRIANTE RELATO

El 7 de julio de 2007, sentado frente al tribunal que lo juzgó, Pablo Cuchán afirmó que Luciana Moretti murió por sobredosis de cocaína, pero que él no fue responsable de ello.

Con total frialdad recordó cómo se dio cuenta del deceso de la adolescente y enumeró las acciones que siguieron a ese diagnóstico, prueba más que evidente de su salvajismo homicida.

Describió que llevó el cuerpo al fogón de la casa donde vivía con sus padres y una hermana discapacitada, lo “regó” con un solvente, situó encima diez bolsas de leña y –después de volver del trabajo- lo encendió aprovechando que sus familiares estaban en Monte Hermoso.

A más de uno de los presentes en la sala de audiencias donde se realizó el debate, le corrió frío por la espalda por el relato que escuchaban.

El 16 de julio de 2007, Pablo Cuchán fue condenado a 18 años de prisión.

“MI DEUDA YA LA PAGUÉ”

Una normativa carente de sentido común, y la excesiva demora para la confirmación de las sentencias judiciales, lo hicieron posible: Pablo Cuchán ganó anticipadamente la calle.

Le dieron la libertad condicional (cumplió 2/3 partes de la pena sin sentencia firme) tras permanecer once años en prisión. El Servicio Penitenciario Bonaerense aportó la “frutilla del postre” al dar cuenta de un “comportamiento ejemplar” del preso.

Mientras la condena no estaba firme, en 2010 el Tribunal de Casación Penal bonaerense se la redujo a 17 años. Entre idas y vueltas, en 2013 la Suprema Corte provincial declaró la nulidad parcial de lo actuado y ordenó que se dicte una nueva sentencia.

“Mi deuda ya la pagué. De la cárcel sale un Pablo distinto. Un Pablo que maduró…”, dijo, en la puerta del penal, cuando obtuvo la libertad condicional.

A mediados de 2019, Cuchán volvió a ganarse merecidamente lugar entre los titulares de los medios de comunicación.

Eso fue posible merced a que construyó un prontuario con un peso específico propio, más allá que en este caso no cometió ningún delito.

Todo sucedió cuando una joven de 27 años se arrojó del Citröen C4 que él conducía. En la caída, la chica sufrió quemaduras en los brazos por el contacto contra el pavimento. Cuchán chocó y aunque fue esposado y trasladado a una comisaría, quedó libre al no haber razones para extender su aprehensión.

Pero el escándalo no fue inocuo: le revocaron la condicional y regresó a la cárcel para cumplir con el remanente de la pena.

Recién en octubre de 2018 -once años después del juicio y a 14 años del crimen-, la Corte Suprema de la Nación confirmó la condena de 17 años que había resuelto Casación. En la práctica, producto de una sucesión de apelaciones en distintas instancias (en total sus abogados presentaron alrededor de 40), a prisión regresó en 2019.

PIDIÓ SALIR EN LA PANDEMIA

En mayo de 2020, en el contexto de pandemia y alegando condiciones de hacinamiento que según su abogado particular lo exponían a ser contagiado de coronavirus, Cuchán solicitó el beneficio de prisión domiciliaria. El planteo fue rechazado de plano por el Tribunal Criminal 1.

El condenado tenía la esperanza de tener el visto bueno de la Cámara Penal a la apelación de la revocatoria de su libertad condicional, pero la resolución no fue favorable.

Esa instancia dejó al criminal sin posibilidad de un “guiño” para poder salir de la Unidad Penal de Saavedra antes de cumplir con la pena, que caduca el 24 de octubre de 2021.

Para Cuchán se acerca, ahora sí, el tiempo de una libertad con el castigo judicialmente saldado.

Sin embargo socialmente llevará una pesada cruz de por vida: haber sido responsable de uno de los femicidios más espeluznantes de la historia policial y judicial de Bahía Blanca.

Fuente: Augusto Meyer – Redacción de La Brújula 24