En la etapa inicial de las obras fue conocida con distintos nombres: Campo Aeronaval de Grünbein, Base Aeronaval de Puerto Belgrano y Base Aeronaval de Bahía Blanca.
Tiene una rica historia cuyos orígenes se remontan a 1936, cuando comenzaron las obras en los terrenos adquiridos para su construcción a 5 km de la ciudad de Bahía Blanca y a unos 25 de la Base Naval Puerto Belgrano.
“Esta Base Aeronaval es el principal punto de apoyo y proyección de nuestras aeronaves sobre el mar. Está ubicada en el centro del país, estando equidistante a cualquier punto de nuestro litoral marítimo”, explicó el actual Jefe de Base, Capitán de Fragata Marcelo Gabriel Vulic.
La Base está diseñada para brindar apoyo y sostén logístico. “Por ser esa su finalidad, su misión exige esfuerzo y atención permanente, continuidad, perseverancia y una fuerte vocación de servicio de todos sus integrantes en pos de facilitar el trabajo de las unidades aeronavales; está orientado principalmente al sostenimiento de las necesidades operativas de las mismas para el efectivo cumplimiento de sus misiones”, agregó.
En este punto destacó que se debe mantener permanentemente en condiciones toda la infraestructura y los servicios básicos necesarios, “con el objetivo de asegurar un eficiente apoyo desde tierra a todas las operaciones de vuelo; ya sea para las aeronaves que tienen asiento aquí o para todas aquellas que se encuentran en tránsito”, agregó.
En la actualidad la Base Aeronaval Comandante Espora alberga los destinos dependientes de la Fuerza Aeronaval N°2 (FAE2). En orden de precedencia, tienen asiento en ella la FAE2 propiamente dicha, la Escuadra Aeronaval N°2 y N°3 y sus destinos subordinados: la Primera y Segunda Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros, la Escuadrilla Aeronaval Antisubmarina y la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque. A su vez, se encuentra el Centro de Adiestramiento de la Fuerza (CIFA).
Además, aunque no son destinos directamente dependientes de la FAE2, se hallan dentro del predio de la Base, el Museo de la Aviación Naval (MUAN) y el Servicio se Seguridad Aeronaval (SISE); como así también algunas dependencias específicas del Arsenal Aeronaval Comandante Espora (ARCE).
Orgullo, desafíos y capital humano
Está muy ligada a la experiencia profesional y a la historia de vida de muchas generaciones de aviadores navales. Por eso para el Capitán Vulic, aviador naval, es un profundo orgullo y honor ser el Jefe de esta Base Aeronaval.
“Como aviador, no constituye un destino ajeno, ya que mientras estuve destinado dentro de una escuadrilla operativa, siempre hubo un permanente contacto con la base, teniendo un particular cariño por la misma con el devenir de los años”, dijo y agregó: “Llevar adelante la jefatura constituye un permanente desafío, que tiene como único objetivo apoyar y sostener desde sus servicios la actividad operativa de la FAE2, única razón de nuestra existencia. Y es desde ese concepto bien interpretado por todo su personal que enfrentamos el día a día y los objetivos impuestos y autoimpuestos”.
Respecto de la proyección de la BACE hacia el futuro, el Capitán Vulic aseguró: “Nosotros, cada uno de los que integramos la dotación de esta unidad, somos quienes con imaginación y esfuerzo debemos trabajar para achicar la brecha entre un futuro deseable y uno posible, dentro del abanico de alternativas que la situación nos ofrece. Cada uno, a su nivel, en su tarea, debe aportar a ese futuro posible, volcando en su trabajo todas las energías de la que es capaz para concretarlo en hechos”.
El éxito de toda misión, además de los medios y recursos disponibles, lo constituye la calidad del grupo humano. “Hoy, la Base Aeronaval Comandante Espora cuenta con esa calidad de gente, quienes con su silenciosa labor llevan adelante los quehaceres diarios, demostrando una vez más el temple y entereza que distingue a un marino”, finalizó.
La historia
Durante las primeras décadas del siglo XX, la Base Naval Puerto Belgrano tuvo un importante crecimiento que se producía debido a un cambio en el pensamiento estratégico argentino orientado hacia una proyección naval y marítima.
Este contexto implicaba no solo la modernización de los medios navales, sino también el desarrollo de los demás componentes de la Armada Argentina.
En 1936, la Aviación Naval estaba consolidada ya como componente de la Fuerza y se orientó hacia su organización definitiva mediante la creación de la Dirección General de Aviación. Además, se crearon las dos primeras Fuerzas Aeronavales: la Fuerza Aeronaval Nº1 en Punta Indio y la Fuerza Aeronaval Nº2 en Puerto Militar (Puerto Belgrano).
La Aviación Naval había crecido en medios con los Corsarios, Stearman, Kelito y los G-15 y G-20 (luego los más modernos Ducks). Fue entonces cuando se fundaron orgánicamente las tres primeras Escuadras Aeronavales, dando ya una organización que se iría fortaleciendo a lo largo de los años: las Escuadras Aeronavales Nº 1 y 2 estaban ubicadas en Puerto Belgrano y la Nº 3 en Punta Indio.
Para ese entonces se vio la necesidad de proyectar la instalación de un aeródromo ya que tanto el Puerto Militar, como su auxiliar Campo Sarmiento, resultaban insuficientes para operar desde ellas los nuevos tipos de aviones. Las autoridades de la Armada decidieron instalar una base que estuviese a la altura de las crecientes demandas del componente aéreo.
La tarea recayó en el capitán de fragata Enrique Brown. Estudiados los terrenos próximos al Puerto y decidida su construcción, se compraron los terrenos necesarios, próximos al Aeródromo Civil de Bahía Blanca (Villa Harding Creen), a 5 km de esa ciudad y a 25 km de la Base Naval Puerto Belgrano, en las proximidades de la estación Grünbein del entonces Ferrocarril del Sur.
Las obras se iniciaron en 1936 y tuvieron prioridad los hangares Nº 1 y Nº 2 que por entonces, además de cumplir con su función específica, funcionaban como oficinas, alojamientos y almacenes. El jefe de la base en construcción, Alférez de Navío Julio Bachini, tenía su despacho en el hangar Nº 1.
Su instalación no fue sencilla debido a que inicialmente los servicios básicos como agua y electricidad eran precarios, pero las vicisitudes fueron sorteándose. Hacia fines de 1938 y principios de 1939, los desérticos terrenos adquirieron otro aspecto y, con el transcurrir del tiempo, la Base Aeronaval Comandante Espora se convirtió en el eje de las operaciones aeronavales en la región.
Fuente: Gaceta Marinera