La empresa Kheiron SA, compuesta por científicos y empresarios argentinos, lideró este proyecto. Con un historial de logros mundiales, incluyendo clonaciones y la creación de embriones genéticamente editados publicados en revistas como Nature, ahora se posiciona en la vanguardia de la biotecnología equina. Este avance podría revolucionar las disciplinas deportivas al acelerar el progreso genético.
Entre los logros destacados está la edición genética de Polo Pureza, una yegua multipremiada del Abierto Argentino de Palermo. El célebre polista y veterinario Alberto Pedro Heguy, junto con Doña Sofía Polo, encomendaron a Kheiron este procedimiento. El objetivo fue incorporar características de sprinter en la yegua, manteniendo sus cualidades originales.
Gabriel Vichera, director científico de Kheiron, subrayó que el proyecto cumplió rigurosamente con normativas locales, garantizando que los caballos no sean considerados organismos genéticamente modificados. Este cumplimiento permite que los ejemplares sean tratados como animales comunes en la naturaleza y no como productos de dopaje genético. Argentina, reconocida por su liderazgo en normativas biotecnológicas, refuerza así su posición mundial en el ámbito.
El fundador de Kheiron, Daniel Sammartino, destacó que esta innovación sitúa al país en la cúspide de la genética equina de precisión. Según explicó, la técnica no solo permite mejorar la velocidad y sanidad de los caballos, sino que podría aplicarse a la corrección de enfermedades genéticas. Este avance refleja un compromiso continuo con la innovación científica en medio de desafíos económicos locales.
Los cinco caballos nacieron con 15 días de diferencia y están destinados a ocupar un lugar en competencias futuras. Sammartino indicó que este es solo el inicio de un camino en el que, al identificar y modificar genes específicos, otros criadores podrían optar por esta tecnología. Argentina continúa consolidándose como líder en biotecnología aplicada a la equinocultura, fortaleciendo su posición en el mercado global de caballos de polo.
Fuente: La Nación