“Es algo que ha pasado en otros lugares pero que nunca había ocurrido en Bahía. Es cierto que hay un calentamiento climático del planeta, no toda la culpa la tiene el hombre pero lo estamos viviendo. Todos los fenómenos que son naturales y que sabemos que pueden pasar, se van a volver mucho más intensos como fue este caso en particular. Que vuelva a pasar en Bahía en el corto plazo no lo creo, pero no podemos predecir ni tenemos la bola de cristal para saber esas cosas. Sí tenemos que empezar a trabajar el tema porque se puede repetir; tal vez no en Bahía, pero sí en zonas cercanas”, agregó.
Otros tres científicos analizaron el fenómeno
Una meteoróloga, un arquitecto y una científica del Conicet -afectada por el temporal-compartieron sus puntos de vista sobre el fenómeno climático que provocó la muerte de 13 personas y dejó a otras 14 heridas por la caída de una pared en Bahiense del Norte mientras se realizaba un festival de patín. Las manifestaciones fueron publicadas en la web oficial del organismo científico.
“Lo que sucedió en AMBA y el interior bonaerense es lo que se conoce como un sistema conectivo de mesoescala de gran intensidad, que se caracteriza por vientos extremos que en algunos casos superaron los 100 kilómetros por hora”, explicó Paola Salio, investigadora en el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera.
Dijo que si bien no es posible evitar que este tipo de eventos extremos causen daños, sí se puede minimizarlos. “Por eso son prioritarios los sistemas de alerta de lo que dispone el Servicio Meteorológico Nacional”, indica. El SMN había emitido advertencias desde su sistema de alerta temprana.
La particularidad de la tormenta, precisó Salio, fue que se extendió en espacio y tiempo, por lo que recibió el nombre de “derechos”. “Los derechos se mueven rápidamente formando un frente de ráfagas que sigue la misma dirección que la tormenta y generan vientos muy intensos, aunque es importante señalar que muchas veces se asocia todo viento intenso a un tornado y eso es incorrecto”, indicó.
Salio subrayó la importancia de investigaciones en el campo de las ciencias de la atmósfera y recordó una experiencia internacional de la que formó parte: Relámpago-CACTI. “En ese proyecto realizamos mediciones para entender mejor las tormentas y así mejorar la predicción meteorológica para disminuir impactos sociales y económicos”, señaló.
Sobre lo ocurrido en Bahiense del Norte
La caída del techo en Bahiense del Norte motivó -más allá de una causa penal de oficio que busca determinar las causas de lo ocurrido- que la comunidad científica analice el fenómeno desde lo habitacional. Alberto Floreano es arquitecto, profesional principal del CONICET, coordinador del área de Sistemas y Componentes constructivos del Centro Experimental de la Vivienda Económica y se especializa en viviendas “seguras”.
“El derrumbe del techo tuvo que ver más con el fenómeno climático que con una mala ejecución de la construcción del club”, opinó Floreano, y agregó: “Es necesario advertir que generalmente, cuando se dan eventos así, las fallas no tienen que ver con los materiales que se utilizan sino al modo en que se los utiliza”.
La vivencia de una investigadora bahiense
Para Verónica Bucalá, investigadora y directora de la Planta Piloto de Ingeniería Química (PLAPIQUI, CONICET-UNS), la tormenta del fin de semana fue “muy trágica y angustiante”. “En mi caso, más que lluvia entrando por debajo de la puerta de mi casa no sucedió. Sentí ráfagas muy fuertes y vi por la ventana un árbol del vecino que se movía de lado a lado. Un rato después, como muchos bahienses, comencé a recibir noticias trágicas de las consecuencias del temporal en otros lugares, como el Club Bahiense”.
El domingo, una vez pasada la tormenta, la investigadora se dirigió a PLAPIQUI para recorrer sus inmediaciones y dimensionar las consecuencias. “El camino hacia el instituto reflejaba un paisaje desolador, una cantidad increíble de árboles caídos afectando calles, autos y viviendas. Se me caían las lágrimas, tantas cosas por arreglar, tanta inversión por hacer en momentos difíciles. En PLAPIQUI teníamos goteras, tuvimos que sacar agua, pero no tuvimos tanta mala suerte. Lo peor es que todavía estamos sin luz y con generadores para dar energía a las heladeras del instituto. Allí guardamos muestras científicas desde hace muchos años”, manifestó.
Fuente: La Brújula 24