En su proa podrían estar Guillermo Brown. O Lord Nelson. Sin embargo, esta vez serán dos bahienses los que estarán a merced del viento y las olas del mar austral argentino.Son los únicos de este país que integrarán el cuerpo científico del “Amerigo Vespucci”, el velero escuela de la Marina Militar Italiana que está dando la vuelta al mundo
Transponer el puente y abordarlo es un viaje en el tiempo. La madera lustrosa, la aspereza de los cabos y las velas enrolladas sólo se completarían con la figura de un viejo capitán -seguramente con barba gris, pipa permanente y gabán azul- vociferando órdenes desde el puente de mando. Así es la sensación de poner pie en la cubierta del “Amerigo Vespucci”, el velero escuela de la Marina Militar Italiana, calificado por muchos como “el buque más hermoso del mundo”. La nave fue construida a principios del siglo XX siguiendo el modelo de los grandes navíos de fines del siglo XVIII y principios del XIX, con los que se libraron las batallas navales más famosas de la historia, como la de Trafalgar -donde Nelson venció a Napoleón- o la de Juncal, donde Brown derrotó a una flota imperial brasileña que lo duplicaba en cantidad de barcos.
Los doctores Andrés Arias y Alejandro Vitale, del Instituto Argentino de Oceanografía (IADO; dependiente de la UNS y el CONICET) comenzaron su viaje en el Vespucci el jueves pasado en el puerto de Buenos Aires y culminarán en Punta Arenas, luego de atravesar el estrecho de Magallanes, como parte de una campaña científica de colaboración entre ambos países. Serán los únicos científicos argentinos que forman parte de esta travesía.
“Estamos a bordo aportando conocimiento y equipos para cooperar internacionalmente pero también para construir soberanía científica en el mar, como es el objetivo de la iniciativa Pampa Azul”, explicó el doctor Andrés Arias. “Vamos a emplazar un equipo que se construyó en el IADO y también aplicaremos otras técnicas tradicionales de la oceanografía para conocer parámetros del agua y amenazas como hidrocarburos o microplásticos, colaborando con dos científicos italianos a bordo”, agregó.
“En esta campaña instalaremos un equipo de alta frecuencia de monitoreo ambiental que desarrollamos en el IADO. Como parte de las iniciativas “Pampa Azul” y la Red de Observación Marina Argentina (ROMA)” estamos equipando naves con Estaciones de Monitoreo Ambiental Continuo (EMAC). Estos equipos tienen una entrada de agua de mar y en forma permanente miden parámetros de cada lugar donde se va navegando. En este caso se medirán hidrocarburos, clorofila, sedimentos en suspensión, temperatura y otros”, explicó el doctor Vitale, uno de los creadores de las EMAC, que son construidas en el CONICET bahiense.
“A través de una cañería la EMAC toma y devuelve agua al mar, y la va analizando de manera continua, grabando los datos en una memoria una vez por segundo. Es decir, desde que Puerto Madero y hasta Punta Arenas, todos los parámetros serán registrados cada un segundo. Estas mediciones permitirán construir una “línea de base” de todos estos datos y luego, si expandimos esta tecnología a otras embarcaciones, podremos conocer sus variaciones y el estado del mar en cada momento y lugar”, agrega Vitale, investigador independiente del CONICET.
La iniciativa Pampa Azul es un programa creado por el gobierno argentino en 2014 que tiene como objetivo el estudio, la conservación y el uso sostenible de los recursos marinos y costeros en el Atlántico Sur, y se enmarca dentro de las políticas de desarrollo sustentable y de promoción de la investigación científica y tecnológica del país.
“Esta campaña forma parte de un estudio sistemático y del monitoreo coordinado de la zona litoral costero argentino desde el estuario del Río de la Plata hasta la Antártida. El objetivo central es obtener de forma sostenida datos marinos de alta calidad para el desarrollo integral y sustentable de los recursos marinos vivos y de otro tipo de la zona costera de la Argentina, y para la investigación científica”, explicaron ambos investigadores.
“Esta campaña resalta las capacidades de la ciencia y la tecnología argentinas: son equipos diseñados y construidos en Bahía Blanca, y somos científicos de acá los elegidos para instalarlos y operarlos en una nave única en el mundo”, destacó el doctor Arias, quien es profesor del Departamento de Química de la UNS e Investigador Independiente del CONICET en el IADO.
«El buque más hermoso del mundo»
El Amerigo Vespucci fue botado en 1931 como buque escuela para la Marina Militar Italiana, tal como se utiliza la fragata “ARA Libertad” en Argentina. Fue bautizado en honor del comerciante, explorador y cosmógrafo florentino que participó en al menos dos viajes al Nuevo Mundo, continente que hoy en día se llama América en su honor. Tiene 101 metros de eslora (largo) y 15 de manga (ancho). Transporta habitualmente a casi 300 tripulantes entre oficiales, suboficiales, cadetes e invitados. En sus 93 años realizó una sola visita oficial al país, en 1952. Lleva completadas 87 campañas de instrucción para cadetes, y esta es su segunda vuelta al mundo, donde tocará 30 puertos de 28 países en los cinco continentes. En pocos, muy pocos de ellos, algunos tendrán el privilegio de sumarse sin ser militares ni italianos, y volver a navegar como dos siglos atrás, una experiencia que quedará en la memoria de estos científicos seguramente para todas sus vidas.
Prensa UNS