Puerto Belgrano- Nacido hace 65 años en la localidad cordobesa de Arias y criado en el campo y rodeado de animales, Horacio Balestrini comenzó a sentir desde muy pequeño amor por ellos e interés por la vida agrícola. Sus padres se dedicaban a la agricultura en campos de las provincias de Córdoba y Santa Fe.
“Mis padres me inculcaron el amor por la naturaleza y por el estudio”, recuerda Horacio con mucho sentimiento. La escuela primaria la desarrolló en Arias, al sur de Marcos Juárez y los estudios secundarios, en una escuela agropecuaria de Casilda, al sur de Santa Fe.
“El cambio de escuela se dio porque en aquel entonces, había pocos establecimientos agrícolas en todo el país: en Casilda, en Pergamino, y en el norte del país; y mis padres me enviaron a terminar el secundario en otra provincia”, explicó.
Concluidos esos estudios, comenzó la carrera de Veterinaria en la Universidad Nacional de Río Cuarto, ciudad a la que se mudó. “En esa época se realizaba el Servicio Militar Obligatorio y mientras estudiaba, me toca el servicio en la Base Naval Puerto Belgrano (BNPB)”, recuerda. En marzo de 1980 se recibió como Médico Veterinario y cinco meses más tarde se incorporó a la Armada Argentina.
“En ese momento habían dos destinos navales donde tenían animales, en Azul y en Puerto Belgrano. Siendo Guardiamarina en comisión, yo elegí Puerto Belgrano y ahí llegué a la Agrupación Perros de Guerra (APG) del Batallón de Seguridad (BISP). Estando casi a mil kilómetros de distancia de casa, para mi familia fue algo duro, pero ellos –padres y hermano menor–pensaban que a los dos años de terminar la conscripción iba a volver a Córdoba, pero no fue así”, añora.
Explicó que en aquella época, por el hecho de ser universitario hizo dos años como Oficial de Marina de la Reserva y luego esperó un par de años más, para una vacante en el destino como Agente Civil.
El Veterinario cordobés contó una de las experiencias más importantes en su carrera: el 5 de abril de 1982, el Comandante del Batallón de Seguridad de la Base Naval Puerto Belgrano (BISP) recibió la orden de alistar una Sección de Perros de Guerra en 48 horas con destino a Malvinas y ordenó al entonces Jefe de la APG el alistamiento, el mismo día que estaban regresando a la BNPB los buques de la Flota de Mar que habían participado en la recuperación de las Islas el 2 de abril.
La misión general impartida a la Agrupación fue brindar seguridad en Puerto Argentino, por lo que su Jefe ya tenía decidido quiénes serían los dos hombres convocados para conformar la Sección: el Guardiamarina Médico Veterinario Jorge Víctor Robles y el Suboficial encargado de la APG, Ernesto Franco.
El traslado del personal, le permitió a Balestrini quedarse en el destino para ir incorporando experiencia y conocimiento: “Habían dos colegas Guardiamarinas veterinarios, Robles que parte a Malvinas y el doctor Lobera quien viaja con un grupo reducido de perros a Tierra del Fuego; y yo me quedo aquí en Puerto Belgrano. En esa época, la Agrupación funcionaba como centro de cría y adiestramiento y también se mandaban canes adiestrados a distintas unidades donde habían bases, para cubrir las necesidades de guardias de seguridad”.
El trabajo diario de la Agrupación
La presencia de los Perros de Guerra en las Fuerzas Armadas tiene más de 50 años de historia. En la Armada Argentina, la Agrupación Perros de Guerra del BISP en Puerto Belgrano, tiene el honor de ser la única unidad de su tipo en ser Veterana de la Guerra de Malvinas.
Hoy, la Agrupación cuenta con dos médicos veterinarios: los doctores Balestrini y Máximo Puente, siendo Balestrini el actual Jefe de Veterinaria de la APG. Contó que en la unidad el servicio veterinario realiza también tareas fuera de lo que es el Batallón de Seguridad como lo es el consultorio externo para el personal que vive dentro del área naval.
El servicio cuenta con un equipamiento mínimo para realizar cirugías y cuando se requiere algún servicio especial, se recurre al Hospital Naval Puerto Belgrano, o a las ciudades de Punta Alta y Bahía Blanca, cercanas a Puerto Belgrano.
Con respecto a la manera de trabajar, el doctor destaca que: “Si uno hace una buena crianza y una buena prevención, los problemas de salud de los perros no son mayores. Se está trabajando mucho sobre la instrucción y enseñanza de los canes; y con los animales de los habitantes de la Base Naval”.
En los últimos años, la Agrupación está criando en su mayoría la raza ovejero alemán, elegida por sus cualidades de “ser bravo en combate y leal con los suyos”. El ovejero alemán se incorporó al sistema de seguridad en 1965.
“Los canes se caracterizan por ser fieles y valientes, de excelente temperamento y carácter, con gran robustez física y psíquica y sobre todo, por poseer elevado nivel de audición y olfato, mucho más alto que el que el ser humano pueda percibir”, menciona.
“Se trabajó muchos años con el ovejero alemán porque es una raza muy maleable, predispuesta a la enseñanza, ligada al quehacer de la familia, por su rusticidad, y también porque como centro de crianza de la Armada Argentina, teníamos que abastecer la demanda de todo el país. Por ejemplo, se enviaban perros con ciertas características de pelaje largo hacia Río Grande y Ushuaia, y de pelo más corto, a la zona del litoral”, resalta.
Otra de las razas con las que se trabaja es la del ovejero belga malinois que se busca mucho ahora para una enseñanza específica en tareas de rescate, detección de drogas, y búsqueda de personas en siniestros y desastres naturales.
“Y tiene una gran capacidad para custodiar el ganado; con el aprendizaje en el trabajo militar, esto lo hace excelente para la custodia y protección de personas, y el trabajo como perro policía”, explica Balestrini.
“Ellos requieren y responden perfectamente al entrenamiento de obediencia y son una de las mejores razas utilizadas actualmente para trabajar en los servicios de seguridad y militares”. Cabe destacar que de este criadero han salido canes que forman el grupo Perros Detectores K9 de Punta Alta que se dedica al rastreo de personas desaparecidas en todo el país.
Las dos razas de ovejeros son seguidas por la Federación Cinológica Argentina (FCA), afiliada a la Fédération Cynologique Internationale (FCI) que tiene como objetivo fomentar la crianza y perfeccionamiento de las razas caninas. “Acá hay animales de primera línea a nivel nacional”, ajustó el profesional.
Dentro del criadero, también está el dogo, emblema deportivo y mascota de la Infantería de Marina que participa de eventos y ceremonias. “El dogo argentino es la única raza creada en nuestro país por la integración de 11 razas diferentes, buscándose un perro para luchar y controlar al jabalí, que invadía zonas rurales y hacía estragos en el ganado”.
Una vida de servicio
Radicado en Punta Alta, ciudad al sur de la provincia de Buenos Aires y cercana a la Base Naval Puerto Belgrano, Horacio Balestrini vive junto a su esposa, es padre de tres hijos- una mujer y dos varones– pero “ninguno de ellos siguió mis pasos –sonrié– sólo uno de los varones que vive en Buenos Aires es médico. No los pude convencer de mi pasión por los animales.”.
“Cuando llegué a Puerto Belgrano fui muy bien recibido desde el primer momento y en todo sentido, pero principalmente en lo laboral. Había un futuro muy grande acá para desarrollar mi profesión y ya van a ser 42 años que integro las filas de la Armada como civil. Recuerdo con cariño esos primeros años donde el trabajo se extendía a los dos clubes hípicos de la Base, a la zona de Baterías donde habían tambos y se realizaban actividades agrícolas.”.
Esos primeros años en la Fuerza, Balestrini relató que pasaba más tiempo en la Agrupación que en su propia casa, y confiesa que nunca imaginó una vida así para él: “Un pequeño muchacho que llegó desde Córdoba a una de las bases más grandes de Latinoamérica”.
“Estoy a pocos meses de jubilarme en el mismo lugar donde comencé, y la sensación es muy gratificante. Esta Agrupación de Perros de Guerra es mi segunda casa. Acá me educaron, me enseñaron, me inculcaron valores como el respeto, el compañerismo, el amor por la profesión y reforzó el amor por los animales que desde chico siempre estuvo en mí”, destaca.
“Cada integrante de la unidad, ya sean los compañeros de trabajo como los canes, son mi familia y eso será así por siempre”, agrega con emoción.
Respecto a su profesión aclaró que: “Antes se creía que el veterinario sólo podía trabajar en lugares donde hubiera animales, pero hoy en día no es así, porque puede trabajar en una laboratorio o en una fábrica de producción de alimentos de origen animal. En toda entidad o grupo que se dedique a la sanidad en general, la injerencia del veterinario es cada vez mayor”.
A modo de cierre de su vida en la Armada, Horacio resalta que la Institución ha forjado su carácter, “independientemente de mi profesión, lo hizo en lo personal, en mi vinculación con el personal militar y civil, en mi relación familiar y con la sociedad.”.
“A meses de finalizar mi vida profesional, me va a costar mucho dejar la Agrupación. Pero siempre, sus integrantes y sus canes, tendrán un lugar muy importante en mi vida”, concluyó el Veterinario en su día.
Lic.María Silvina Rosas – Mar Adentro – Gaceta Marinera