Para Martín Palazzolo, investigador del CONICET en el Instituto de Biología Agrícola de Mendoza, esta realidad representó un desafío, pero también una oportunidad. Tras varios años de investigación y formación en los Países Bajos, desarrolló un reactor capaz de transformar los restos de yerba mate en un bioaceite con valor comercial y múltiples aplicaciones.
“Trato de encontrar formas de carbono renovable que permitan reemplazar los productos de uso cotidiano que derivan del petróleo”, explicó Palazzolo a TN. “Este aceite sería una buena materia prima para hacer los monómeros similares al plástico”, añadió. El proyecto se llevó adelante en colaboración con investigadores de la Universidad de Groningen, en Países Bajos, donde diseñaron un reactor del tamaño de un termo. Este dispositivo funciona gracias a la técnica de pirólisis rápida, un proceso que, curiosamente, consume en unos 20 minutos la misma cantidad de energía que una pava eléctrica.
La pirólisis rápida consiste en calentar residuos orgánicos a unos 550 grados centígrados en ausencia de oxígeno. Este tratamiento térmico permite descomponerlos y convertirlos en distintos elementos: gases, carbón y, principalmente, un aceite biológico. En el caso de la yerba usada, el bioaceite resultante no solo puede emplearse como combustible, sino también como insumo para la industria química o en la generación de energía. Incluso, se puede usar para fabricar resinas con características similares a los plásticos derivados del petróleo.
El desarrollo representa no solo una estrategia para reducir el impacto ambiental de los residuos yerbateros, sino también una oportunidad de reconversión productiva para la industria. De lograrse una implementación a gran escala, los desechos de yerba podrían convertirse en un recurso de alto valor agregado, permitiendo avanzar hacia una economía más circular y eficiente.
“Tenemos que encontrar una fuente alternativa al petróleo, las evidencias sobran: nos dio un buen estándar de vida, pero trae conflictos ambientales y necesitamos encontrar una alternativa. El problema es muy complejo, se requiere de múltiples saberes», cerró Palazzolo, dejando en claro que el futuro energético puede estar, literalmente, en la yerba de cada mate.
Fuente: TN
