La disyuntiva que afrontó la Casa Rosada fue la de tener que incrementar una carga impositiva para sostener un tipo de cambio para el turismo en el exterior y para el consumo en dólares (como puede ser el pago de servicios de streaming y de otro tipo con tarjeta), una opción que era razonable para el mercado en términos de administración de divisas, pero menos conveniente desde el punto de vista del discurso político; o dejar que la extinción del impuesto PAIS abarate ese consumo y que eso impulse, por ejemplo, los viajes al exterior.
Finalmente terminó por imponerse este último criterio, aunque solo pudo ser confirmado ante una tendencia de caída en los dólares financieros (MEP y contado con liquidación) que hacía, aseguran, innecesario mantener una cotización por encima de los $1.600 en un contexto de nominalidad cambiaria mucho más baja.
La dificultad que le había surgido al Gobierno ante el advenimiento de la finalización del impuesto PAIS era que el consumo de divisas a través de tarjetas de crédito se abarataría y que eso podría estimular las compras con dólares -ya sea por turismo en el exterior como desde el país- en un contexto de debilidad de reservas en el Banco Central. Durante las últimas semanas desde el equipo económico advertían que no iban “a rifar” dólares del BCRA y estuvo en la mesa la opción de compensarlo con otro recargo tributario.
Fuente: Infobae