Habló un arrepentido y contó detalles de la noche de terror

Involucró al subcomisario Ñancucheo, al cual ubicó en el lugar de los hechos. Y dijo que quien daba las órdenes era Ángel Gallardo.

Jonathan Gutiérrez, el último de los detenidos en el marco de la causa robacables, declaró en las últimas horas y se convirtió en una suerte de arrepentido, al manifestar los detalles de lo sucedido. Confirma que el policía Ñancucheo estuvo en el lugar de los hechos y que ayudó a cargar los cuerpos. También afirma que estuvo en la previa, cuando se planificó el robo de cables en la Ruta 33.

Ante el fiscal Gustavo Zorzano contó detalles de cómo estaba conformada la banda, la cual según sus dichos encabezaban Ángel “El Harry” Gallardo, Martín Ñancucheo (apodado “Cobrecito) y estaba compuesta por Emanuel Chamorro Sepúlveda, los cuatro fallecidos y Gutiérrez. También asegura que circunstancialmente él participó de este tipo de actividades.

Gutiérrez quedó preso el viernes pasado. Relató de manera minuciosa cómo llegaron hasta el campo, que fue lo que sucedió y la forma en la que regresaron después del desastre. Además, las cámaras de seguridad permiten direccionar su declaración.

Manifestó que ese día estaba en su casa, recibe un llamado telefónico minutos después de las 18 por parte de Facundo Uribe (uno de los fallecidos) para que se acerque a la casa de su hermano de calle Avenida Arias porque tenían un trabajo por hacer.

Al llegar, se enteró que el trabajo que debían hacer el lunes lo pagaban en el momento, que era una changa para “El Harry”. La misma era ir a buscar metales, Gutiérrez fue a su casa a cambiarse de ropa y lo pasaron a buscar en una Chevrolet Meriva color gris.

Describió que el vehículo era manejado por Federico (Strick), uno de los fallecidos. Facundo Uribe iba de acompañante y señala que también iba Acosta en ese rodado. También relató que a la Meriva la conoce, que es de Bruno Uribe y que siempre allí andaban los pibes.

Añadió que desde su casa fueron al Barrio 5 de Abril para reunirse con quien le iba a pagar por el trabajo, donde había otros chicos a los que no conoce, entre los que estaba Fernando Gallardo (hijo de “el Harry”), Emanuel Chamorro y a otra persona a la que menciona con un apodo y conocía de vista.

Allí recibieron las instrucciones, les dijeron que iban a buscar unas líneas de cobre que no se utilizaban más y estaban sin corriente. Las mismas las debían cargar en una camioneta y que les iba a pagar entre 30 y 40 mil a cada uno por la noche. Incluso, le manifestó que era todo legal y que iba a haber personal policial.

A la casa de Gallardo llegó, luego, Ñancucheo. Gutiérrez manifiesta que nunca lo había visto, que arribó con handie y chaleco policial. Se lo presentaron a todos y, desde ahí, el propio oficial de la fuerza de seguridad se sentó al volante de la Meriva porque decía que conocía el lugar.

“A la Chevrolet subieron Uribe, de acompañante, y Joaquín y Federico conmigo en la parte trasera”, sostuvo en su testimonio ante el . Fueron en dirección a la estación de servició Aerovía, camino al Aeropuerto. Allí cargaron combustible y compraron algo para tomar con algo de dinero que les había dado Gallardo.

Al mismo lugar llegó el propio “Harry” que estaba acompañado de Chamorro, su hijo y una tercera persona. Estaban en una Amarok algo destartalada, que tomó la delantera y la Meriva lo siguió. Fueron unos 30 minutos de viaje, siguieron en dirección a Tornquist, Gallardo puso las balizas y paró al costado de la ruta. El otro auto también frenó y todos bebieron gaseosas.

Allí, “El Harry” volvió a dar las instrucciones. ‘Métanle acá 50 metros y están las líneas de cobre muertas’. Gutiérrez manifiesta que cruzaron la ruta, saltaron el alambrado y entraron al blanco. Llevaban una soga blanca y una tijera corta perno. “El milico y Gallardo no entraron, cada cual con su vehículo giró en U, esperando con las balizas puestas sobre la banquina”.

El resto del grupo, saltamos el alambrado y entramos al campo. “Como había un policía no sabía que estábamos robando. Uno de los chicos tira la soga y cortamos la primera línea de los cables”. Luego, escuchó que algunos comenzaron a discutir y oía un zumbido. Gutiérrez le empezó a decir al grupo que le parecía que había tensión en el tendido”.

“Empecé a irme para la camioneta y el ruido era cada vez más fuerte. Luego oí un quejido de dolor. Vuelvo al lugar y veo a Chamorro quejándose. Me acerco y veo que tenía las manos explotadas. Lo agarro de los brazos, lo zamarreo y él no podía hablar. No me podía decir dónde estaba el resto de los chicos”, expuso.

“Salgo corriendo a uno de los postes y veo solamente cables. Vuelvo a ir en dirección a Bahía, con la linterna del celular encendida y encuentro a los cuatro chicos abrazados a la soga, uno encima del, otro, tirados en el piso. Les hablo y no me contestan. Los separo, les empiezo a pegar, pero no reaccionaban. Ya estaban sin aliento”.

Ya no estaban ni la Meriva con Ñancucheo ni la Amarok de Gallardo. Había poca señal de celular, pero pudo llamar a Bruno Uribe (que le había ofrecido el trabajo, pero no había ido al lugar). Llamó a otro joven conocido del grupo, al cual le alcanza a decir que a los chicos les había agarrado corriente.

Gutiérrez vuelve a ingresar al campo al lugar donde estaban los fallecidos y Chamorro, el herido, quien solo gritaba y lloraba del dolor. Al rato vio balizas y corrió para la ruta. Allí detectó la Amarok conducida por Gallardo, las logró frenar, al igual que la Meriva que guiaba Ñancucheo.

Cuando se acerca a “El Harry”, le manifiesta que a los chicos les agarró corriente. El arrepentido se sube al asiento del acompañante para entrar al campo. Le indicó dónde estaban y Gallardo no se quería meter para que no los agarre el colectivo, pese a que su hijo era uno de los electrocutados.

Allí fue cuando Gutiérrez le empezó a dar trompadas e insultarlo para convencerlo de que entre al campo. Luego de ese episodio, accedió a ingresar. Rompen el alambrado haciendo marcha atrás con la camioneta, la cual queda apuntando con la trompa a los chicos. “El Harry” no quería encender las luces del vehículo para que no lo descubran.

Gallardo se baja y va a ver a su hijo, le toca el cuello y dice “ya están listos”. Gutiérrez vuelve a insultarlo y le pide que los lleve al hospital. Chamorro con las manos explotadas se sube a la Amarok, la cual se vuelve a correr para acercarla a los cuerpos. El arrepentido cuenta detalles de qué forma los subieron: primero a Facundo, luego a Fernando, Joaquín y Federico, con la ayuda de una persona más”.

“Subí al lado de Chamorro, del lado de la puerta. Tomamos la ruta, la camioneta tenía trozos de alambre enganchados. Y cuenta que en un momento los empieza a perseguir la Policía”. Sobre Ñancucheo dice que se quedó en el campo y reiteró que Gallardo no quería colaborar a cargar los cuerpos, que no tenía sentido si ya estaban muertos.

Más adelante les hizo señas de luces un auto que venía en sentido contrario, un Ford Focus gris manejado por Bruno Uribe. Y sostuvo ante Zorzano que en determinado momento ya no se veía la Policía, por lo que este último vehículo se pone adelante de la Amarok y golpea a Gallardo, mientras Alejo Rossi va a tomarle el pulso a los chicos.

Gutiérrez cuenta que se subió al Focus, que para ese entonces se sentía muy descompuesto por la situación. “El Harry” también asciende a dicho vehículo en el asiento del acompañante y es Uribe, hermano del chico fallecido, quien maneja la Amarok. “Entramos al Hospital Municipal por lo que creo que es la parte trasera, desesperados saltamos una reja, no sé bien qué hicimos y llegamos a la guardia”, infirió.

Ahí Bruno le confesó al arrepentido que los cuatro chicos estaban muertos. “A ‘El Harry’ no lo vi más, como tampoco a Rossi ni a Ñancucheo. Ante la pregunta del fiscal, Gutiérrez reitera que el jefe de la agrupación ilícita era Ángel Gallardo.

Fuente: La Brújula 24