Juicio Triple A: “Eran asesinos y ladrones”

Julio Trujillo, hijo de Salvador asesinado en 1975, habló de la mafia que encabezaba Rodolfo “Fito” Ponce. “Da impotencia hasta el día de hoy”, afirmó sobre el crimen de su padre.

Julio Trujillo fue uno de los testigos que declaró en el marco del juicio por los delitos cometidos en nuestra ciudad por la Triple A y contó lo que recuerda del tiempo en que su padre era perseguido.

Salvador Trujillo fue asesinado la noche del 20 de septiembre de 1975. Fue interceptado a metros de su casa en el barrio Noroeste cuando salía de comprar cigarrillos en un kiosco y su cuerpo apareció al día siguiente baleado en Av. Arias.

“Me saqué un gran peso luego de declarar, luego de 45 años esperando esto. Estoy sorprendido con otros testimonios, uno va atando cabos para poder llegar a esta gente, a estos asesinos de la Triple A, en manos de la persona nefasta como fue Rodolfo “Fito” Ponce”, expresó Julio en diálogo con Radio Altos.

Su papá tenía 33 años y trabajaba en la Lanera San Blas cuando fue asesinado. “A los molestos para la patronal, había que hacerlos a un lado. En ese momento te mandaban a asesinar. Eso pasó con mi padre”, aseveró y relató que, como delegado, Salvador luchaba por los derechos de sus compañeros, con pedidos como reducción de la jornada laboral o la entrega de un refrigerio durante las 16 horas que trabajaban cada día de lunes a lunes.

Según contó, fueron varias las veces que antes y después del crimen, integrantes de la Triple A, fueron a su casa. “Una madrugada me apoyaron una 45 en la cabeza y otra persona le decía a mi madre que si no contaba dónde estaba mi papá, que vaya a buscar la palita para levantar mi cabeza”, relató.

Enfatizó que a los actores intelectuales del crimen de su padre los tiene identificados, sólo resta saber “quién apretó el gatillo”. Salvador recibió por la espalda siete disparos que terminaron con su vida esa madruga del 20 de septiembre de 1975.

“Era un círculo en el que la Marina investigaba, estaba la patronal y los dueños de la Lanera y un sindicato metido; ahí actuaba la mafia Ponce”, advirtió.

Julio tenía 7 años cuando su papá salió de su casa y nunca volvió. “Recuerdo la noche que se fue, se vistió para la ocasión, lo estaban buscando, esperando. Esa noche llovía mucho, mi papá salió a comprar cigarrillos y un vecino vio cómo lo subieron en un Fiat 125 (la denominada fiambrera), en la esquina de Jujuy y Entre Ríos. Se entregó porque si no yo no estaría hablando ni mi madre”, detalló.

Señaló que al menos 8 o 10 veces integrantes de la Triple A ingresar a su casa, antes y después del crimen, buscando y llevándose elementos. Hasta les robaron dos sillas antiguas que había comprado su abuelo en un remate. “Eran asesinos y ladrones”, describió.

En cuanto a cómo supieron que su papá había sido asesinado, recordó que una mañana, cerca de las 10, él estaba jugando en la vereda, y estacionó frente a su casa un móvil policial. “Vinieron de la comisaría de Ingeniero White. Fuimos a la seccional y vimos colgada la ropa de mi padre, embarrada y ensangrentada”, agregó.

La causa por el homicidio de su padre fue archivada un mes después. “Fue como si hubieran encontrado a un perro muerto en la calle. Eso te da impotencia hasta el día de hoy”, admitió.

Por último, manifestó que creció “muy de golpe”, su mamá tuvo que salir a trabajar y él vendía golosinas en las canchas de fútbol. “Mi mamá al tiempo formó otra pareja y yo seguí estudiando. No sé si fue como resignarnos”, concluyó.

Fuente: Frente a Cano