Aunque la idea polariza a los países, parte del consenso sobre lo mal preparado que demostró estar el planeta para enfrentar situaciones como las que vive ahora con la Covid-19: desde el hecho de que no se pudo evitar que un pequeño brote focalizado se convirtiera en una pandemia hasta el acceso desigual a las vacunas que permitió la mutación del virus como ocurrió con la variante Ómicron, recientemente detectada en Sudáfrica.
El proyecto de un tratado fue propuesto por primera vez en noviembre del año pasado por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, para «establecer un compromiso internacional más fuerte en la prevención de estas crisis» y desde entonces la Unión Europea (UE) viene presionando para avanzar en su concreción.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, que hace un mes recibió el aval del bloque europeo para su reelección en 2022 al frente de la agencia sanitaria de la ONU, dio rápidamente su respaldo: «Creo que un tratado sobre pandemias es lo mejor que podemos hacer para lograr el compromiso político de los Estados miembros».
De acuerdo con la UE, este nuevo instrumento legal debe hacer hincapié en un mejor seguimiento de los riesgos de futuros virus, un sistema más eficiente de alertas e intercambio de información, mayor financiamiento en investigación y fortalecer los sistemas de salud y de atención médica.
Pese a este último punto, su propuesta no menciona nada sobre una distribución más equitativa de las vacunas y existe pesimismo que lo incorpore ya que el bloque europeo, sede de grandes farmacéuticas, es uno de los principales detractores de iniciativa para suspender temporalmente las patentes de los inmunizantes que se debate hace más de un año en la Organización Mundial del Comercio (OMC).
La conferencia ministerial de la OMC se iba a reunir en la misma fecha y en la misma ciudad (Ginebra, Suiza) que la Asamblea Mundial de la Salud, con el tema de la exención de la propiedad intelectual de los tratamientos anticovid en la agenda, pero el encuentro fue suspendido por la prohibición de vuelos entre Europa y el sur de África ante el temor de una expansión de la variante Ómicron.
Otro actor de peso, la Federación Internacional de la Industria Farmacéutica (Ifpma), principal organismo de lobby de los grandes laboratorios, también marcó la cancha para que no se toquen sus intereses comerciales: «Los debates sobre un posible tratado sobre pandemias deben tener en cuenta el importante papel que desempeña la innovadora industria biofarmacéutica y su cadena de suministro en la lucha contra el virus», indicó a través de una declaración realizada en marzo.
Por su parte, los países del Sur Global, que son los más afectados por las barreras para conseguir inmunizantes, están interesados en que un nuevo acuerdo sobre pandemias incluya expresamente una mejora en el acceso a medicamentos, tratamientos y tecnologías médicas.
«Para los países de ingresos bajos y medianos que apoyan el tratado directamente, o para aquellos que se inclinan a considerarlo como un nuevo instrumento eficaz, el acceso a medidas contra la Covid-19 es un factor clave para participar en estas discusiones ante el apartheid de vacunas actual», indicó un informe elaborado esta semana por el Geneva Global Health Hub, una organización que tiene como objetivo mejorar la gobernanza mundial en salud.
El trabajo, basado en entrevistas a 23 delegados (muchos del Sur Global) y presentado de forma presencial y virtual en un acto al que asistió Télam, da cuenta además del interés que el instrumento sea vinculante en apoyar a iniciativas de la OMS como el Covax o el Acceso Mancomunado a la Tecnología (conocido como C-TAP), pensado para que los laboratorios compartan voluntariamente la propiedad intelectual y otros datos de los fármacos para diagnosticar y tratar la Covid-19.
En el Hemisferio Norte tampoco existe consenso: EEUU, Rusia y China por ejemplo creen que un tratado como el que piensa Europa puede ir en detrimento de su soberanía nacional y generar más burocracia.
La Casa Blanca ya marcó su posición a favor de una de las alternativas que también se barajarán en la Asamblea Mundial de la Salud: en lugar de generar un nuevo instrumento, trabajar en enmendar el Reglamento Sanitario Internacional, el único tratado legal existente que tiene la OMS para actuar como vigilante del sistema sanitario mundial y que fue revisado por última vez en 2005 ante la epidemia de síndrome respiratorio agudo grave (SARS).
De acuerdo con un texto firmado por el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, un nuevo tratado «puede tardar años en lograrse», por lo que modificar el marco legal actual sobre emergencias sanitarias sería un camino más rápido.
«Es un acuerdo legal vital, pero la pandemia de Covid-19 reveló debilidades que se pueden solucionar, particularmente en torno a los sistemas de alerta temprana, la coordinación de la respuesta y el intercambio de información», indicó el funcionario en la declaración firmada también por el ministro de Salud estadounidense, Xavier Becerra.
Esto último expone que el principal interés de Washington, en un punto que sí comparten con la UE y el Reino Unido, es darle a la OMS el poder de sancionar a sus Estados miembros si no comparten los genomas de un virus, ante las acusaciones de que China no lo hizo cuando se detectaron los primeros casos en Wuhan.
El gigante asiático sostuvo por el contrario que compartió el genoma en cuestión de días y que eso permitió que varios laboratorios alrededor del mundo saquen vacunas eficaces en tiempo récord.
De fondo está la pelea política sobre el origen del coronavirus, con EEUU y el director de la OMS exigiendo una investigación más amplia en China, luego de la realizada en enero de este año por un equipo de expertos que concluyó «entre probable y muy probable» la hipótesis de una transmisión al hombre vía un animal y prácticamente descartó la tesis de que el virus se originara en un laboratorio.
Fuente: agencia Télam