El trabajo consignó que en la Argentina, los constantes cambios en las políticas aplicadas sobre los servicios públicos (extremos entre subsidios exagerados acumulados por periodos prolongados y recomposición abrupta de los precios en periodos breves) impiden encontrar un nivel de tarifas estables en el mediano plazo.
El trabajo tomó como fuente al Instituto de Economía (INECO), sobre la base de los datos informados por el Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE) y la Secretaría de Trabajo de la Nación.
A nivel mundial, y dentro de América del Sur, la tarifa de electricidad de Argentina se encuentra relativamente barata.
El costo es de US$ 0,11 por kWh (hasta el año pasado, en marzo, la misma tarifa era de 0,04 centavos de dólar) y de US$ 27,5 si se considera la canasta básica de 250 kWh.
El valor promedio de esta misma canasta en todo el mundo es de US$ 42,5 (USD 0,17 por kWh), con lo cual la canasta argentina es US$ 15 más barata.
El estudio indicó que a pesar de que sea necesario una corrección tarifaria de los servicios públicos, los nuevos valores impactan dentro del gasto de los hogares, a la vez que el poder adquisitivo de los argentinos viene en caída, presionando aún más sobre este fenómeno.
En marzo de 2024, la tarifa de electricidad representó el 21% de la canasta básica total (CBT) que mide el INDEC.
Tan solo dos meses antes, en enero, la misma tarifa equivalía al 10% de la CBT. Quizá por estas razones y para mitigar el impacto en una tasa de inflación gradualmente en baja es que el gobierno ha decidido postergar los aumentos de tarifas ya planificados, para distribuirlos en el tiempo.
Debido a las distintas políticas que se han aplicado en los últimos 30 años sobre los servicios públicos en Argentina, las tarifas que se abonan han oscilado constantemente en torno a las discusiones de aquellos que proponen un esquema de subsidios para abaratarlas y los que proponen sincerar su costo para no caer en gastos desmedidos de las cuentas públicas.
Durante los primeros años de este siglo, post crisis de 2001, se aplicaron políticas de subsidios como respuesta a la caída de los ingresos de los argentinos.
Con el paso de los años, Argentina comenzó una recuperación económica, pero, sin embargo, el esquema de subsidios a las tarifas no se modificó. Se “pisaron” los precios de las tarifas durante años, generando valores ficticios, totalmente alejados de los que surgirían si se consideran la estructura de costo de las empresas que brindan el servicio.
Como contraparte, las gestiones posteriores aplicaron políticas para solucionar estos problemas, pero no fueron bien recibidas por los consumidores.
Los aumentos significativos en las tarifas de luz generaron rechazo en buena parte de la sociedad (amparos judiciales), ya que este tipo de consumo es inelástico (ante las variaciones en los precios, uno no pudo modificar su consumo con facilidad).
Fuente: NA