“Este dato muestra que 1 de cada 3 jubilados vive en condiciones de pobreza, y que en el último año más de medio millón de jubilados (542 mil personas) se sumaron a esta situación”, destaca el informe.
En el caso particular de los jubilados, se observa un marcado incremento en la proporción de personas afectadas por la pobreza. Aunque los mayores de 65 años continúan siendo el grupo etario con menor incidencia, el aumento en la pobreza dentro de este sector ha sido significativo durante el último año, reflejando una vulnerabilidad creciente en esta población históricamente más resguardada.
Esa conclusión fue alcanzada a partir del estudio titulado “Pobreza e Indigencia: Perfiles de la pobreza. Propuestas para su abordaje en la Argentina reciente”, llevado a cabo por los investigadores Eduardo Chávez Molina (del Instituto Gino Germani, UBA y Universidad de Mar del Plata), José Rodríguez de la Fuente (del CONICET y el Instituto Gino Germani) y Mariana Sosa (del CONICET).
El informe analiza exhaustivamente la incidencia de la pobreza en diversos sectores de la población y destaca una realidad sorprendente de los últimos años: el aumento de la pobreza entre trabajadores en relación de dependencia formal, y no solo entre aquellos en empleos informales o precarios, como se solía pensar. En particular, en el grupo de asalariados formales, se observa una tendencia creciente en la pobreza, especialmente en sectores como comercio, construcción, industria manufacturera y servicios de alojamiento y gastronomía.
El estudio también clasifica a los trabajadores según su carga horaria en tres grupos: ocupados plenos, sobreocupados y subocupados. En el caso de los subocupados, es decir, aquellos que trabajan menos horas de las necesarias o deseadas, se observa un notable incremento de la pobreza, que pasó del 40,9% en 2016 al 67,1% en 2024. Esto refleja su alta vulnerabilidad, ya que suelen enfrentar ingresos bajos e insuficientes, característicos de este tipo de empleo.
Sin embargo, la pobreza también aumentó de manera significativa entre los ocupados plenos y sobreocupados. En el caso de los ocupados plenos, la pobreza pasó del 17,4% en 2016 al 37,9% en 2024, mientras que entre los sobreocupados subió del 20,2% al 44,4% en el mismo período. Esto muestra que, aunque el impacto de la pobreza es más severo entre los subocupados, otros grupos también experimentaron un deterioro económico significativo.
La aceleración de estos datos comenzó en 2020, en gran parte debido a la crisis económica y social generada por la pandemia de COVID-19. Esta situación revela un empeoramiento de las condiciones laborales y salariales para todos los sectores, destacándose especialmente aquellos con trabajos inestables o con menor carga horaria.
El estudio también detalló la diferencia en el impacto de la pobreza entre los asalariados formales e informales. Se observa una notable disparidad a favor de aquellos que tienen trabajos formales: la pobreza entre asalariados informales supera más del doble a la de los formales (64,3% frente al 27,8%). No obstante, esta diferencia se está reduciendo debido al deterioro de los salarios de los trabajadores formales, lo que significa que más empleados formales están cayendo en la pobreza y acercándose a la situación de los informales.
Esta reducción de la brecha no se debe a buenas noticias, sino a condiciones salariales más precarias entre aquellos que trabajan en blanco, lo que los vuelve más vulnerables.
En el primer semestre de este año, el impacto de la pobreza afectó a todos los sectores. Los asalariados formales pobres aumentaron un 50% (+740 mil personas), mientras que los informales lo hicieron un 27% (+513 mil personas). En comparación con el semestre anterior, la pobreza creció significativamente tanto entre asalariados formales (del 18,1% al 27,8%) como entre informales (del 49,2% al 64,3%). Además, en términos interanuales, la pobreza aumentó en todos los sectores: entre formales, subió del 16,4% al 27,8%, y entre informales, pasó del 47,8% al 64,3%.
Fuente: Ámbito