Las universidades del Litoral (UNL) y de San Martín (UNSAM), en conjunto con el CONICET, patentaron en Israel un desarrollo biotecnológico -un biofármaco con propiedades neuroprotectoras y neuroplásticas- que podría ser utilizado para tratar enfermedades neurodegenerativas o accidentes cerebrovasculares.
Seis investigadores que integran las casas de estudio mencionadas diseñaron una nueva molécula que podría combatir el alzhéimer, párkinson, esclerosis múltiples u otras enfermedades neurodegenerativas, que junto a los accidentes cerebrovasculares, son los causantes del 11 por ciento de muertes en todo el mundo, según la OMS.
La producción de este nuevo biofármaco provocaría enormes regalías al Estado argentino ya que con sólo el 2 % que utiliza el mercado argentino, duplicaría la facturación nacional. No es una tarea fácil: hay más de 10 mil biomoléculas en fase preclínica en el mundo y las probabilidades de cada una de llegar al mercado son del 13 %.
El proceso de patentamiento y la intervención de la UNSAM
Para el patentamiento, algunos de los investigadores fundaron la startup BioSynaptica, que finalmente recibió la licencia exclusiva de la patente, que tras presentar la solicitud en más de 14 país, Israel fue el primero en reconocer la originalidad de la biomolécula y otorgar el nombramiento.
Es importante resaltar que Israel es uno de los diez países del mundo que más invierte en investigación y desarrollo. Camila Scorticati, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB) de la Escuela de Bio y Nanotecnologías (EByN) de la UNSAM y una de las científicas que figura como inventora de la biomolécula patentada, expresó: “Que su oficina de patentes haya avalado como novedosa y con altura inventiva nuestro desarrollo es un reconocimiento muy importante”.
¿En qué consiste el desarrollo?
A partir de hEPO, un bioterapéutico utilizado para el tratamiento de anemias, dada su capacidad de producir y mantener glóbulos rojos en circulación, los investigadores obtuvieron una nueva biomolécula.
Los científicos modificaron la proteína para anular la posibilidad de su unión con el receptor que desencadena la función eritropoyética manteniendo intacta la unión con el receptor que produce la acción neuroprotectora y neuroplástica.
Podés conocer detalle por detalle del desarrollo científico en el siguiente enlace:
Fuente: InfoCielo