Por eso elegimos contar la historia del Suboficial Principal Ángel Fernández, quien nació hace 52 años en Campana; a los pocos años su familia se trasladó a Pergamino por el oficio de soldador de su padre, donde creció junto a sus 7 hermanos y rememora momentos inolvidables de aquella estancia de su infancia que recorría a caballo, salía a cazar y donde su padre hacía los mejores asados.
Asistió a la escuela primaria “Monseñor Scalabrini Ortíz” de Pergamino. Admite que su personalidad rebelde lo llevaba fuera del aula, que no le gustaba estudiar y que pasaba gran parte del tiempo con la Madre Superiora, Directora del colegio; ella fue la que vio en él dotes para la pintura y la música. Así concursó a los 15 años para ingresar a la Escuela de Jóvenes Músicos del Conservatorio “Julián Aguirre” de La Plata, en Abasto.
Allí aprendió a tocar la trompeta y gracias a sus docentes se vinculó con la Armada. “En ‘El Aguirre’ muchos de sus profesores dictaban clases en los institutos de formación de las Fuerzas Armadas e incentivaban a los alumnos al ingreso en sus filas. En mi caso, pude rendir un examen de música para ingresar a la Armada y así me incorporé”, relata sus inicios.
“No sabía mucho del ámbito naval, pero el uniforme sí me gustaba y recuerdo que en ese momento consideré que sería un logro llegar a vestirlo; y fue lo que motivó mi ingreso a la Escuela de Suboficiales en 1991”, cuenta Ángel.
Sus primeros años de formación navegó en el buque de instrucción ARA “Piloto Alsina” y en varias lanchas rápidas cuando estuvo destinado en el sur del país. Egresó en 1993 como Cabo Segundo músico siendo su primer pase la Escuela Naval Militar en Río Santiago, Ensenada.
Le siguieron traslados cada dos años: a las Bandas de Música de las Bases Navales Mar del Plata, Ushuaia y Puerto Belgrano (BNPB), para retornar cerca del 2000 ya como Cabo Principal y primera trompeta o solista en conciertos, a las bandas de Mar del Plata, por 6 años, y a la de Puerto Belgrano por 9 años.
Estando de pase en Ushuaia conoció a Susana Ortíz — oriunda de Punta Alta y hoy comunicante naval– y se casaron en 1998. Tuvieron 3 hijos: Nahir (24), Lourdes (22) y Pablo (20). Todos viven en Punta Alta, ciudad cercana a BNPB. “Me recuerda a Pergamino en su aire de tranquilidad”, expresa.
Dice que no pierde las esperanzas de que alguno de sus hijos siga sus pasos en la música, “Nahir y Lourdes se inclinaron más por las danzas, y el más chico tiene buen oído y toca la guitarra”, sonríe. Las mujeres iniciaron una carrera en la Armada como Marineras Técnicas; la mayor es Despachante de Aduanas y Lourdes estudia Enfermería. El menor es técnico radiólogo y cursa la licenciatura.
Su paso por la Banda de Música de la BNPB y el logro de obtener el título de Maestro de Bandas Militares en el 2018, lo mantuvo al frente del destino hasta el 2023: “Fue un gran desafío conducir al personal con responsabilidad– unas 70 personas–, hacer los ensayos y presentaciones”, explica.
La presencia de la Bandas navales en los servicios, ceremonias y desfiles, como en charlas y presentaciones en las Escuelas de la comunidad o conciertos para público en general, llevan al músico a asumir diversos roles con responsabilidad que requieren más compromiso y dedicación.
Fuera del ámbito de la Armada, Ángel también integró grupos musicales de cumbia, rock y música mejicana, y se ha interesado en tocar otros instrumentos de viento como el trombón y el bombardino. Hoy como Suboficial Encargado del Gabinete de Música de la Escuela de Suboficiales de la Armada (ESSA) asume el cargo de conducción y Maestro de Banda de Música e Instructor de Trompeta, donde tiene la oportunidad de estar muy cerca de las nuevas generaciones de músicos.
Además del aprendizaje y la práctica constante dice: “Todo músico lucha con dos miedos: el pánico escénico al acercarse al atril con una sala llena de espectadores, y la idea de fracasar en ese momento. Son parte de los primeros aprendizajes. Vas descubriendo la capacidad de expresión y el disfrute, y se llega a una mayor jerarquía con todos los conocimientos necesarios para desenvolverse con más tranquilidad y presencia; los frutos se ven después”.
Explica que los cupos para la especialidad en Música en la ESSA son limitados –como todos los escalafones– porque dependen del requerimiento y la necesidad de la Armada. “La Banda de Música de la ESSA es una ‘banda en formación’ con instructores militares, profesores civiles y personal retirado; y se realizan conciertos en apoyo a esa formación”, señala.
Lo más lindo que tiene la música naval, además del repertorio típico de las Marchas Militares, “es que la Armada Argentina está hecha con gente de todas las provincias, del folclore que cada uno de sus integrantes trae y enriquece a ambas, a la Armada y a la música”. Algo característico de las Bandas Militares es que deslumbran por su elegancia, prestancia y porte; pero para el Suboficial Fernández “lo más gratificante de todo es el aplauso del público, sea uno ejecutante o Maestro de Banda”, enfatiza.
No sorprende que luego de 35 años de servicio finalice su carrera naval en el mismo espacio donde comenzó, porque es el momento de ser referente y guía. “Espero que los nuevos Aspirantes sean mejores que uno, […] deseo seguir siendo parte y continuar conectado con la Armada a la cual agradezco muchísimo”, concluye el músico naval, quien el año que viene hace su retiro efectivo de la Fuerza.
Gaceta Marinera
