Los cigarrillos electrónicos contienen compuestos como propilenglicol, diacetilo, glicerina vegetal, acroleína y formaldehído, entre otros. Estos ingredientes, muchos de los cuales no han sido suficientemente estudiados en cuanto a sus efectos por inhalación, pueden causar daños significativos en el sistema respiratorio y aumentar el riesgo de enfermedades como el cáncer. Además, la nicotina presente en estos dispositivos es altamente adictiva y puede afectar el desarrollo cerebral de los adolescentes, cuyo cerebro continúa madurando hasta los 20 años.
Diseño atractivo y percepción errónea
El atractivo diseño de los vapeadores, que a menudo imitan dispositivos electrónicos y presentan colores brillantes o personajes de dibujos animados, junto con sabores como frutas, caramelo y chocolate, los hace especialmente seductores para los jóvenes. Esta presentación, sumada a la errónea percepción de que el vapeo es menos perjudicial que fumar cigarrillos tradicionales, ha contribuido al aumento de su uso entre los adolescentes.
Acceso fácil y falta de control
A pesar de las restricciones legales, la SAP destaca la facilidad con la que los jóvenes pueden acceder a estos productos a través de canales ilegales. La falta de control sobre la fabricación y distribución de los vapeadores incrementa los riesgos asociados, ya que muchas veces se desconoce la composición exacta de los líquidos utilizados y los procesos de producción de los dispositivos.
Impacto en el desarrollo y la salud mental
La exposición a la nicotina y otras sustancias presentes en los cigarrillos electrónicos puede interferir en funciones cognitivas esenciales como la memoria, la atención y el control de impulsos. Además, se ha observado que el vapeo puede actuar como puerta de entrada al consumo de tabaco y otras sustancias, aumentando la probabilidad de desarrollar adicciones en la adultez.
Fuente: Infobae