Médico bahiense aseguró que «no hay dicotomía entre vacuna buena o mala contra el Covid. Cualquiera evita o limita la gravedad de la enfermedad»

Se trata del cardiólogo y director del Centro Cardiovascular y Especialidades Médicas (CEDIC), Fernando Gonzalez Pardo (Mp 1726). «El principal motivo para no vacunarse es la “desinformación” y no entender para qué lo hacemos».

Surgen interrogantes y dudas, problemas de comunicación y de interpretación. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la vacunación contra el COVID-19 como una herramienta de prevención primaria fundamental para limitar los efectos sanitarios y económicos de la pandemia.

Hay en desarrollo 235 vacunas diferentes en todo el mundo contra el COVID-19. De ellas, hay 15 vacunas que están en Fase III de los ensayos clínicos, en los que se determina su eficacia y seguridad.

¿Me pregunto por qué esa dicotomía tan grande entre la vacuna buena y mala?, ¿Por qué no abordar el tema de otra forma y hablar de diferentes respuestas inmunes?.

En primer lugar, debemos erradicar ese concepto: no existe en este tema lo bueno y lo malo, sino que de acuerdo con las características de cada vacuna los gobiernos pueden adecuar sus indicaciones. Las vacunas tienen por objeto generar una respuesta inmune para evitar o limitar la gravedad de una enfermedad.

Un ejemplo es la vacuna de influenza (gripe), la cual tiene una eficacia reportada de entre 40% a 60%, por lo que se puede adquirir la enfermedad a pesar de estar vacunado. La vacuna disminuye la gravedad de la enfermedad y, por lo tanto, la cantidad de enfermos que ingresan al hospital; en la temporada 2019-2020 la vacuna de influenza evitó 105.000 admisiones hospitalarias en Estados Unidos y, disminuyó el ingreso a unidades de terapia intensiva en 74% en niños y 82% en adultos. (1,2,3,]

Entonces la vacuna contra el COVID ¿evitará la enfermedad? Es probable que sí, pero también es importante que nuestro organismo limite la enfermedad con una evolución menos grave.

Por lo tanto, es incorrecto decir que las vacunas «no funcionan» si algunas personas desarrollan COVID-19 después de ser vacunadas. Una vez aplicada la vacuna, el organismo necesita tiempo para desarrollar la respuesta inmune y este proceso no es inmediato.

Por otro lado, la protección y eficacia de la vacunación no será igual en todas las personas. Un factor importante es la edad de los individuos. Sabemos que los mayores de 65 años tienen una respuesta humoral disminuida a la vacunación en comparación con individuos jóvenes.

En el estudio publicado de Pfizer se informó una eficacia de la vacuna de 95,9% en los sujetos menores de 65 años y de 91,7% en mayores de 65 años.[4] En el caso de la vacuna de Moderna se informó que los individuos menores de 65 años tuvieron una eficacia de 95,6%, en comparación con mayores de 65 años con una eficacia de 86,4%.[5].

Ambas vacunas, utilizan una molécula transportadora que tiene en su interior una secuencia de ARN mensajero que entrará a las células y que permitirá fabricar el antígeno que provocará que nuestro sistema inmune reaccione a la vacuna y fabrique los anticuerpos de defensa.

Por primera vez se utiliza este método para una vacuna en humanos. Hasta ahora, las vacunas se basaban en introducir proteínas o virus atenuados o inactivados.

Sputnik- V utiliza los adenovirus atenuados 26 y 5 para introducir la secuencia de ADN que codifica para la proteína “spike” del COVID, para que el organismo reaccione y desarrolle defensas. La efectividad con dos dosis es cercana al 91.4% después de siete días de la segunda dosis, y superior al 95% 21 días después de la segunda dosis.

Otro factor importante para considerar son las comorbilidades de los pacientes, por ejemplo los sujetos inmunocomprometidos (trasplantados, pacientes en tratamiento con quimioterapia o con inmunosupresores). Esta población heterogénea de pacientes se ha evidenciado en el pasado que tiene una respuesta menor a la vacunación, comparado con sujetos sanos y no pueden recibir vacunas con virus atenuados.

¿Cómo se conservan las vacunas?
El problema que tienen las vacunas con ARNm es que son propensas a una rápida degradación. La vacuna Pfizer/BioNTech debe almacenarse a –70 °C, lo que plantea importantes desafíos logísticos. En cambio, Moderna se puede almacenar durante 6 meses y transportar a –20 °C, y también se puede conservar descongelada en refrigeración (2 a 8 °C) durante 30 días.

La Sputnik- V desarrollada por el Centro de Epidemiología y Microbiología Nikolai Gamaleya podía conservarse a -18 grados centígrados durante seis meses, pero recientemente el ministro de Salud de Rusia, Mijail Murashko, comunicó que fue autorizada a conservarse entre 2 y 8 °C.

El principal motivo para no vacunarse es la “desinformación” y no entender para qué lo hacemos.

En una Pandemia, tener la oportunidad de tantas ofertas de vacunas como se está observando es un beneficio, y pensemos en todos aquellos que no tuvieron la oportunidad y que han perdido la vida. Como personal de salud estoy muy contento de haber recibido mi primera dosis de SPUTNIK-V y estoy esperando la segunda dosis en unos días.
Hay que recordar que la vacuna es una herramienta de prevención dirigida a reducir las formas graves y complicaciones del COVID-19. El impacto en la circulación viral y la interrupción de la transmisión requiere de la realización de estudios que lo demuestren.

Por eso, es fundamental continuar con las medidas de protección, como el uso de barbijo, las medidas de higiene de manos y respiratoria, la ventilación de los ambientes y el distanciamiento social. (6)

¿Qué contraindicaciones tiene?

Las contraindicaciones de estas vacunas surgen de la información disponible de los estudios de seguridad y eficacia.
Por el momento no se recomienda su aplicación ante:
• hipersensibilidad a cualquier componente de una vacuna o a una vacuna que contenga componentes similares;
• antecedente de reacciones alérgicas graves (con compromiso respiratorio que requiera asistencia médica);
• enfermedades agudas graves (infecciosas y no infecciosas) o exacerbación de enfermedades crónicas, que impliquen compromiso del estado general
• inmunocompromiso (primario o secundario, con cualquier nivel de inmunosupresión), embarazo y período de lactancia (no se ha estudiado su eficacia y seguridad en estos casos)
• menores de 18 años (debido a la falta de datos sobre eficacia y seguridad en este grupo etario).

¿Qué vacuna me va a tocar?
Dependerá de la disponibilidad que logre el gobierno y de las autorizaciones que vaya otorgando el ANMAT, ya que son varias las vacunas disponibles.

¿Cuál es el procedimiento en nuestro país para la autorización del uso de las vacunas contra la COVID-19?
La autorización de uso de emergencia de las vacunas contra el COVID-19 se encuadra en el marco de la Ley 27573. La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), como organismo competente, solicita la información necesaria que respalde la evidencia científica que permita comprobar su seguridad y es quien avala su utilización. (6)

¿Cómo se realizará la vacunación en Argentina? Dependerá de un orden determinado por el gobierno, que podrá modificarse según la epidemiología:
• Personal de salud (escalonamiento en función de la estratificación de riesgo de la actividad)
• Adultos de 70 años y más / Personas mayores residentes en hogares de larga estancia
• Adultos de 60 a 69 años
• Fuerzas Armadas, de Seguridad y Personal de Servicios Penitenciarios
• Adultos 18 a 59 años de Grupos en Riesgo
• Personal Docente y No Docente (inicial, primaria y secundaria)
• Otras poblaciones estratégicas definidas por las jurisdicciones y la disponibilidad de dosis

Seguramente al finalizar este escrito algunos conceptos habrán cambiado, por eso debemos estar atentos a las recomendaciones del Ministerio de Salud de nuestro país. Lo que no debería cambiar es nuestro convencimiento del beneficio de vacunarnos. Espero que esta nota ayude a aclarar algunas dudas.

Dr. Fernando González Pardo (Mp 1726)
Especialista Consultor en Cardiología
Director Cedic Cardiovascular y Especialidades Médicas

Bibliografía.
1.Ferdinands JM, Olsho LEW, Agan AA, Bhat N, y cols.; Pediatric Acute Lung Injury and Sepsis Investigators (PALISI) Network. Effectiveness of influenza vaccine against life-threatening RT-PCR-confirmed influenza illness in US children, 2010-2012. J Infect Dis. 1 Sep 2014;210(5):674-83. doi: 10.1093/infdis/jiu185. PMID: 24676207. Fuente
2. Centers for Disease Control and Prevention. La efectividad de la vacuna: ¿qué tan eficaces son las vacunas contra la influenza? Consultado en versión electrónica. Última actualización 16 de diciembre de 2020. Fuente
3. Thompson MG, Pierse N, Huang QS, Prasad N, y cols.; SHIVERS investigation team. Influenza vaccine effectiveness in preventing influenza-associated intensive care admissions and attenuating severe disease among adults in New Zealand 2012-2015. Vaccine. 18 Sep 2018;36(39):5916-5925. doi: 10.1016/j.vaccine.2018.07.028. PMID: 30077480. Fuente
4. Polack FP, Thomas SJ, Kitchin N, Absalon J, y cols.; C4591001 Clinical Trial Group. Safety and Efficacy of the BNT162b2 mRNA Covid-19 Vaccine. N Engl J Med. 31 Dic 2020;383(27):2603-2615. doi: 10.1056/NEJMoa2034577. PMID: 33301246. Fuente
5.Baden LR, El Shaly HM, Essink B, Kotloff K, y cols. Efficacy and Safety of the mRNA-1273 SARS-CoV-2 Vaccine. N Engl J Med. 30 Dic 2020. doi: 10.1056/NEJMoa2035389. PMID: 33378609
6. Ministerio de Salud de la Nación.

Fuente: Café x Medio