Los hermanos Capdevilla tienen 41 años e ingresaron a la Armada con 17. Ariel Antonio es Suboficial Primero y Alejandro Federico, Suboficial Segundo del escalafón Apoyo General (AG) que agrupa al personal militar de servicios como son los peluqueros, cocineros, conductores y camareros de la Armada.
Los cordobeses se encuentran en la Armada hace ya 23 años y continúan con este oficio que se desarrolla tanto en las peluquerías de destinos de tierra como en los de mar, desempeñando el trabajo a bordo de los buques de la Flota de Mar argentina, durante las extensas navegaciones en las campañas antárticas y los viajes de instrucción alrededor del mundo.
En el caso del Suboficial Primero Ariel Capdevilla, quien es encargado de la Peluquería del Comando de la Flota de Mar en Puerto Belgrano (COFM) desde el 2019, su experiencia dentro de la institución como peluquero hizo que ejerciera su oficio a bordo del transporte ARA “Bahía San Blas”, siendo parte de la primera Misión de Paz de Argentina en la República de Haití en el 2004, cortando el cabello a miembros de otras Fuerzas argentinas y extranjeras; en la fragata ARA “Libertad”, realizando el Viaje de Instrucción en el 2003 por Europa y América; en su primer embarco en el logístico ARA “Patagonia”; y en destinos aeronavales.
El Suboficial Segundo Alejandro Capdevilla por su parte, contó que desde sus primeros destinos navegó y cortó el cabello a bordo de corbetas y destructores, participando de operativos y ejercicios navales internacionales como el UNITAS y FRATERNO a bordo del destructor ARA “Almirante Brown” en el 2007. Hoy es Ayudante Apoyo Logístico en el Departamento Abastecimiento de la Base de Infantería de Marina Baterías, al sur de la provincia de Buenos Aires. Allí, si bien su tarea cotidiana no es la de cortar el cabello, se encarga de proveer y hacer las compras en lo referente al pañol de limpieza y librería.
Al ingresar juntos a la Armada, ambos recalcaron el hecho de sentirse siempre acompañados. Siendo muy jóvenes, llegaron a Puerto Belgrano desde Santa María de Punilla cerca de Cosquín.
“En la Delegación Naval de la provincia había un suboficial oriundo de nuestra ciudad y nuestros padres nos anotaron y firmaron todos los papeles, porque aún éramos menores de edad”, introdujo Alejandro y agregó: “Tenía mucha incertidumbre acerca de a dónde íbamos, porque no conocía nada. Pero con el tiempo uno construye el sentido de pertenencia, la vocación y el amor a la Institución y el querer quedarse”; dice Alejandro mientras Ariel asiente todo lo que su hermano relata.
Juntos hicieron la primaria en la escuela “Juan Bautista Azopardo”, el secundario en el Instituto de Orientación Regional (ISOR), y juntos ingresaron a la Escuela de Suboficiales de la Armada en 1998.
“Al finalizar el secundario, nuestros padres que siempre nos cuidaron mucho y nos dieron lo mejor, nos inscribieron en la Armada; para ellos era lo mejor para nuestro futuro. No conocíamos el mar, pero mamá se enamoró de los atardeceres en la dársena, cada vez que venía nos pedía verlo. Y, como dijo mi hermano, uno va queriendo la Armada, va aprendiendo y tomándole amor a la especialidad que le toca, a las experiencias que vive, que fueron muchas, y realmente uno se siente satisfecho y agradecido por lo vivido”, remarcó Ariel quien es técnicamente el mayor.
“Ha sido emocionante, aprender el oficio y también ir haciéndose cada vez más fuerte, valorando la familia cuando está lejos”, expresó, recordando el nacimiento de su primera hija cuando tuvo que partir de comisión en la fragata, y su estadía en Haití cuando se produjo el terremoto en el país y se brindó ayuda humanitaria.
“Durante estos 23 años de carrera uno conoce muchos lugares y gente, ha cortado muchos cabellos, y lo seguimos haciendo con la misma responsabilidad y ganas del primer día. En mi trabajo dejo el cien por ciento, mi experiencia, y mi impronta y la confianza a los que siguen”, ajustó Ariel respecto a los peluqueros más modernos de la Institución.
“La Armada me ha formado en este oficio que me encanta. Es una forma de vida que me apasiona”, agregó Alejandro, quien por su destino actualmente se aboca a otras tareas en el Pañol de Baterías desde el 2019.
Explicó que, como marinos, desempeñan otros roles y funciones además de la peluquería como son los roles de lucha contra incendio y control averías y la realización de alguna maniobra marinera cuando se encuentran embarcados, por ejemplo. Y por su especialidad en Apoyo General también desarrollan tareas administrativas. Participan de los Equipos de Apoyo a la Comunidad ahora en contexto de pandemia por el virus Covid-19 y brindan el apoyo durante los comicios electorales.
La camaradería y el compañerismo también es algo que destacan de sus destinos y a lo largo de la carrera. Conocen personal de todas las provincias y, siendo peluqueros, se forma un vínculo lindo en el ambiente de trabajo.
“En la peluquería de Flota estamos realizando unos 20 cortes por día, no hemos dejado de ir en pandemia; y no es exclusivo para el personal masculino, es un mito que sólo sea para hombres la peluquería naval, aunque la mayoría de los que se acercan son varones”, contó Ariel. “Por reglamento el corte debe ser corto y parejo para los varones y para las mujeres es corte carré, sin sobrepasar el cuello de la camisa; las que lo llevan largo, deben peinarlo con trenza o rodete”, agregó Alejandro.
“En la peluquería de Flota comparto el trabajo con dos peluqueros más, en una atmósfera de confianza y respeto, de verdadero grupo de trabajo y compañerismo, del que me siento muy orgulloso de llevar adelante”, expresó el Suboficial Primero encargado Ariel Capdevilla.
Ambos destacaron la alegría de compartir destino naval durante su carrera. Lo hicieron en la Escuela de Suboficiales de la Armada en el 2005 hasta el 2010, instruyendo a los Aspirantes Navales de la escuela, futuros cabos y suboficiales de la Armada. “Incentivando a los más jóvenes en el valor de ser peluqueros, porque así lo siente uno”, dijo Ariel. “Uno conduce con experiencia y es muy valorable cuando ellos lo reconocen también”, agregó Alejandro.
“Siempre juntos, reímos y lloramos juntos, unidos en las buenas y en las malas. Siempre nos ayudamos el uno al otro y eso nos ha sacado adelante. La Armada nos ha formado en lo que somos y estamos muy agradecidos con nuestros jefes, encargados, y personal a cargo. Uno no se hace solo, y nuestro mérito es por todos”, destacó Ariel y, con un gesto, Alejandro asintió sus palabras y agregó: “Y la familia que siempre está y apoya”.
Con el corazón en Córdoba y su vida en Punta Alta
“Y sí, extrañamos nuestra provincia. Yo escucho un cuarteto y se me van los pies”, se ríe Ariel. Extrañan su querida Santa María de Punilla, y todo lo característico de Córdoba, como los asados, el cuarteto, el fernet y los amigos. El barrio, sus colegios, y el Taekwondo, disciplina que hicieron juntos en su provincia por más de 12 años.
Añoran su familia, su papá, sus hermanas menores -de 40 y 32 años- y sus sobrinos que se encuentran allí y la profunda ausencia de su mamá, esa compañera que los dejó hace tan sólo dos años.
También se sienten parte de la vida de la ciudad de Punta Alta en la que viven hace más de 20 años, ya que han estado en destinos de Puerto Belgrano, Baterías, y la Base Aeronaval Comandante Espora; y la ciudad es cercana a todas ellas.
Ambos conocieron a sus esposas puntaltenses que también integran la Armada. Ariel se casó con Claudia Acha, quien es Comunicante, y tuvieron a Evelín (18), Lautaro (14) y Thiago (11). Alejandro se casó con Alejandra Carrizo, quien es Furriel, y tuvieron a Camila (14) y Emanuel (8). Hijos y sobrinos nacidos en Punta Alta. “Ellos también son muy unidos”, contó Alejandro.
Ariel vive en el Barrio Federal, y Alejandro en el centro de la ciudad. Al igual que desde que nacieron, hace 41 años, continúan haciendo todo juntos, tal es así que desde hace 3 años corren juntos en Power Running. “Nuestra historia de vida es similar, siempre juntos”, sonríe Ariel.
“Tenemos el corazón en Córdoba, uno no se va del todo porque allí están nuestras raíces y tratamos de viajar en vacaciones, especialmente para año nuevo”, contó Ariel. “Escucho las radios de mi provincia y siempre volvemos a Córdoba, aunque hicimos familia acá y uno también se siente puntaltense; estamos muy relacionados con las actividades sociales de la ciudad”, dijo Alejandro.
Lejos de su terruño pero muy cerca de su vocación, los hermanos Capdevilla disfrutan de su oficio y están contentos y orgullosos de ser marinos. En el Día del Peluquero Naval homenajeamos a todos los marinos que abrazan este oficio y brindan el servicio en la Armada Argentina.
Lic.María Silvina Rosas – Mar Adentro – Gaceta Marinera