Cuando el Ingeniero Luis Luiggi diseñó la Base Naval de Puerto Belgrano (BNPB) hace más de 130 años, proyectó un predio militar autosustentable. No sólo imaginó que sería el refugio para los buques de la incipiente Marina moderna, sino que también contaría con campos para la cría de ganado y predios con cultivo de frutas y vegetales a fin de proveer de alimentos a los marinos.
En este contexto se sitúa el Vivero de la BNPB, donde trabaja el Agente Civil Daniel Agustín Arévalo. Oriundo de la ciudad de Punta Alta, desde el 2015 trabaja en la Armada Argentina construyendo así una carrera profesional en crecimiento constante.
Sus primeros pasos en la escolaridad transcurrieron en la Escuela Primaria Nº 4 “Juan Bautista Azopardo” y continuaron en la Escuela Secundaria Agraria Nº1 «Pedro José Orozco», situada en la localidad de Bajo Hondo.
“Me atraía poder continuar mis estudios en una escuela técnica, pero como mi hermano iba a la agropecuaria, decidí esa opción. Lo que más me gustaba eran los talleres: el trabajo en la tierra, con los animales, y también las herramientas”, narra Daniel, quien hoy es Técnico Agropecuario.
Su vínculo con la Armada Argentina fue creciendo en el seno de su familia, dado que sus padres eran miembros de la Institución. Su padre era Suboficial del escalafón enfermería, y su madre Agente Civil del Departamento de Odontología.
“Mi vida siempre estuvo ligada a Puerto Belgrano, y en cuanto me enteré que estaban buscando Técnicos Agropecuarios no dudé en postularme. Me presenté, superé las instancias de prueba que se me propusieron y quedé como personal de Servicios Municipales”, dice orgulloso sobre el inicio de su carrera en la Armada.
El puntaltense describe que sus actividades diarias en el Vivero comprenden el mantenimiento de los espacios verdes como parques, plazas y avenidas, mediante trabajos de poda, corte de césped y arreglos de flores y arbustos.
“En este destino naval producimos plantas, flores ornamentales e incluso árboles. Luego los distribuimos por la Base o incluso participamos de actividades de vinculación con la comunidad colaborando con la forestación”, agrega.
El Vivero cuenta con un equipo de trabajo integrado actualmente por seis personas. “A veces el trabajo se vuelve rutinario, pero los desafíos siempre aparecen”, comenta, y puntualiza sobre las tareas que sobrevinieron luego del gran temporal acaecido en la zona en diciembre pasado.
“El trabajo me encanta porque puedo estar al aire libre, en contacto con la naturaleza. Incluso eso me motiva a buscar nuevos proyectos”, confiesa y agrega que presentó un proyecto de arbolado para zonas que están desforestadas dentro del predio naval. En el plan propuesto, constan los terrenos seleccionados, especies, materiales y presupuesto necesario para llevarlo a cabo.
Además de ese proyecto en particular, el Agente Civil Arévalo relata que los principales desafíos que se plantean en el Vivero están relacionados con trabajos de jardinería y fertilización: “Estas tareas requieren de un conocimiento muy específico y de sofisticación en técnicas”.
“Plantar un árbol desde la semilla y verlo crecer a diario es emocionante; más aún si le damos un sentido solidario como donarlo a las escuelas o la plantación que hicimos de 44 árboles en homenaje a los submarinistas del ARA ‘San Juan’”, destaca.
El futuro es incierto, pero Daniel Arévalo tiene en claro que quiere seguir su profesión, adquirir nuevos saberes y continuar brindando servicios en Puerto Belgrano.
Gaceta Marinera