«Son cinco días en donde exigimos al buque al 110%, tanto a máquinas, a los sistemas, como a la gente. Vamos más allá de los límites máximos. Son días muy intensos en donde, además de probar todo el buque, se adiestra al personal y hacemos un montón de ejercicios», contó hoy a Télam telefónicamente el comandante del Irízar, el capitán de navío Carlos Recio, desde el buque.
A bordo del Irízar en este momento hay 265 hombres y mujeres, entre ellos 116 personas que conforman la tripulación. También hay personas destinadas a ser dotación complementaria, encargada de colaborar en tareas logísticas; y 70 cadetes de la Escuela Naval que embarcaron para continuar con su proceso de aprendizaje.
Entre los entrenamientos, realizaron ejercicios de abandono, de lucha contra incendios y de embarcaciones menores. También, hicieron la práctica de bajar botes de salvamento, lanzamientos de bengalas nocturnos y prueba de luces que utilizan para poder navegar en el hielo durante la noche.
Además realizaron prueba de radares, de comunicaciones satelitales, de semáforos para operar con los helicópteros y de comunicaciones radioeléctricas.
Asimismo, durante el mediodía de hoy recibieron un helicóptero Sea King, en donde los pilotos que acompañarán en la campaña harán el adiestramiento en la cubierta de vuelo del buque con prácticas de aterrizaje y despegue y prácticas de aproximación para enganchar la carga que después en la Antártida son bajadas a las bases antárticas.
La prueba más exigente del buque, llamada «Crash Stop», requiere de una profundidad que «debe ser mayor a los 50 metros» -precisó Recio-, por lo que, para realizarla, llevaron el rompehielos a 100 millas de la costa de Buenos Aires y pusieron los cuatro motores que tiene el buque «al 110% de régimen -máxima potencia- para pasar de toda la potencia hacia delante a toda la potencia hacia atrás», el mecanismo utilizado para romper el hielo en la Antártida, completó el capitán del Irízar.
Durante el simulacro «el rompehielos alcanzó 17 nudos y medio -35km por hora aproximadamente-, una velocidad muy importante porque el desplazamiento del rompehielos es de 15 mil toneladas», detalló.
«De esta manera nos aseguramos que el buque está en las mejores condiciones para encarar la próxima campaña antártica y nos da la confianza para poder enfrentar en la Antártida cinco meses de operaciones de forma continua, donde estamos totalmente solos», destacó Recio.
El Irízar fue construido en 1978 en Finlandia a requerimiento de la Argentina con vistas a las operaciones logísticas que iba a llevar a cabo en la Antártida. El buque es como un edificio de doce pisos: siete pisos por encima del nivel del mar (snm) y cinco por debajo.
El piso más alto se encuentra a 30 metros snm, y el piso más bajo está a 9 metros por debajo.
En la actualidad, todo el equipamiento del rompehielos es «de última generación», detalló Recio, y destacó que «el Irízar es el único rompehielos con capacidad de carga que hay en el mundo, y es lo que permite que la Argentina sea un país bicontinental al poder operar tanto en el continente americano como antártico».
Entre las novedades que el buque presentará este año en la CAV 2023/2024 están: el desarrollo de un nuevo radar de control aéreo, realizado por Invap (empresa estatal de investigación aplicada) que permitirá que el helicóptero se pueda alejar mucho más del buque y que el helicóptero tenga un vuelo más seguro; también la modernización, que realizó el astillero Tandanor, del sistema de control las grúas de carga con las que pueden levantar hasta 16 toneladas y les permite llevar maquinaria más grande a la Antártida, sobre todo en el desarrollo actual que se está haciendo en la Base Petrel, «un desarrollo nacional muy importante con pistas aéreas para recibir aeronaves nuevas en una base que hace muchos años estaba fuera de servicio», precisó Recio.
En tanto, en la parte de navegación realizaron una actualización del puente integrado.
«Todo esto permite una navegación mucho más segura del buque en la Antártida porque podemos tener acceso a nueva cartografía con más datos para que el buque pueda navegar y entrar a lugares que antes no podía como a Isla Vega, un lugar donde los científicos argentinos estudian la evolución de los distintos glaciares para ver si están en retroceso o están creciendo», explicó.
En la actualidad, en la Antártida «hay 275 personas que pasaron todo el año 2023» y que deben «renovar» con otras 275 personas que las van a relevar, indicó Recio. Entre otras cosas, a la Antártida trasladarán también materiales de construcción, equipos científicos, alimentos para todo el año para los/as científicos y el personal de las fuerzas armadas, y medicamentos. Y este año trasladarán -además- la casa de la Base Petrel, que está en desarrollo de un área logística que permitirá el traslado de toda la carga que se necesite a una misma base.
«Para nosotros esto es un desafío bárbaro, la gente está entusiasmada con poder iniciar la CAV, sobre todo las 40 personas de la dotación de la Armada que irán por primera vez a la Antártida. Estamos muy comprometidos con la misión, creemos que es muy importante no solamente permitir que la Argentina sea un país bicontinental sino que la tarea que hacen los científicos y el personal de las Fuerzas Armadas durante todo el año. Permitir que ellos tengan absolutamente todo lo que necesitan y poder brindarles todos los materiales necesarios para que hagan su trabajo es nuestra misión. Es un orgullo», añadió Recio.
Según las pruebas realizadas hasta el momento, el comandante reportó que «el buque está listo y en perfectas condiciones para dar inicio a la campaña antártica de verano 2023/2024».
Fuente: Télam / (Por Ornella Rapallini).-