Se habla de un monto multimillonario que multiplicaría por 14 la producción que ya tiene nuestro país, y que incorporaría un modo industrial de producción (modelo chino) donde se producen muchísimos animales en poquísimo espacio de manera industrial-masiva.
Quienes salieron a celebrar inmediatamente fueron las empresas que venden granos, alimento para animales y los laboratorios, los remedios con los cuales los animales se «alimentan» para soportar las condiciones y sobrevivir al terrible martirio de las granjas industriales.
La discusión se está dando entre cuatro paredes, en una mesa cerrada, como si fuera una discusión que no atañe al conjunto de la sociedad. Pero la realidad es que se están tomando decisiones que afectan la naturaleza y el medio ambiente, la salud de los consumidores y la economía de nuestra nación.
Más allá de la propiedad privada del suelo o los animales (que los capitalistas consideran inviolable), la tierra, el aire y el agua, privados o no, son bienes comunes necesarios para la existencia misma de la vida humana. Si se usan mal, el efecto recaerá sobre las actuales y futuras generaciones.
Tener encerrados 10 mil cerdos en una granja industrial, como sucede en la producción industrial china, implica usar determinados antibióticos, darles de comer determinado tipo de comida que se produce bajo determinadas condiciones, generar a su vez cantidades industriales de deshechos y residuos. Representa una forma de explotación netamente extractivista y destructiva que, sin duda, va a generar terribles daños a la naturaleza.
El acuerdo impulsado por la cancillería argentina todavía «se está cocinando» entre cuatro paredes y permanece sin publicar oficialmente. En las redes circularon datos diversos datos muy disímiles sobre el monto de la inversión, la multiplicación de la producción que se produciría en el país, etc. Pero en todos los casos aseguran que es una inversión significativa.
Se habla de un monto multimillonario que multiplicaría por 14 la producción que ya tiene nuestro país, y que incorporaría un modo industrial de producción (modelo chino) donde se producen muchísimos animales en poquísimo espacio de manera industrial-masiva.
Quienes salieron a celebrar inmediatamente fueron las empresas que venden granos, alimento para animales y los laboratorios, los remedios con los cuales los animales se «alimentan» para soportar las condiciones y sobrevivir al terrible martirio de las granjas industriales.
La discusión se está dando entre cuatro paredes, en una mesa cerrada, como si fuera una discusión que no atañe al conjunto de la sociedad. Pero la realidad es que se están tomando decisiones que afectan la naturaleza y el medio ambiente, la salud de los consumidores y la economía de nuestra nación.
Más allá de la propiedad privada del suelo o los animales (que los capitalistas consideran inviolable), la tierra, el aire y el agua, privados o no, son bienes comunes necesarios para la existencia misma de la vida humana. Si se usan mal, el efecto recaerá sobre las actuales y futuras generaciones.
Tener encerrados 10 mil cerdos en una granja industrial, como sucede en la producción industrial china, implica usar determinados antibióticos, darles de comer determinado tipo de comida que se produce bajo determinadas condiciones, generar a su vez cantidades industriales de deshechos y residuos. Representa una forma de explotación netamente extractivista y destructiva que, sin duda, va a generar terribles daños a la naturaleza.
La destrucción capitalista voraz sobre la naturaleza, con sus efectos en el cambio climático puede llevarnos a una situación mucho más grave que el coronavirus. La pandemia mundial debería ser un punto de inflexión para criticar el modo de producción capitalista, su relación con la naturaleza, y los efectos devastadores del mismo.
Fuente: Izquierda Web