“Ser locutora es una responsabilidad muy grande. Una es la voz y la compañía de la gente —reflexiona Evangelina sobre su trabajo detrás del micrófono—. Esa llegada al público es una herramienta que hay que saber valorar y respetar”.
Su experiencia en radios de Punta Alta como FM del Sur, Nueva Generación e Imagen, y en emisoras bahienses de la talla de Radio Norte y LU2 hicieron que en el ámbito de la Armada participara en actos, ceremonias y actividades con la comunidad que requerían la presencia de un locutor.
“Mi labor como locutora es complementaria a mi trabajo como civil de la Armada en la Base —aclara—. Para mí, es como un premio que me llegó. No estaba en mis planes y es gracias a los que confiaron en mí desde un comienzo y me dejan ser parte de los eventos y ceremonias de la Institución”.
Evangelina ingresó a la Armada en 2015 en el sector de Mantenimiento y Servicios, siempre desempeñándose en destinos dentro del ámbito de la jefatura de la BNPB. Con el tiempo fue surgiendo su participación como locutora.
Dentro de la Armada empezó a transitar sus pasos como locutora cuando le preguntaron: ¿Te animás al Día del Niño? ´ y su respuesta fue un contundente: “¡¡Sí!!”. “Fue mucha la gente que confío en mí para estar delante de un cine repleto de gente. Pánico escénico no tuve porque para mí ya era habitual estar en eventos de este tipo”, cuenta Evangelina, que ya le había puesto la voz a los Corsos Puntaltenses o a las ceremonias de la Asociación Bomberos Voluntarios de Punta Alta.
Después surgieron otras propuestas, como presentar a la Banda de Música de la Base Naval Puerto Belgrano en sus actuaciones representando a la Armada: “Me siento un miembro más y es una experiencia hermosa cada vez que me convocan”, dice.
Los comienzos
Evangelina cursó la Primaria en la Escuela N° 9 “General José de San Martín” y la Secundaria en el excolegio Nacional. Ya en esos años, la locución era algo que la atraía.
“Tengo recuerdos de encerrarme en el baño de casa y pararme frente al espejo a hacer como que relataba una noticia. Y en la secundaria, cuando teníamos hora libre, siempre arrastraba a todos al taller de radio”, relata.
La posibilidad de hacer radio de verdad surgió en 1999, cuando tenía 17 años. Un grupo de amigos que eran deejays y tenían un espacio en una radio FM buscaban una voz femenina. Evangelina les dijo que quería probarse y quedó. “Cuando conté la novedad, todos en mi familia se sorprendieron. Nadie se lo imaginaba porque era una chica de muy bajo perfil e introvertida”, recuerda.
Al terminar la secundaria intentó ingresar a la carrera de Locución que daba el ISER (Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica) en el Instituto Superior Juan XXIII de Bahía Blanca, pero recibió “un baldazo de agua fría”: —Tenés voz muy de nena. Volvé en un par de años —le dijeron tras rendir el examen de ingreso.
“Fue un golpe. Una espera poder entrar y hacer lo que a una le gusta, pero tuve que esperar dos años más porque era una carrera muy costosa y no pude empezar hasta el tercer año”, dice.
Finalmente la cursó y egresó en 2006. Muchos le preguntaban para qué quería estudiar si ya estaba trabajando de locutora. Nunca había parado desde los 17 años, pero para ella era importante capacitarse y adquirir las herramientas para hacer mejor su trabajo.
“La carrera me dio muchísimas herramientas, no solo para la radio, sino también para televisión que ya había probado. Nunca me quedé con el solo hecho de ser locutora: también hice operación técnica, trabajo de cámara y edición”, detalla.
“Y en la Armada estoy haciendo algo que es excepcional; no es habitual que un civil participe de una ceremonia de esta forma. Son logros personales que me los guardo para mí y me llenan de orgullo”, agrega.
Esa voz interior
La familia de Evangelina está compuesta por su papá, su hermana y sus dos sobrinos. “Mi mamá falleció hace algunos años, pero por suerte me vio recibida. Era uno de mis anhelos y lo que me hacía seguir adelante con la carrera”.
Ahora, se apartó del intenso ritmo del trabajo radial que tantas alegrías le dio. “Fue tanto lo que hizo mi mamá para que yo pudiera estudiar, que me costó soltar la radio”, dice Evangelina.
Recuerda aquellos años en los que estuvo sin poder entrar a la carrera de locutor nacional, estudiando algo que no le gustaba del todo y que finalmente decidió abandonar faltándole un solo parcial. “Mamá me dijo: ‘Hacé lo que dicte tu corazón’. Y me sacó una mochila gigante”, concluye.
Gaceta Marinera