La música y la Armada son sus grandes pasiones, introduce la Suboficial Primero María del Carmen Pérez, a quien todos llaman “Maru”. Supo combinar trabajo y deleite, con gran voluntad y constancia para obtener este logro profesional en su carrera.
Hoy continúa perfeccionando su instrumento: el saxofón soprano, y sus habilidades musicales como Maestro de Bandas. En su nueva función de dirigir, aún se siente de estreno y “pisando alfombras nuevas y mullidas. Es que todo se fue dando paso a paso en la carrera y nunca imaginé este logro; ser una pionera ha sido algo impensado”.
Desde niña canta y toca la guitarra, y al ingresar a la Armada en 1997 aprendió a tocar el clarinete pequeño, y más tarde el saxofón soprano.
La curiosidad de integrar la Armada la llevó a dejar su San Juan natal y el Profesorado en Educación Física que pensaba seguir. “El fuerte deseo de aprender a navegar y defender a mi Patria me llamaban mucho la atención”. Se inscribió en la Delegación Naval San Juan y de 300 anotados ingresaron sólo 40 aspirantes.
Luego de sus primeros años de formación en la Escuela de Suboficiales de la Armada en Buenos Aires, eligió la especialidad en Música. Así comenzó su camino en la Armada, donde la cantidad de personal femenino que la integraba era incipiente. “Ingresé a una vida militar que desconocía, estricta y disciplinada, dejando la tranquilidad de mi provincia”.
Oriunda del Departamento Trinidad, “Maru” destaca la calidez de su gente y recuerda con cariño su grato paso por la Escuela Primaria Ángel Domingo Rojas, la Iglesia Santísima Trinidad, y por el Colegio Nacional Monseñor Doctor Pablo Cabrera.
Extraña a sus seres queridos, quienes siempre la apoyaron en la carrera. “Están muy contentos y ahora me cargan un poco con esto de que ‘llevo la batuta’ y estoy al frente de la banda”.
“Voy todos los años a San Juan porque añoro mi tierra y siento que mis hijos tienen que compartir con su abuela, tíos y primos”, se emociona y confiesa que algún día volverá a San Juan para siempre.
La música y el mar
En la Armada, aprendió a tocar el clarinete y el saxofón. Allí conoció a su esposo, quien es marino y músico también: trompetista, oriundo de las sierras cordobesas. Fruto de ese matrimonio nacieron sus hijos Brenda y Nahuel, hoy de 22 y 15 años.
A lo largo de su carrera que lleva 27 años, fue destinada a las Bandas de Música de la Escuela Naval Militar en Río Santiago, de la Base Naval Ushuaia, de Puerto Belgrano, y al Gabinete de Música de la Escuela de Suboficiales de la Armada (ESSA), semillero de futuros músicos navales.
A pesar del desarraigo, María del Carmen continúa eligiendo todos los días a esta Institución. “La Armada es mi pasión. La música también es hermosa, y estoy orgullosa de pertenecer a una banda militar”.
De sus destinos navales remarca la particularidad de las bandas, del ambiente jovial y el compañerismo. Una plena convivencia entre las jerarquías modernas y antiguas, entre distintas generaciones, y gente de todas las provincias del país. “La vida en la banda es muy familiar y la gente es amena”.
“La música levanta el espíritu de cuerpo y nos predispone al compromiso de hacer bien nuestro servicio. La ESSA fue para mí un destino destacado porque es donde se construye un músico militar, y participar en ello te llena de orgullo”, enfatiza.
En 2016 decidió estudiar música por fuera del ámbito naval en Punta Alta, ciudad cercana a la base naval donde actualmente vive con su familia, al inaugurarse ese año los cursos de formación básica (FOBA) del Centro de Producción y Educación Artístico-Cultural N°1 Coronel Rosales.
Hizo los 3 años y fue una de las primeras egresadas del centro, logro que la motivó a seguir formándose a nivel superior en 2019, en el Profesorado de Música Orientación Instrumento Saxofón del Conservatorio de Bahía Blanca, que aún cursa.
A principios del 2023 se encontró con otra gran oportunidad en su carrera naval, la de realizar el curso de Maestro de Bandas en la Escuela de Ciencias del Mar, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de un año de duración. “La música es hermosa, aunque tiene su esfuerzo, requiere sacrificio, dedicación, y en particular este curso, es duro y complejo”, señala.
Maru participa con entusiasmo de la rutina de trabajo, desde la preparación de los ensayos hasta la participación en ceremonias, actos, y presentaciones. Se supera ya que anhela seguir en carrera y no dejar de soñar. Tiene la vocación, la aptitud y actitud que se necesita.
“Todo se trata de fortalecer las ganas de seguir aprendiendo y superarse porque siempre trato de dar lo mejor de mí. Dirigir una banda significa una gran responsabilidad. En esta función se reeduca en la música, se contiene, se trabaja en equipo, y modela al músico y la banda”, destaca.
La banda y la comunidad
Creada en 1961, la Banda de Música de Puerto Belgrano es de categoría 1, ya que la integran 67 músicos. Se define como banda porque agrupa sólo los instrumentos de viento y madera.
“Esta banda es fabulosa y fascinante cómo suena”, declara con orgullo de pertenencia, la flamante Maestro de Bandas.
Su repertorio es de marchas militares, pero también tocan diferentes géneros como música de películas, tango, folklore, boleros, bossa nova, infantiles, clásicos nacionales e internacionales porque participan de conciertos en fechas destacadas y otros eventos públicos con vocalistas y grupos musicales civiles y de otras Fuerzas Armadas.
La banda es significativa por ser la cara visible de la Armada, y una herramienta de comunicación con la comunidad. En este momento, por ejemplo, ensaya “Juntos a la par” de Pappo y prepara la presentación para el Puertas Abiertas de la fragata ARA “Libertad” del próximo domingo 10 de marzo.
Como mujer, la Suboficial Pérez nunca sintió diferencia alguna por su género a lo largo de su carrera. Recalca además lo positivo de que sean más las mujeres que ingresan a la Armada Argentina y se animen a formar parte de la Fuerza. “Como en casa, todos colaboramos y somos funcionales al objetivo que debemos cumplir”.
Mar Adentro – Gaceta Marinera