“Siento orgullo de contribuir en forma diaria con la grandeza de mi Patria”

El pasado 11 de julio se celebró el Día Nacional del Meteorólogo en conmemoración a que hace 55 años, el 11 de julio de 1969, se funda el Centro Argentino de Meteorólogos (CAM), asociación que congrega a profesionales meteorólogos de la República Argentina.

Años anteriores, la Armada Argentina ya había formado su propio Servicio Meteorológico –el 17 de agosto de 1947– con el fin de realizar pronósticos específicos para las actividades navales, aeronavales y de Infantería de Marina.

Servicio que en la actualidad cuenta con personal militar, oficiales y suboficiales, y también personal civil; destinados en centrales meteorológicas y unidades de asesoramiento que trabajan las 24 horas haciendo un seguimiento permanente de las actividades de la Armada y la evolución de los pronósticos en sus áreas de responsabilidad.

Entre ese personal se encuentra el Suboficial Mayor Servicios Hidrográficos Meteorólogo Marcelo Arnaldo Carrizo, quien es el Suboficial Jefe de la Central Meteorológica de la Base Aeronaval Comandante Espora (BACE), donde se llevan a cabo distintas tareas técnico-operativas, dando servicio a todas las unidades de la Armada: aéreas, terrestres y marítimas. Dicha Central realiza actividades de recopilación de datos para su posterior análisis y elaboración de pronósticos meteorológicos.

El Suboficial Mayor Carrizo, con 52 años, cuenta con una trayectoria de 34 de ellos al servicio de la Armada Argentina. Este marino que nació en la Ciudad de Córdoba y creció en una vivienda del barrio Alto Alberdi, hoy resalta las excelentes experiencias que vivió en diferentes navegaciones a lo largo de su carrera naval y explica que la previsión meteorológica es más que un aspecto técnico de la navegación.

“La previsión meteorológica es una parte integral de la planificación y ejecución de cualquier travesía marítima. La comprensión y utilización adecuada de las herramientas y recursos disponibles a bordo, pueden marcar la diferencia entre una experiencia de navegación exitosa y segura, a una que podría estar llena de imprevistos”, señala.

En este marco radica la importancia de la especialidad meteorología con la que cuenta la Armada, “para cubrir esta necesidad en el vasto y, a veces, impredecible dominio del mar”, apunta.

En tiempos pasados, los secretos de la meteorología se transmitían de generación en generación, basándose en la experiencia y el conocimiento empírico. “Hoy la tecnología nos brinda herramientas accesibles y avanzadas para obtener predicciones precisas; páginas web y aplicaciones móviles han revolucionado la forma en que obtenemos y procesamos esta información”, detalla.

En referencia a su profesión como meteorólogo, el Suboficial Mayor Carrizo destaca que “su tarea le permite no sólo formar futuros profesionales sino mejorar la calidad de ellos, impulsando la investigación y fomentando el pensamiento crítico”.

“Uno debe transmitir conocimiento, adaptarse a la tecnología, mantenerse actualizado y preparado, fomentar el trabajo en equipo para los desafíos y oportunidades que nos brinda la especialidad”, concluye el meteorólogo.

De Córdoba al mar
Marcelo Carrizo nació el 2 de julio de 1972 en la capital cordobesa y tiene dos hermanos que aún residen allá. Alto Alberdi fue el barrio de su niñez y adolescencia y sus tiempos escolares transcurrieron entre los colegios “José María Paz” y “Jerónimo Luis de Cabrera”.

Le gusta el básquet, deporte del cual es árbitro, y su pasión es Atenas de Córdoba; mientras que en fútbol es hincha del Club Atlético Belgrano. De los tiempos en su provincia natal extraña ir a la cancha y, a la salida, comer con sus amigos el tradicional choripán.

Marcelo recuerda su acercamiento a la Armada porque tenía un vecino que pertenecía a la Fuerza Aérea Argentina y le llamaba la atención todo lo relacionado a pertenecer a una institución militar. Y así comenzó a investigar sobre la carrera, especialidades, planes de estudio, hasta que vio un aviso de la Armada Argentina en la televisión.

“No me llevó tiempo pensarlo. Siempre tuve la vocación de servir y el mar era toda una novedad para mí ya que no lo conocía”, y así decidió ingresar a la Escuela de Suboficiales de la Armada Argentina.

“Los años de mi vida recorridos en la Armada fueron y son muy gratos, sobre todo enriquecedores, tanto en el aspecto personal como profesional. Durante estos 34 años, he tenido la oportunidad de aprender no sólo sobre la teoría académica, sino también sobre la aplicación práctica de ésta en un entorno real como el mar”, expresa.

El Suboficial Mayor Carrizo tiene una gran experiencia en navegaciones. Estuvo embarcado en el rompehielos ARA “Almirante Irízar” en 1999, en el aviso ARA “Suboficial Castillo” en 2006, en los transportes ARA “Cabo de Hornos” en 2010 y ARA “Canal Beagle” en 2013. También surcó las aguas a bordo del aviso ARA “Puerto Argentino” en 2016, y en la fragata ARA “Libertad” durante el 2017.

“Mi mejor experiencia la viví a bordo del aviso ‘Suboficial Castillo’, en el cual tuve la oportunidad de conocer prácticamente todas las bases antárticas, tanto nacionales como internacionales. En cuanto a lo profesional, fue mi primer asesoramiento directo a un Comandante ya que, hasta ese momento, trabajé siendo supervisado. Me sentí muy a gusto; y nunca tan en familia como en ese pequeño buque con el cual cruzamos seis veces el pasaje Drake; predecía el tiempo con cartas dibujadas a mano”, recuerda.

Del ámbito naval destaca el aspecto profesional, y las amistades genuinas y nobles. “Subalternos y superiores me han enseñado mucho y han sido mis modelos a seguir. También siento autorrealización, que significa reconocimiento y orgullo de mí mismo, por todo lo conseguido y vivido”.

Marcelo está casado con la Suboficial Principal Furriel Karina Valdés y tiene tres hijos varones: Maximiliano de 28 años, Ezequiel de 26 y Matías de 24. A sus 52 años asegura: “Siento orgullo de contribuir en forma diaria, con las pequeñas cosas, a la grandeza de mi Patria y la Armada Argentina, que para mí es sinónimo de Mar Argentino; es un honor y un gran privilegio”, concluye.

Gaceta Marinera