Este movimiento (?), nacido de la pura creatividad y el ingenio de los jóvenes, también conocidos como «wachines», está redefiniendo el cine casero y capturando la esencia de la vida en el Gran Buenos Aires, principalmente a partir de Tiktok.
ESTO ES CINE…
Con recursos limitados pero una imaginación sin fronteras, estos adolescentes están creando producciones que destacan por su autenticidad y el uso de un léxico específico e inconfundible. Palabras como «gato», «guacho» y expresiones como «2 pa 2» no solo colorean su lenguaje, sino que también aportan una identidad distintiva a sus obras.
Estos términos, que reflejan la cultura y la realidad social de sus creadores, se vuelven en la firma indeleble del llamado fenómeno «Turrollywood».
Las plataformas de redes se están inundado de clips que muestran esta nueva modalidad de «cine», donde la espontaneidad y la comedia natural de los «turros» contrastan con la producción más pulida y menos auténtica de los «tiktokers».
Los comentarios no se hacen esperar: «Los turros son 50,000 veces más graciosos y ocurrentes que las milipilis tiktokers», dice uno.
Otro sugiere: «A los pibes turros del conurbano hay que ponerlos a actuar. Son tipos que tienen 100% más actitud y carisma que los potus palermitanos que tenemos de ‘actores’ destacados en Argentina».
El fenómeno de «Turrollywood» no solo ofrece entretenimiento, sino que también propone una alternativa cultural que puede tener un impacto social positivo. Al difundir estos jóvenes una plataforma para expresarse, parecen disfrutar de una salida creativa que puede mostrar la cultura del «rkt y la conurbanidad», contribuyendo a su vez a su desarrollo personal y social.
CONURBANO «FOR EXPORT»
Uno de los videos más emblemáticos de «Turrollywood» fue grabado en parte en Campanópolis, ubicado en González Catán. Narra la historia de un chico con gorrita y el vocabulario típico del conurbano, que extraña a una chica, y viaja en el tiempo a realidades paralelas que le hacen olvidar un encuentro «2 pa 2» de la noche anterior con dos «random» que no lograron capturar su interés.
A pesar de su guión precario, la originalidad y las ambientaciones le otorgan un atractivo especial que genera cientos de interacciones en redes.
«Y así nació Turrolywood entre Morón y Rafael Castillo, el resto es historia gatos», comenta un usuario, resumiendo el espíritu de un «movimiento» que podría estar marcando el inicio de una nueva era en el cine argentino, aunque otro le aclara que los chicos protagonistas son de San Francisco Solano.
«Turrollywood» quizás no sea solo un fenómeno pasajero; sino que se convierta en la voz de una generación que busca hacerse oír a través del arte, transformando su realidad en historias que merecen ser contadas.
Fuente: Infocielo