El panorama muestra una tendencia clara: mientras el trabajo sigue siendo un pilar central, creció con fuerza la dependencia de las transferencias estatales, la deuda y el uso de ahorros para sostener el día a día.
El cambio más drástico se registró en las estrategias relacionadas con el financiamiento y la descapitalización. Comprar en cuotas o al fiado, una práctica extendida en todas las clases sociales, pasó del 22% en 2003 al 50,9% en 2025. Esta es la variación más grande de todo el informe y refleja una fuerte dependencia del crédito para gastos cotidianos.
El uso de ahorros casi se duplicó: del 19,9% en 2003 se elevó al 37,4% en 2025, señal de que los hogares necesitan recurrir al desahorro para completar el presupuesto mensual. El endeudamiento formal también creció con fuerza, trepando del 3,4% al 14,2%, mientras que los préstamos entre familiares y amigos se mantuvieron estables.
Según los datos oficiales, la proporción de hogares que dependen del trabajo remunerado aumentó levemente, pasando del 78,3% en 2003 al 82,0% en 2025. Aunque este cambio no es drástico, confirma la importancia persistente del empleo como soporte principal. Sin embargo, el ingreso laboral ya no es suficiente para cubrir los gastos básicos, por lo que las familias amplían sus estrategias con recursos de distinto origen.
Las ayudas no laborales fueron una de las categorías que más crecieron. El salto más marcado se dio en los planes sociales, subsidios y ayudas económicas, que ascendieron del 4,5% al 14,6% en el mismo período.
Al contrario, los ingresos en especie se redujeron de manera visible. Los bienes y alimentos recibidos de instituciones bajaron del 9,4% al 6,3%, mientras que los aportes de familiares o vecinos descendieron del 11,5% al 7,3%. Esto indica que las redes comunitarias, que fueron clave en momentos de crisis profundas, hoy ocupan un lugar menos central en la economía doméstica.
En resumen, en 2025, llegar a fin de mes implica combinar más herramientas que nunca y, en muchos casos, asumir mayores niveles de endeudamiento o sacrificar capital propio para evitar que los hogares se queden sin recursos básicos.
