“Un furriel nunca deja de aprender”

En el Día del Furriel, la Cabo Principal Jimena Analía Almirón relata su experiencia como administrativa naval a bordo del destructor ARA “Sarandí”. También repasa su formación en la Escuela de Suboficiales de la Armada y sus primeros años en destinos en tierra.

Jimena Almirón se encuentra desde hace 3 años embarcada en el destructor ARA “Sarandí” perteneciente a la Flota de Mar, con asiento en la Base Naval Puerto Belgrano, al sur de la provincia de Buenos Aires.

Recuerda con cariño el primer año a bordo, desempeñándose como maestra de víveres, una experiencia diferente dentro de su especialidad; y luego su designación como encargada de contaduría, actividad más afín a lo que ya conocía.

Nació en Posadas y tiene 35 años, de los cuales 16 los ha vivido en la Armada Argentina. Su familia siempre estuvo vinculada a la Institución y admite que esa cercanía con el quehacer naval influyó mucho en el momento de su elección.

“Mi papá y una de mis hermanas son personal civil y trabajan en el Liceo Naval Militar ‘Almirante Storni’ ubicado en Posadas; también tengo dos tíos –uno civil y otro militar- quienes fueron parte de la Armada y cumplieron ya sus años de servicio. Siempre estuve relacionada con lo militar”, detalla la Cabo Principal Almirón.

Su deseo de ingresar surgió a los 16 años, aunque tuvo que esperar hasta egresar del secundario que cursaba en el Bachillerato Nº 35 “Aparicio Pereira Almeida” de su ciudad natal, para cumplir con el anhelo de llegar algún día, a la máxima jerarquía como suboficial.

“En el 2006 ingresé a la Escuela de Suboficiales de la Armada y me encontré con jóvenes de distintos lugares. Cada uno con sus tradiciones y costumbres, éramos muy distintos, pero en la escuela aprendimos a convivir con esas diferencias, te enseñan camaradería. De todas las especialidades me gustaba el trabajo del furriel (administrativo naval)”, expresa Jimena.

La Cabo Almirón pertenece a la Promoción 109º de la Escuela de Suboficiales de la Armada y su primer destino fue el Área Naval Fluvial en Zárate, donde se desempeñó en el área logística. Repasando sus primeros años en la Institución, Jimena recuerda los nervios que tenía al presentarse y hoy agradece, con evidente sonrisa, el excelente grupo de trabajo que supo integrar.

Luego siguió su carrera en el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas (EMCO) en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde trabajó con personal de las tres Fuerzas. “Estuve en la Secretaría de Coordinación y tuve que aprender bien las jerarquías y la idiosincrasia de cada Fuerza, y fue muy productivo para mi especialidad”, contó.

Cumplidos sus años en el EMCO, le llegó el traslado a su ciudad natal, al Detall (oficina administrativa) del Cuerpo de Cadetes del Liceo Storni. Jimena consideró un premio poder cumplir con su deber y estar, al mismo tiempo, cerca de sus afectos. “Trabajar en el mismo lugar donde también estaba mi familia fue una linda experiencia, pero siempre con la responsabilidad de cumplir con mis obligaciones. Fueron años muy gratos, el liceo es un instituto educativo prestigioso y está muy bien visto en la provincia, al igual que toda la Armada”, detalla con orgullo la misionera.

Transcurridos 3 años en Posadas, la destinaron a la Base Naval Zárate y luego a la Dirección General del Personal y Bienestar de la Armada (DGPN), en donde incrementó sus conocimientos profesionales como furriel.

“Durante los años que estuve en la DGPN trabajé en los partes de accidentes, realicé legajos sanitarios y teníamos a diario un volumen importante de tareas que requerían de una constante actualización de la reglamentación, en muchas oportunidades también asesorábamos cómo hacer los trámites”, explica Jimena.

En la jerarquía de Cabo Principal la destinaron al “Sarandí”, su actual destino, y sin dudarlo, dejó una etapa de cargos en tierra para navegar mar adentro.

“Esperé a que mi hijo más chico tuviera 2 añitos para solicitar embarco y cumplir con la parte operativa. Si bien atravesamos los años de pandemia, tuve que ponerme en claro con el puesto de maestra de víveres, las coordinaciones con la Intendencia Naval de Puerto Belgrano, armar los menús y, por sobre todas las cosas, conocer el buque y los roles asignados”, relata con orgullo al haberse adaptado muy bien al destructor.

También admite que se siente muy cómoda con su especialidad y con cada destino que la Armada le asignó. A bordo del destructor navegó a Ushuaia. “Durante esa navegación experimenté el significado de la familia naval porque hay días que se extraña mucho a los seres queridos y te apoyas en tu compañero; esa contención te permite seguir adelante”, destaca.

Con acento misionero

Jimena Analía Almirón es oriunda de la tierra colorada y mantiene intacto su acento misionero. Regresa en cada oportunidad que puede a Posadas para visitar a sus padres, hermanos, familiares y amigos que aún viven allí. “Cada vez que regreso y nos reunimos en familia, se habla de la Armada y siempre es grato escuchar las anécdotas de mis tíos”, resalta.

Hace 3 años Jimena se radicó en Punta Alta –ciudad al sur de la provincia de Buenos Aires y cercana a la Base Naval Puerto Belgrano– junto a su esposo y sus 4 hijos, tres nenas y un varón. “En esta ciudad vivimos con tranquilidad, mi esposo tiene un taller mecánico y por suerte lo puede instalar en el lugar donde soy destinada; estamos casados hace 13 años y siempre acompañó mi carrera”, detalla.

En cada navegación y en todos sus destinos, Jimena contó con el apoyo de su familia: “Con mi esposo siempre intentamos consensuar las decisiones, teniendo en cuenta mi profesión y el bienestar familiar; él es quien está la mayoría del tiempo con los chicos”.

Recuerda lo difícil que fue para su propia mamá comprender la decisión de ingresar a la Armada: “No fue fácil para ella, y la primera vez que regresé a mi provincia pensé en quedarme… pero fue ella quien me incentivó para seguir”. Su familia está orgullosa de sus logros: “Mamá me apunta que me falta poco para recibir la espada y ascender al grado inmediato superior de Suboficial Segundo; ella está más expectante que yo”, admite entre risas.

En estos 16 años de actividad, la Cabo Almirón subraya que la Armada es hoy lo que esperaba cuando ingresó, y reconoce de su especialidad naval que se aprende algo nuevo todos los días: “Los reglamentos y las formas administrativas cambian y muchas veces las nuevas generaciones que ingresan a la Institución generan esos cambios. Tenemos que estar al día con las nuevas disposiciones que surgen. Un furriel nunca deja de aprender; la especialidad apasiona tanto que siempre buscamos solucionar cada tema”, destaca.

La marina posadeña siente la satisfacción personal de pertenecer a la Armada y anhela, en nuevos destinos y futuras navegaciones, continuar desempeñándose como furriel. “La Armada Argentina representa para mí, compromiso, orden y disciplina”, concluye.

Mar Adentro – Gaceta Marinera