A los 46 años, la vida del Suboficial Primero Emiliano Contreras lleva recorrida un camino ligado a sus dos grandes pasiones: la convicción de ser Infante de Marina y crecer en las artes marciales.
Tenía 6 años cuando pisó por primera vez un tatami y fue el taekwondo la disciplina que despertó su interés desde pequeño. Asimismo, desde su nacimiento la Armada ya estaba presente en su casa: observando a su padre con el uniforme enmascarado –quien se retiró como Suboficial Principal–; viviendo los traslados de una ciudad a otra; compartiendo con él series y películas bélicas. “Me gustaba desde chico ese mundo de soldados”, manifiesta.
Egresó en la Armada Argentina con la especialidad Infantería de Marina en 2001, pero desde mucho antes de su ingreso a la Institución es profesor e instructor de la World Taekwondo Federation. Con cinturón de color fue por primera vez campeón nacional en 1986 y así integró la Selección Nacional desde los 15 años; en 1988 obtuvo el cinturón negro, Primer Dan, para ser campeón argentino en varias ocasiones entre 1991 y 1993, antes de cumplir los 17 años. En 1998 se convirtió en Tercer Dan.
Hacia mediados de los ’90 ya había participado en torneos nacionales, panamericanos, e internacionales, ganando varios premios y medallas. Abrió muy joven su propio Dojo (Academia) en Punta Alta, ciudad cercana a la Base Naval Puerto Belgrano, donde el quilmeño vivió gran parte de su infancia y adolescencia. Hoy es padre de Juan (15) y Victoria (8) y aún reside en la ciudad.
En aquella época, incluso, su primer acercamiento laboral con la Armada fue a través de una convocatoria para dictar clases de defensa personal a alumnos de la entonces Escuela de Suboficiales de la Infantería de Marina, que de Mar del Plata se trasladaba a Puerto Belgrano.
“Allí conocí en profundidad la vida de los aspirantes navales, y me identifiqué con las competencias y habilidades militares que se entrenaban; también me gustó la camaradería, y decidí ingresar”, introduce. Ansiaba ser Infante de Marina y fue así como en el 2000 se inscribió en la Escuela de Suboficiales de la Armada y egresó con la especialidad deseada.
Recuerda su primer pase al Batallón de Infantería de Marina Nº 3 en Zárate y su experiencia en actividades ribereñas a bordo de los botes y lanchas de la unidad. Luego llegaría al BIM2, al Centro de Entrenamiento de la Infantería de Marina y sus pistas de adiestramiento; para más adelante cursar y recibirse en la capacitación como Ingeniero Anfibio y ser destinado durante siete años a la Compañía de Ingenieros Anfibios.
También integró la Sección de Exploración y Reconocimiento dependiente de la Fuerza de Infantería de Marina de la Flota de Mar. Mientras tanto, seguía impartiendo clases y entrenando taekwondo.
En su carrera como Infante de Marina destaca su participación en dos Misiones de Paz: la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH, 2007) y la de Mantenimiento de Paz en la Isla de Chipre (UNFICYP, 2017), donde aprendió a valorar cuestiones como el agua, el clima y los recursos; el trabajo conjunto y la búsqueda de soluciones en situaciones adversas. “Fueron experiencias espectaculares en lo profesional y en lo personal. En el adiestramiento como Infante de Marina lo preparan a uno para el más complicado de los escenarios y, en momentos críticos, es lo que ayuda a salir a flote”, resume.
Fue en 2008, mientras estaba destinado nuevamente en el BIM2, cuando realizó el Curso de Instructor de Combate Cuerpo a Cuerpo, durante el que se incorporaron técnicas de defensa lo que, aseguró, le proporcionó una nueva visión de lo que es el enfrentamiento: “Más allá de lo atlético y las técnicas, en el curso como Instructor, aprendí que el combate es una verdadera herramienta de supervivencia en la formación y adiestramiento físico del Infante de Marina”.
Comenzó entonces a comprender la importancia de la instrucción de “una defensa personal que salve la vida y que ayude a combatir diferentes y variados adversarios, como también hacerles frente sin golpes”. Esta idea llevó al Suboficial Contreras a la necesidad personal de complementar su propia práctica del Taekwondo, con otros deportes y artes marciales.
Desde entonces se entrena en boxeo, hace judo, incursiona con el kapap –alcanzó a ser instructor nivel 1 en 2018–, se especializa en uso de armas sigilosas –es profesor de cuchillo desde 2018–, aprende sobre grappling y todos aquellos sistemas de lucha cuerpo a cuerpo que utilizan técnicas de lance, agarre, derribo, posición o sumisión, hasta llegar a la práctica del Jiu-Jitsu (estilo Brazilian JJ) que comenzó hace 4 años, y de la cual hoy ya luce el cinturón azul.
También habla de kali y boxeo filipino, de lo nuevo en artes marciales mixtas, de las luchas libres, porque “todo es un aporte y las técnicas se van complementando; hay una gran diversificación de técnicas en la actualidad, más de 3 mil. Uno debe ser un buen estudiante y aprendiz; para incorporar conocimientos nuevos uno debe ser siempre un cinturón blanco”, destaca, a la vez que resalta que “perder una disputa es una gran enseñanza, como ganarla”.
“Es mi vocación y acá me quedo”
Como Instructor de Combate en la Infantería de Marina y experto en artes marciales más allá del ámbito militar, Emiliano continúa su evolución para seguir aportando a la Armada Argentina toda su experiencia y conocimiento. “Acá encontré mi lugar, es mi vocación y acá me quedo”, enfatizó, con el orgullo de pertenecer a la Fuerza: “Sigo aprendiendo y trato de hacer lo mejor posible con empeño y dedicación”, agrega.
Así es como participó en la actualización de los reglamentos sobre Defensa Personal de la Armada Argentina. Una tarea que describe como esencial ya que “modificar un reglamento requiere tiempo, pero era necesario contar con contenidos actualizados que tiendan a un sistema de educación y formación integral. Fue todo un desafío”.
En su actual destino, el Suboficial Primero trabaja en el área de Operaciones del BIM2 donde se desempeña como Auxiliar; y está presente en actividades de Combate Cuerpo a Cuerpo.
En su búsqueda personal de seguir evolucionado en los sistemas de lucha para trasladarlo al ámbito de la Infantería de Marina, entrena todos los días y sigue compitiendo. Corre, hace crossfit, no se detiene. Viste su kimono gi de Jiu-Jitsu con honor y porta su uniforme multicam con gran orgullo, vocación de servicio y sentido de pertenencia. Así decide seguir en carrera, eligiendo a la Armada Argentina todos los días.
Mar Adentro – Gaceta Marinera