Hasta el momento, ya fueron confirmados más de 90 casos de viruela de mono en al menos 14 países, donde normalmente no se esperaría que se registrara esta enfermedad.
Aunque, debemos ser claros: esto no es otra pandemia de covid-19 y no estamos cerca de volver a ver confinamientos para contener la propagación de la viruela del mono.
Sin embargo, este es un brote inusual y sin precedentes que tomó completamente por sorpresa a los científicos que se especializan en la enfermedad y siempre es una preocupación cuando un virus cambia su comportamiento.
Hasta ahora, la viruela del mono era bastante predecible. El hogar natural del virus son los animales salvajes, y en realidad se cree que son roedores y no monos los que lo están transmitiendo.
Cuando alguien en las selvas tropicales de África occidental y central entra en contacto con una criatura infectada, el virus salta entre especies. Su piel estalla en una erupción, que se ampolla y luego se forma una costra.
El virus ahora está fuera de su hogar habitual y se esfuerza por propagarse, por lo que necesita un contacto cercano prolongado para reproducirse. Por lo tanto, los brotes tienden a ser pequeños y a desaparecer por sí solos.
Una pequeña cantidad de casos surgieron antes en otras partes del mundo, pero todos podían vincularse inmediatamente con alguien que había viajado a un país afectado y lo había traído a casa. Ese ya no es el caso:
– Por primera vez, el virus se encuentra en personas sin una conexión clara con África occidental y central.
– No está claro de quién se está contagiando la gente.
– La viruela del mono se está propagando durante actividades sexuales y la mayoría de los casos tienen lesiones en los genitales y el área circundante.
– Hay dos opciones amplias: el virus cambió o el mismo virus antiguo se encontró en el lugar correcto en el momento adecuado para prosperar.
La viruela del mono se contrae por un virus de ADN, por lo que no muta tan rápido como el covid o la gripe.
Un análisis genético muy temprano sugiere que los casos actuales están muy estrechamente relacionados con las formas del virus observadas en 2018 y 2019. Es demasiado pronto para estar seguros, pero por ahora no hay evidencia de que se trate de una nueva variante mutante en juego.
Fuente: La Nación