No son pocos los investigadores que creen que todo este ardid estuvo planificado y tuvo un único objetivo. Según pudo saber la redacción de LA BRÚJULA 24, esta mañana, una de las personas acusadas falsamente, el intendente de Villarino Carlos Bevilacqua, estaría presentándose en los Tribunales para radicar una potente denuncia.
El mencionado jefe comunal instará a que se investigue la instalación de la hipótesis sobre el paradero del joven con la premisa de recibir el dinero correspondiente a una indemnización que debía a correr por cuenta del Estado argentino.
Tal como se desmenuza en los libros publicados por el periodista Germán Sasso, el repugnante aprovechamiento pareció estar diseñado desde el inicio y tiene un hilo conductor que involucra claramente a un grupo de dirigentes de la Unión Cívica Radical.
El abogado Luciano Peretto, imputado actuar en complicidad con Herrero, es un dirigente de Villarino, que ocupó el cargo de presidente del Concejo Deliberante y tenía grandes aspiraciones: llegar a la intendencia. No son pocos los que creen que fue el cerebro de la conocida “Operación Facundo”.
Quien más “agitó el parche” del caso a nivel nacional fue la diputada bahiense Karina Banfi, que a boca de jarro dijo lisa y llanas mentiras por la televisión nacional. Sus “inexactitudes” generaron confusión y estrépito en la opinión pública.
Jugando en tándem, su correligionario, el senador Eduardo Vischi, impulsó el juicio político contra la jueza María Gabriela Marrón por -increíblemente- atreverse a cuestionar la actuación del ahora condenado Herrero. El correntino admitió no tener idea de aquel caso del sur bonaerense.
En el inicio de la causa, la querella presentó varios “testigos estrella” que sólo apuntaban a presuntas responsabilidades de Bevilacqua en el crimen (que no fue) de Astudillo.
Presentaron, sin ponerse colorados, a una mujer -de identidad protegida- que declaró que “escuchó” que el Intendente le había ordenado al presidente del Concejo Deliberante, Omar Promenzio, “hacer desaparecer” la ropa de Facundo que estaba en la seccional de Origone. Cuando le preguntaron dónde había oído semejante cosa, la señora respondió que fue cuando fue a pedirle huevos a una vecina para hacer una torta.
Sin embargo, la cosa no termina allí. Otra de las acusaciones fue que la lectora de patentes del control fitosanitario -que perjudicaba la teoría de la desaparición forzada- había sido alterada. La querella sostuvo que Bevilacqua le había ordenado al entonces Secretario de Seguridad Martín Pacheco, que adulterara los registros.
Para reforzar sus afirmaciones ofrecieron el testimonio de la concejal de la UCR Yesica Schaab. Según explicaron en un escrito, sus dichos demostraban las irregularidades de la lectora. La joven afirmaría que había viajado a visitar a su novio -también político- pasando un determinado día y que su patente -terminada en 147- no figuraba en los registros.
Por si quedaran dudas de la manipulación política, una reunión virtual del partido radical dejaría todo expuesto. En un zoom, revelado por el diario La Nueva, queda en evidencia cómo en aquellos días se diseñaba la estrategia para darle impulso mediático al caso, apuntar al gobernador Kicillof y de qué manera debía presionarse para que ingresara al expediente el delincuente de Herrero, que terminaría desviando la investigación.
Poco después de las atrocidades en el Caso Facundo, el peritrucho se dirigió a Río Gallegos a ensuciar la búsqueda de una mujer llamada Marcel López. Allí plantaría una mandíbula humana en el patio de un empresario vinculado a los Kirchner. Según el propio adiestrador canino, quien lo invitó a ingresar por un terreno lindante -días previos al “conmovedor hallazgo” de los dientes fue la diputada Roxana Reyes. También de la UCR y opositora a los K.
Fuente: La Brújula 24