Pero cuando nos preguntan de dónde somos o venimos suelen simplificar el ejercicio por conocernos (por etiquetarnos).
Si hubo alguien quien a contracorriente cultivo a lo largo de toda su vida la visibilidad del ser puntaltense, con su diversidad y multiculturalidad, esa fue Mónica Biasotti.
Ella interpretó como nadie que la pasión por lo local no sabía de partidas de nacimiento o cambios de domicilio. El ser puntaltense no adquiere dimensiones mezquinas sino por el contrario siempre puertas abiertas para compartir y aprender.
Desde su tarea laboral en el municipio y en los medios de comunicación, Mónica fue abanderada y defensora de la institucionalidad, bregando porque el legado de las generaciones antecesoras no se pierda en los anales del tiempo.
Muy a pesar del frío de cada Julio, siempre destacó la importante de celebrar el aniversario de la ciudad como una cita de orgullo y honor, ponderando la participación en el desfile cómo un homenaje a quienes forjaron lo que somos.
Casi como una cruzada quijotesca institucionalizó el “Centro de Residentes Puntaltenses” con el sueño de salvar el Castillo Ayala Torales de Villa Arias y en ese camino fortaleció el espíritu de identidad de nuestra comunidad: la pluralidad. Porque si algo nos lega está flaca incansable es que no hay mayor orgullo que el de sentir pasión por lo que somos: un poco tanos, gallegos, jujeños, salteños o nacidos y criados.
Eso sí comprometidos y agradecidos de todos aquellos que se jugaron por convertir estás dunas en una ciudad, y con su don de buena vecindad regalarnos una comunidad.
Hoy nos toca despedirte por un rato querida Mónica. Nos duele mucho no hay dudas pero nos regalaste tanto que también es hora de que el aplauso…EL MAS FUERTE…sea todo para vos. Abrazo en el alma para tus tres maravillosos hijos Fernando, Gimena y Paola y nietos. HASTA SIEMPRE FLAQUITA.