Sergio Massa ingresa ahora en la segunda etapa, luego de haber conseguido un buen impacto en los mercados por sus primeras medidas. Ahora será clave mostrar una mejora de las reservas del Banco Central para alejar una posible crisis cambiaría y al mismo tiempo aceitar relaciones con organismos multilaterales y el Tesoro americano.
En la “hoja de ruta” del ministro de Economía aparecen en el futuro inmediato dos cuestiones con mucha nitidez. La más acuciante es encarar los desafíos que presenta el frente cambiario y la necesidad de fortalecer las reservas del Banco Central.
Ante la decisión de no devaluar, manteniendo la suba gradual del dólar oficial, Massa optó por ofrecer incentivos fiscales a los sectores que son intensivos en la generación de dólares: energía, campo y economía del conocimiento. Se trata de mejorar el tipo de cambio para los exportadores, pero evitando un salto brusco del tipo de cambio.
Las negociaciones con el sector agropecuario para que liquide más dólares a partir de estos incentivos impositivos están por ahora empantanadas. El “dólar soja” fracasó estrepitosamente y ahora se busca un nuevo esquema para fomentar el ingreso de divisas.
El objetivo de Massa es que las mejores condiciones que se negocien con el sector no queden en las arcas de las cerealeras, sino que lleguen a los productores. Son ellos los que finalmente retienen la producción a la espera de una mejora del tipo de cambio.
Aunque los problemas centrales que siguen presentando la economía argentina son el cepo y los múltiples tipos de cambio, no parece viable que Massa aplique medidas drásticas que permitan salir de este esquema, mucho menos cuando se avecina una elección presidencial en 2023.
Fuente: Infobae